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«¡Chao! Mientras no cambien la Constitución de Pinochet no voy a votar «

Por: admingrs | Publicado: 21.11.2013
Daniel Alcaíno

Fotografía: Loreto Rico

Son las diez y media de la mañana, el escenario es el lobby del Hotel Hyatt, reluciente entre lámparas de lágrimas, sillones acolchados, y ventanales que dan a una piscina con cascada. De uno de sus pasillos aparece Daniel, relajado, alejado de todo maquillaje y luces, sonríe. No es Peter Veneno, no es Yerko Puchento, no es Exequiel Pacheco de los 80. Pero Daniel y sus personajes sí tienen una cosa en común: ninguno calla lo que piensa.

Pisando las Tablas

¿Cómo fueron tus inicios en el Teatro?, ¿Alguna anécdota de cómo llegaste a esta profesión?

Mi papá trabajaba en uno de los ALMAC, que eran los antiguos Líder, e hicieron  una fiesta en el Mampato y llevaron a los Bochincheros. Entonces pidieron niños para salir a representar algo, un pesebre ponte tú y después un concurso. Yo levanté la mano y fui. Y después las típicas cosas que dicen, que me paraba arriba de la mesa imitaba a un tío, a un primo, esas cosas.  En todo caso, yo era muy solitario cuando niño, de papás separados, nadie me daba mucha bola, así es que andaba solo para todas partes y criado por mi abuela. Después en el Liceo, en segundo o tercero medio recién nos llevaron al Teatro, a capear Bodas de Sangre y no leerla, siempre era para capear el libro. Recuerdo que me llevaban al Teatro Camilo Henríquez, que estaba en Amunátegui, frente a la Torre Entel.  Y el teatro empezaba a llenarse de atrás para adelante y era para hueviar, tirar avioncitos, si tenía segundo piso para tirarle escupos a los de abajo.  No lo digo por mí, yo no pensaba eso, pero veía a todos mis compañeros revolucionados en eso.  Nadie estaba pendiente de ver la obra allá atrás, y ojala que fuera bien atrás para gritarle mijita rica a la mina de la obra, o gritarle mijito rico al mino. O sea, ni ahí con la cuestión.  

 ¿Y hubo alguna obra que te marcó?

 A los 14 años fui a ver Bodas de Sangre a ese teatro y me quedé con pedazos de los textos en la cabeza sin proponérmelo. Llegaba a la clase y me paraba adelante sin decirle a mis compañeras y empezaba: «la navaja, dame la navaja, la navaja, la navaja, la maldita navaja, tu padre y tu hermano murieron por esa navaja. Madre dame la navaja» e imitaba a los actores como lo decían, al compadre y a la mamá y decía (cambia la voz a la de una señora) «nooo, que tu padre y tu hermano murieron». Porque imitaba al actor y a la señora que había visto, y todos se cagaban de la risa y decían «cachen al Daniel, imita la obra que fuimos a ver». Pero no pasaba de ser una anécdota, había que ser más racional y saber que uno venía de una familia clase media baja. Había que estudiar y había que estudiar Historia, Derecho o Castellano.

¿Y cómo fue la decisión de estudiar teatro?

La primera hoja que abrí decía Universidad de Chile, Facultad de Artes, carrera de Licenciatura en Artes con mención en actuación teatral. Postulé y luego toda una semana de prueba de voz, actuación y de rítmica. Al final del día viernes salió publicado y quedé segundo en lista de espera, por lo que me quedé cruzando los dedos para que alguien se arrepintiera, se fuera a la Católica o los papás le dijeran «¡Teatro, estai más hueón!».  Entonces yo lo planteé en la  casa y no me dijeron nada. Y ya, chao.  Fui a la Escuela y quede, me matriculé. y ahí conocí a profesores que hablaban con una pomposidad que igual me gustó, le dieron una importancia al cuento.

¿Cómo fue la llegada a la Universidad de Chile?

Entré el primer día, nos citaron en el teatro Antonio Varas con la bandera, el himno  de la Chile… ¡Total! Era el año ‘90, volviendo a la mierda de democracia ¡ se va Pinochet ¡ ¡Estamos aquí concha de tu madre! Entonces era pura efervescencia.

