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La Farándula no ha muerto, andaba de parranda

Por: admingrs | Publicado: 27.05.2014

panchoVarias han sido las reflexiones en torno a las causas del cierre del programa de farándula de Alfombra Roja, pero la verdad es que una de las principales críticas ha sido el tenor “pacato” con que tratan los temas que son de evidente copuchenteo.

Muchos colegas periodistas, críticos de arte e intelectuales celebran las bajas sintonías del espectro farandulero, como si nos encontráramos en una coyuntura social en que la sociedad cambió, donde los televidentes, al fin -ahora si que si- prefieren ver “Frutos del País” o “La belleza de pensar” en vez de las conversaciones ridículas y livianas en boca de Dominique Gallegos o de Fran Merino.

Todos los exorcistas de la baja cultura infame celebran el proceso de purificación que está viviendo la TV abierta, han sacado sus ácidas plumas con agua bendita y sentencian lo peor de lo nuestro: la trivialidad y el copuchenteo descarnado. Sin embargo, estos valores satánicos, despreciables, son parte de nosotros, son el reflejo más cotidiano de lo que nos conforma como ciudadanos del planeta Chile: El cahuín de pasillo, los antihéroes y las minas tontas. Nos encantan las minas tontas para poder sentirnos superiores, sabemos que Luli Love existe para que podamos burlarnos y diferenciarnos a ella. Gracias Luli por favor concedido.luli

El problema tras Alfombra Roja, no es que fuera superfluo, sino que sencillamente era muy pacato, un programa muy compuestito y que en definitiva, no se quemaba por nada. Ni fú, ni fá. Ni chicha ni limoná.

Efectivamente en Chile hemos dejado atrás esa época de transición noventera, en donde el ni ahí era la moda, donde era mejor visto ser de centro y era preferible que las opiniones nunca desbordaran. Ahora, con las redes sociales y un espíritu joven, el Twitter pasó a ser la base militar de artillería de peso pesado, donde hasta el propio ex presidente Piñera lo usa. La moda de estar ahí, la moda de tener opinión. La moda de hacer eventos para marchar a favor de que Julio Videla vuelva a la Tv. Está de moda tener opinión. La farándula no ha muerto, sólo andaba de parranda.

chino-riosEl concepto de farándula está relacionado al concepto anglo “Show Buisness”: el negocio del espectáculo. Cuando nació la televisión, se pensó que los espectadores se iban a homegeneizar, donde todos pensaríamos igual. En resistencia a eso, los rebeldes -sin causa- se oponen a ser iguales y por eso deben tener opinión.

Sin embargo, el problema con la televisión no son las modelos tontas, o los animadores con risas exhuberantes. El problema con la televisión es que genera un proceso de acuerdos y desacuerdos, transamos lo que somos y delegamos la autodefinición a otros. No es un proceso de fuerza pública, donde existe un pequeño Rodrigo Hinzpeter tras la pantalla diciéndonos qué y cómo pensar. El problema es el diálogo y la negación que sostenemos con la televisión.

Carlos Ossa, comunicador social e investigador en estética, señala que «la política sabe que el lugar donde debe disputar el poder es en la vida cotidiana. La política hoy en día no está en las grandes decisiones, no está en los debates parlamentarios, no está en la discusión sobre la ley de pesca o sobre los fracasos respecto a la negociación del litio. Pero en la vida cotidiana la política no habla como política, habla como emoción, como biografía, habla como identidad y en ese plano entonces los medios de comunicación justamente politizan la identidad remarcando el carácter de individualismo propietario que tiene el relato farandulero. Porque es la vida sociológica de los indeseables y la vida sociológica de los prósperos, la que está ahí presente pero como modelación no como vida vivida”.

El problema no es el espectáculo, sino quiénes tiene derecho a farandulizar. La farándula no ha muerto, sino que son nuevos sujetos y boric estirandosemodelos de vida los que se han farandulizado. El negocio del espectáculo se ha trasladado a otro lugar y he ahí lo peligroso, ¿A quiénes se han farandulizado? ¿En qué espacio de nuestra vida cotidiana estamos transando? ¿A los políticos o los movimientos sociales, esos rebeldes con causa?….

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