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Kidzania: la alienación de la infancia o cómo moldear a los niños para el consumismo

Por: admingrs | Publicado: 08.08.2014

kidzaniaLa definen como la ciudad donde los niños juegan a ser adultos. Kidzania es una réplica en miniuatura de tiendas, empresas, cines, y edificios donde los menores desde los dos a los 14 años pueden experimentar una independencia que sólo llega cuando se ingresa al mundo del trabajo. Buscando mostrar el valor del dinero, el mundo de miniatura ofrece la posibilidad de desarrollar más de 70 profesiones y oficios distintos para que los menores puedan consumir gracias a lo que ganan trabajando.

La idea nació en México, y hoy se ha transformado en una franquicia exitosa comercialmente a nivel mundial, con sedes en Japón, Indonesia, Portugal, Emiratos Árabes, Corea del Sur, y desde 2012 en Chile. Abrió su primera sede en 1999 en la Ciudad de México y el mismo concepto fue llevado a Estados Unidos bajo el nombre de Wannado City.

El gancho es tan simple como poderoso: ‘¿qué quieres ser cuando grande?’. Esa pregunta con la que muchas veces se presiona a los niños a perseguir las metas y anhelos de sus padres, puede ser recreada en el mini mundo de fantasía, bajo la lógica de que cada profesión u oficio se desarrolla gracias a los servicios que ofrecen marcas reconocidas en sus rubros, como por ejemplo LAN para los que quieren ser pilotos, Castaño para los panaderos, Canals 13 y La Tercera para los periodistas, y AngloAmerican, Banco de Chile, Salcobrand, Coca-Cola y Nestlé para cada uno de sus respectivos nichos, entre muchísimas otras empresas.

Como se observa, el juego de roles en determinados oficio siempre está asociado a una marca comercial. Más allá de si usted gusta a no del libremercado, convengamos al menos en que este supuesto entretenimiento está fidelizando a los menores en tanto futuros clientes o consumidores mediante una solapada estrategia de marketing. Postular lo contrario sería obviar que las mismas marcas disputan comercialmente por ser parte de las empresas de servicios en Kidzania. Y de hecho, nada se sabe de cuánto pagan por estar ahí.

Pero sigamos entendiendo la lógica. Para entrar a Kidzania hay que pagar, eso está claro. Con eso, el dinero se convierte en Kidzos, la moneda de la mini ciudad. Entonces, primero pagan por trabajar y luego de laborar reciben su propio pago. Qué mejor manera de enseñar el valor del trabajo, dirán algunos. Pero ojo, los Kidzos sólo se pueden usar en tiendas de Kidznia y el valor real de su esfuerzo sólo puede ser satisfecho en lo que esta mini ciudad ofrezca. Y para eso puede comprar ropa en Falabella, hacerse la manicure en el Salón de Belleza Gama, y tener poderosos teléfonos Smartphone de Entel.

A estas alturas vale la pena volver al inicio. Se supone que los niños juegan a ser adultos. En base a todo lo expuesto, cabe preguntarse, ¿era éste un juego para que la imaginación se expanda o más bien se atrofie? Porque nuevamente, no debe resultar sorpresa para nadie que se advierta una modelación de las mentes infantiles bajo las mismas lógicas que aguantamos los adultos. Aquí la pregunta es más compleja e incómoda, ¿de verdad es este el mundo que queremos que nuestros niños conciban dentro de los límites de lo posible?

Y es que a fin de cuentas, lo que para ellos significa un juego, para los adultos es una dinámica donde le están mostrando a sus hijos lo que significa trabajar. Algo que probablemente todo padre gustaría que entendiera a cabalidad su hijo cuando le pide y pide insistentemente juguetes o productos que no pueden costear. Pero la fantasía que ofrece Kidzania probablemente no se condiga con las actuales condiciones de producción del mundo real. De hecho, sería interesante comprar el valor del trabajo que allí se le otorga al panadero y el que realmente tiene en nuestra sociedad.

El mundo de fantasía en la infancia es fuente inagotable para las mentes creativas. Basta con recordar cuántas veces la caja donde venía un juguete se transforma inexplicablemente para nosotros en algo más atractivo que el mismo juguete. Eso muestra como el razonamiento divergente de los menores aún se mantiene y expresa libremente, mientras que en Kidzania esas posibilidades de salir del molde no existen. Lo cual hay que también señalar a la hora de tomar una decisión meditada sobre si llevar o no a su hijo a este ‘parque de entretenimiento’.

Finalmente cabe cuestionar el principio de educación entretenida que sostiene a esta atracción. ¿Qué concepto de educación se imparte en Kidzania? Si para llegar a ser médico o piloto hay que pasar por una universidad pagada, ese entendimiento de educación al menos se sitúa en conflicto con la lógica de la gratuidad que hace años viene demandando la sociedad. Eso también requiere de una revisión, ya que resulta al menos llamativo cómo una mini ciudad concebida desde y para el mercado llega reafirmar únicamente los valores que le son funcionales.

Todos estos antecedentes no significan que usted como padre o madre no pueda ejercer su libertad de llevar a sus hijos a este lugar, pero al menos aceptemos que detrás de esta dinámica existen estrategias de marketing asociadas que permiten a otros futuros o actuales padres opinar sobre la educación que reciben esos niños. Después de todo, cuando salgan al mundo real, seremos todos parte de esa misma (triste) realidad.

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