 

Humor como Arma Política

¿Cuál es tu relación con el humor?

El humor apareció en mi vida, la gente sabía que tenía sentido del humor, en las obras con amigos me resultaba la parte comedia y en la interna contaba chistes e imitaba. A todos les parecía gracioso, pero nunca pensé dedicarme a eso. Luego, cuando estuve enfermo de cáncer el ‘99, un día me encontré con Cristian García- Huidobro en el Metro, y me dijo ¿Cómo estai? ¿Te mejoraste? Qué bueno, anda a Canal 13 el lunes, lleva tus ideas para hacer un personaje y yo te meto ahí.

Yo llegue el día lunes y  me dijo ¿Qué pensaste? Y le dije que en un futbolista que se justifica por todo.  ¿Cómo es eso?  La típica del futbolista que vio un partido que tu no viste, perdimos 7-0 con Alemania, y dice: «Viste que Chile trató de llegar  y no tuvo la oportunidad, llegamos 4 veces y…». Luego andaba en el Metro y una persona me dijo Eso es lo bonito, y lo importante, ¿no? Y yo dije: ¡pegó, pegó, pegó! Después vino el Venga Conmigo, el rejunte con el Daniel Muñoz, y lo que hicimos: Las Amistaditas, el Jota y el Chupete, shaaa, ba y hablábamos tonteras, y antes que entrara Pollo Fuentes hablábamos puras hueás, ¡Shaa mami! Éramos unos hueones de pobla.

Desde qué comenzaste en Venga Conmigo, hasta ahora con tu realización con Yerko, ¿cómo ha cambiado el humor?

Tiene que ver con la sensibilidad del lugar donde se produce. Un hueón bailando en pelota acá es para llamar a los pacos, pero un hueón bailando en una fiesta que se empelota puede que le digan te las mandaste. A veces uno sale con un soporte de humor para que se rían, pero si lo dijiste en otro ritmo y cayó como golpe, puede que se reciba mal. El otro día dije Calama, es horrible, dije es horrible ese pueblo de mierda. De más. Alguien que lo hubiese visto desde afuera diría de más perrito, pero la gente que lo ha construido, que lo ha habitado, se sintió como el hoyo,  y ahí tiene que haber empatía también para no ser soberbio y decir ahí la cagué. Yo lo pienso como Daniel, pero no puedo traicionar al personaje que tiene su propia forma de pedir disculpas. A la manera de él, no a la manera mía. Como cuando le pidió disculpas a Caniulef: quiero pedirle disculpas a un hombre. No, a una persona mejor. Se ocupa el humor para el quiebre. Te reíste naturalmente, pero la gente dice noooo, que es maricón, como sale con lo de Cobreloa si le van a pegar, lo quieren matar y sigue provocando. Y eso es lo que da risa, finalmente. Uno dice ¿gana el ego o el miedo? Yo reconozco como Daniel que la cagué, pero que no gane la personalidad mía, sino la del personaje y quemarme a lo bonzo por eso, porque gane el personaje. La gente está esperando eso y uno tiene que ser consecuente: si no me mato en pantalla, lo mato en pantalla.

Las libertades que da el personaje te permiten el humor como arma política. Nombras las demandas estudiantiles, las laborales, y entre medio de talla y talla, la verdad sale a flote.

Hay algunos que hacen clown en silencio y es humor igual. Lo mío tiene que ver con cómo estalla en tu cabeza la frase, una frase es como una pandonga. Cuando con los niños hacíamos pandonga, porque nunca tenías para un volantín, sacabas uno que estaba en un árbol y le ponías debajo una piedra y la tirabas. Así, lo más alto que pudieras. Es eso, el chiste va envuelto ahí, la gracia es cuando va envuelto, cuando te hacen sentir más peligroso. Yo juego a eso también, entre las prohibiciones por las líneas editoriales de los canales. Se trata de saber plantear el cuento.

¡Huelga Electoral!

Estamos con 9 candidatos presidenciales, ¿tú vas a votar?

No, yo no voto.

