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Cesáreas en Chile: mercantilización y masculinización del parto

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 05.03.2014

De los 240 mil nacimientos que se registran al año en Chile, cerca del 50% se hacen mediante cesárea. Esta tasa nacional, que aumenta progresivamente con el paso de los años, está impulsada en su mayoría por la atención de pacientes en clínicas privadas, que concentran 88 mil partos del total.

Según datos del Ministerio de Salud (MINSAL), esta práctica tiene altos índices también en el sistema público de atención, que en 2013 registró un 40,4% de partos por cesárea. Sin embargo, en los centros particulares los números se duplican, llegando aproximadamente al 76%. Esto, en contraposición con lo estipulado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en 1985 estableció que este procedimiento quirúrgico se justifica tan solo en el 10 o 15 por ciento de los casos.

portada¿Por qué en Chile se dan estos altos indicadores de intervencionismo médico en los procesos de nacimiento?

De acuerdo a las consideraciones del Maestro de Obstetricia y Ginecología, Dr. Ramiro Molina, existen múltiples componentes que influyen en el aumento de estas cifras, de los cuales pocos cuentan con estudios acabados que permitan establecer razones preponderantes.

Entre ellos está la conducta de los especialistas frente a la toma de decisiones técnicas sobre cuándo realizar o no una cesárea, acción cuyas causas descansan tanto en la formación del equipo médico como en el lugar donde atienden, el sistema de seguridad y el “miedo a las denuncias por malas prácticas profesionales”.

El fundador del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente planteó además que, dada la falta de información científica que permita determinar causas, hay que preguntarse primero cuándo empezó este fenómeno.

“Una experiencia que podría ser de máximo empoderamiento se transforma en una de máxima pasividad”, afirmó Garrido.

El aumento gradual de las intervenciones quirúrgicas para traer niños al mundo penetra de forma importante a finales de los 70 y principios de los 80, específicamente cuando durante la dictadura militar se comienza a privatizar la salud chilena. Esto se evidencia institucionalmente con la transformación del Servicio Nacional de Salud al MINSAL, apareciendo posteriormente las clínicas privadas y las profundas modificaciones al sistema de financiamiento. En este período, la salud que era fundamentalmente pública pasó a ser compartida con una estructura privada de atención, incluyendo actores intermediarios de pago que son los Institutos de Salud Previsional.

“Hay una primera comparación publicada en la Revista Chilena de Obstetricia y Ginecología que me parece hice a fines de los 70, en la cual mostramos el aumento absolutamente inusitado de cesáreas comparando 2 o 3 clínicas privadas en Santiago, algunas que estaban naciendo, en paralelo con hospitales públicos como San Borja, San Juan de Dios, Barros Luco y el Hospital Clínico de la U. de Chile, cuando era público”, explicó Molina.

En  dicho estudio se evidenció  que el número de cesáreas en el sector privado superaba el doble al del área fiscal, a pesar de que los establecimientos del Estado presentarán un incremento en la práctica cercana al 15%. En el caso del Clínico de la U. de Chile, la proporción llegó cerca del 20%, debido a que concentraba pacientes con más complicaciones.

“Entonces la diferencia que encontramos primero fue seguramente por la influencia de la mujer y de la familia frente al sector privado, que cuando el trabajo de parto se prolonga mas allá de lo esperado, se produce también una presión de la familia por la interrupción del embarazo, y a su vez los profesionales del sector en ese minuto, estoy hablando de inicios de lo 80, estaban mas desvalidos de un trabajo en equipo para poder consultar con otros colegas, para compartir un criterio que pudiese hacer un enfoque en casos específicos de poder esperar hasta un parto natural sin adelantarse a una cesárea”, sostuvo el especialista.

Modelo biomédico patriarcal

Una de las principales razones del intervencionismo médico que se encuentran en los protocolos de atención de partos están determinados por el modelo biomédico de atención en salud imperante en Chile.

"Masculinización del entorno del parto"

«Masculinización del entorno del parto»

El privilegio del conocimiento científico por sobre el “no profesional” y basado principalmente en la experiencia de la mujer gestante incide de forma preponderante en las prácticas invasivas de médicos, matronas y personal paramédico.

La desinformación es también un factor decidor. De acuerdo a una completa investigación sobre el tema realizada por la tesista de Antropología de la Universidad ARCIS, Carolina Garrido, ésta responde a “la influencia cultural del miedo acerca del momento del parto, que se va construyendo con historias e imágenes de partos que se presentan como emergencias médicas y profundamente dolorosas”.

“Un hecho que poco sabemos es que el simple hecho de que a las parturientas se les confine en una cama en posición supina dificulta la fluidez de las contracciones. Estamos inmersos en una cultura que impone control sobre la naturaleza del cuerpo femenino”, declaró Garrido.

A pesar de que su trabajo estuvo remitido principalmente al ámbito público, es innegable la influencia de las metas económicas corporativas de los sistemas privados en la imposición del parto cesárea. Dichos objetivos están asociados, según explicó Garrido, al manejo del tiempo de parto y sobre la fisiología del cuerpo de la mujer, que en un proceso sin la intervención de un médico puede durar varias horas.

El nacimiento intervenido, además, puede tener las consecuencias propias de todo procedimiento quirúrgico, como por ejemplo el uso de anestesia. Las mujeres pierden el control de todo, el parto mismo y su propio cuerpo, dependiendo única y exclusivamente del conocimiento y experiencia del equipo médico a cargo.

“Una experiencia que podría ser de máximo empoderamiento se transforma en una de máxima pasividad”, afirmó Garrido.

 

La droga del amor

El proceso de apego entre la madre y el bebé también es obstaculizado con un parto por cesárea. Esto se debe a que ambos son privados de los beneficios proporcionados por la secreción hormonal de la oxitocina, conocida como la droga de amor.

El médico obstetra francés, Michel Odent, ha escrito múltiples artículos respecto a las bondades que entrega el parto natural y el consecuente aprovechamiento de dicha secreción.

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“Hoy se sabe que la oxitocina es una hormona tanto femenina como masculina y que se encuentra presente en diferentes aspectos de la vida sexual (…) Sabemos que cierto nivel de oxitocina es necesario durante el proceso del nacimiento, y los obstetras han venido siendo conscientes de ello desde hace bastante tiempo. Sin embargo, no es hasta la actualidad cuando nos interesamos por la cantidad de oxitocina que es liberada justo después de que el bebé ha nacido. La importancia de este pico es especialmente relevante cuando lo ligamos a nuestro reciente conocimiento de que la oxitocina puede inducir a la conducta maternal”, plantea Odent en su artículo El Nacimiento y los Orígenes de la Violencia.

El cambio de paradigma para enfrentar la atención del parto es sumamente requerido. Según Odent, la prioridad es volver a descubrir cuáles son las necesidades básicas de las mujeres en trabajo de parto y de los pequeños recién nacidos. Ello implica olvidar progresivamente la masculinización del entorno al momento de parir mediante el entendimiento de los procesos fisiológicos durante el período perinatal.

«La primera hora que sigue al nacimiento conforma todo un período crítico en nuestro desarrollo de la capacidad de amar»

Michel Odent

 

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