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Desde Iquique ¿Y dónde está la famosa ayuda humanitaria?

Por: Rodrigo Ruiz | Publicado: 05.04.2014

received_m_mid_1396733483038_843f2e2215f76e8c71_0El amanecer luego del terremoto nos encontró durmiendo en un área verde del estadio “ Tierra de campeones”, en la carpa que Vicente había dejado a mano los días anteriores. Rápidamente, a las siete y media de la mañana, luego de dormir a medias, velando el sueño de los críos y entre tanto temblor chico, nos subimos al auto, pero antes de irnos a la casa, partimos a recorrer la costa para ver si era verdad los incendios, las embarcaciones al lado de la réplica de la Esmeralda. Cuando llegamos al puerto, Pablo, mi compañero, bajó primero a conversar con los pescadores y luego bajamos los dos para ver con tristeza que ya no había botes ni barcos, solo maderas rotas y ruinas en el lugar donde antes íbamos a comprar Tiburón o Gavinza para el almuerzo. Las conversaciones de los hombres de mar develaban preocupación por personas desaparecidas y básicamente desolación ante el panorama que se veìa venir y que también nosotros vislumbramos ,para aquellos que ya no iban a tener en muchos meses su herramienta para ganarse el pan, pues los subsidios demorarían. Primer golpe.

En el camino al puerto, nos llamó la atención ver tanto milico armado en la bencineras y los supermercados grandes como el Jumbo o el Lider. Obviamente, comentamos. “vinieron a cuidarle los intereses a los poderosos”. La escena se repite no sólo en los grandes centros comerciales de la ciudad sino que también en los centros donde gran parte de nosotros, los cara de nana, vamos a abastecernos todas las semanas. La entrada al Terminal Agropecuario colapsada y llena de uniformados con armas, dejando entrar a comprar de a cinco. Para qué tanta cuática, pienso, a lo que me respondo, simplemente es una advertencia para dejar en claro quién manda, en su lógica de que todos queremos robarles lo que tienen y que sin control somos indestructibles, muestran su miedo y van generando un malestar entre la población, que piensa, ingenuamente, que así como se constituyeron tan rápido las fuerzas armadas, pronto también llegará la ayuda. ..

Poco a poco, creemos con los vecinos que volverá la tranquilidad esta noche de miércoles, ha sido un día difícil, por suerte era fin de mes y había agua embotellada y abarrotes guardados. En la mañana tratamos de comprar pan y un tipo, justo antes de nuestro turno, compra treinta panes y con eso se acaba la provisión del negocio. Osea, cero conciencia de grupo, de comunidad, de que no me puedo llevar todo si hay más gente en la fila. ¡Te pasaste!. Pienso que aún me asombran los humanos con esas actitudes y luego para complementar, comenzamos a saber de los especuladores, los colectiveros abusivos, los almaceneros balsas, toda gente como uno, con las mismas necesidades y que trabajan para mantenerse, en la lógica de sacar el mayor provecho. En ese momento es que decidimos ocupar nuestro saber ancestral heredado de madre sureña y decidimos hacer nuestro pan para no andar siguiendo el juego a nadie. Claramente hay que ver otras alternativas y no entrar en pánico.

Esa noche nos despertó la tierra otra vez, partimos nuevamente al estadio, pero ese día, toda la “pipol” preparada, evacuó muy rápido y vi muchas personas, preocupadas de dar tranquilidad a los niños y niñas presentes en ese espacio. Por ejemplo, los malabaristas que también habían evacuado seguían en lo suyo para distraer a los más pequeños, los niños a la una de la mañana tenían juguetes en sus manos. Estos eran detalles que la noche anterior se habían omitido y que cobraban inmenso valor en ese intento de escapar del inevitable temor a la muerte, entre tanto agorero y falsas informaciones que iban acrecentando el miedo. Me dio gusto ver actitudes que iban reconstruyendo de manera invisible las conexiones que se pierden en la rutina, cuando la televisión y los celulares hacen un perfecto paisaje ilusorio que nos narcotiza y domina para no pensar.

La alerta se levantó a las tres de la mañana aproximadamente y volvimos a nuestra casa, a tratar de dormir.