¿Desde cuándo?

Cuando se pudo votar en Chile yo tenía 17 años y  ya no alcanzaba para el Sí y el No. Después gano el No y caché que era lo mismo, sacaban a Pinochet y seguían administrando los mismos el supermercado. Entonces dije chao, mientras no cambien la constitución de Pinochet yo no voy a votar.

Salvo el año 99, cuando tuve un cáncer, estuve muy mal y me tocó conocer a la Gladys Marin. Ella iba de candidata, entonces en una que el miedo me anduvo ganando, pensé que me iba, dije esto es lo último que voy a hacer, me voy a inscribir y voy a votar por esta señora.  Sacó un 2,7 por ciento, una cosa así, muy poco, menos de lo que van a sacar Parisi y Sfeir, menos de lo que va a sacar cualquier hueón hoy día. Y eso que ella era la historia, la consecuencia.

De ahí en adelante ¿nunca más?

Con esta constitución no voto, voté una única vez por Gladys Marín.  Cada vez que fui marqué AC, Asamblea Constituyente. Yo apoyé a todos estos cabros líderes pero después igual coquetearon con la Bachelet y están tratando de que los acepten. Hasta Giorgio Jackson va en el paquete. Yo opino como la teoría de Salazar, que cuando tú te transformas en clase política, te comportas como clase política. Primero hay que cambiar la Constitución, pero no hueí que de adentro, no compadre, sino vamos a tener una constitución payasa como Yerko Puchento que está adentro de un canal, pero hace lo que puede y es lo que puede no más po, porque el canal no es de él. Pero cuando el país sea de nosotros tiene que ser radical de que estas pocas familias suelten el poder que tienen, que el caballero de El  Mercurio siga imprimiendo el diario es una herejía para todos, para el país, si el caballero es el dueño de la masacre.

Después de la movilización del 2011 ¿Cuál es tu opinión sobre los dirigentes estudiantiles que decidieron postular al Parlamento?

El 2011 hubo mucha efervescencia, como dices tú. Lo que hizo Camila Vallejo fue increíble, fue una mina que durante mucho tiempo estuvo tocada, era como un mesías: linda, de una belleza celestial, virginal, tenía toda la puta razón, era nuestra juventud, la pureza máxima hablándote y diciendo las cosas no son así, son acá, muy práctica, muy acá, pero de repente empezamos a ver que era comunista.

Yo creo que ella tendría que salirse del partido, sola, en su pensamiento. La seguiría mucha más gente. Como con todos, los Figueroa, a esos niños así de inteligentes que después los transforman en medio demócrata cristianos, los cooptan los partidos. Eso permite que aparezca Claude diciendo que representa a los movimientos sociales, pero ¿de dónde si igual no juntó las firmas? Peca de soberbia y de una falta de ángel tremenda.

¿Quién podría entonces representar un liderazgo que diera garantías?

Tiene que ser una persona muy joven para no tener tanto pasado, porque siempre por algún lado la publicidad va a intentar cagarte. A Marcel, por ejemplo, le dicen que no le da pensión a la hija, que no dejaba hacer sindicatos, que trabajó en el gobierno de Pinochet. Algo van a sacar. Por otra parte, los pactos siguen siendo el pedazo más grande de la torta que es la constitución de Pinochet. En ese sentido los de la Concertación son pinochetianos, no la van a cambiar.  Y la candidata que tienen, no tiene idea de nada, con todo el respeto que le tengo, tiene cara de buena, todo el cuento, parece una señora de su casa, pero no sabe, no opina del matrimonio gay, de la marihuana, no tiene opinión, no sabe. La otra es un chiste, un monstruo, una herejía, la dictadura misma puesta ahí, mientras los demás pintan su mono desde su vitrina. Por eso, cuando antes de las Municipales la Eloísa González dijo llamamos a funar, ese cuento me gustó.

¿Eloísa podría ser una opción en el futuro?

Ella se me transformo en mi nueva Camila Vallejo. Con los partidos ya nada, son dinosaurios, para mí no existen ¿Qué es el socialismo hoy día? Un partido de dinosaurios.

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