 

La grieta entre Iquique y Alto Hospicio

Trabajo en Alto Hospicio hace tres años y subo todos los días por la carretera de dos pistas por lado. Hoy esa carretera está inhabilitada, con grietas profundas y llena de escombros producto de los desmoronamientos. La intercomuna de Alto Hospicio no es la misma que era hace 10 años atrás. Ha crecido. Habitan en ella obreros, estudiantes, empleados del comercio, mineros, profesionales y una gran cantidad de sus habitantes, también viven del empleo eventual que les permite sobrevivir el día, en el mejor de los casos.

Otros habitantes de la popular comuna, su gran mayoría, son trabajadores de ingresos limitados que no tienen como comprar alimentos ni agua además de la que reciben por el suministro de agua potable.. Muchos de sus hijos almuerzan y hacen todas sus comidas en colegios que hoy permanecen cerrados y ni siquiera son albergues en estas horas. Es decir, el terremoto les quitó el sustento diario sin preguntarles. Profesores que trabajan en esas escuelas y colegios particulares subvencionados y que hoy están damnificados están siendo avisados por sus jefes, de que la vida sigue y que hay que volver lo antes posible al trabajo. En Hospicio hay un alcalde, UDI, que se cree y habla como patrón de fundo a sus coterráneos , quien defiende la especulación ejercida hoy por los comerciantes asegurados. Alto Hospicio, la comuna del estigma de Julio Pérez Silva, hoy no puede dormir y pareciera que a nadie le importa.

El auge inmobiliario y la falta de terrenos para construir en Iquique viviendas de bajo valor, ha llevado a una gran cantidad de personas a asentarse en esta localidad. En este sector, como en todas las comunas de Chile, conviven pobrísimas poblaciones construidas con cartones y desechos que se calcinan al sol, como la población Santa Rosa, junto a proyectos inmobiliarios para trabajadores usando la fórmula ascensor, zonas de eventos, conserje, llamados Las Parinas . En el primer caso, todo el olvido de años se acrecienta en estos momentos en que pareciera que un odio de Dios los azota otra vez. En el caso de los departamentos, a causa del terremoto están destruidos y agrietados. ¿Qué harán los propietarios, hoy de nada, pagando 15 años más a no ser que la corte suprema falle a favor de los estafados, en tres, cuatro años?

Los hospicianos no tuvieron que evacuar por el Tsunami, pero muchos de ellos con el terremoto tuvieron que dejar sus casas, hoy están en campamentos y no pueden volver a ellas porque tienen daños estructurales. Aún no han recibido ayuda significativa que los haga sentirse aliviados. El frío de la pampa no es un juego y estamos en Abril, mala fecha para dormir a la intemperie.

Y es en ese punto, cuando parece que todo es para mañana, que todo está bien según las autoridades, donde nos ponemos a pensar en las maquiavélicas cuentas que alguien está sacando a esta hora en alguna parte de la dominación. Dirán que soy mal pensada pero pienso que dicen: “Que se gasten todo, cuando ya no les quede plata, les tiramos la ayuda”, “Esperemos a ver si viene un temblor grande, ahí van a necesitar de verdad”, “Démosles bencina , así se mueven por la ciudad y buscan ellos mismos sus víveres”, “Dejemos que aprendan a arreglárselas solos, sin tanto paternalismo” que el reino del individualismo llegó para quedarse. No puedo ser tan mal pensada, pero la chusca* del desierto me susurra al oído historias de otros tiempos en que dejaron morir a miles en una escuela…

Mañana es sábado, firmaron un decreto que pasado el fin de semana empezará a ser operativo, la burocracia no perdona, el lunes recién, se sabrá algo, llegará algo concreto de apoyo, total el pampino es fuerte, puede esperar, mientras tanto en las Dunas hay barricadas que demuestran la indignación de quienes creen haber esperado lo suficiente; en Alto Hospicio ha muerto de frío una guagua frente a la indolencia de las autoridades del continuismo. ¿Qué están esperando para apresurarse? Cómo se nota que no tienen ninguna noción de las necesidades del país que dicen gobernar.

 

*Chusca: Polvareda del desierto.

Iquique, 4 de abril de 2014

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