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Nicanor Parra y la izquierda en su cumpleaños: “Yo lo relativizo todo, hasta la revolución”

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 05.09.2014
Nicanor Parra y la izquierda en su cumpleaños: “Yo lo relativizo todo, hasta la revolución” A_UNO_432423_2266a |
Considerado como uno de los mejores poetas de occidente y siendo hermano, además, de la versátil artista comunista Violeta Parra, Nicanor forjó un camino político propio, desde una vereda independiente, compleja y atrevida que disparó en todas direcciones, aturdiendo a zurdos y liberales.

“Por una parte es un salvador, si no fuera por Pinochet estaríamos como Cuba. Eso es un hecho. Pero enseguida las atrocidades que se cometieron. Uno quisiera un salvador sin atrocidades. ¿Cómo junta uno las dos cosas? La atrocidad con una operación de salvataje. Si uno quiere pensar en grande la cosa, no hay tal salvador. Un salvador a corto plazo ¿para qué? Un mecanismo que se llama consumismo, pan para hoy y hambre para mañana”.

Así opinó el antipoeta sobre la dictadura en un documental de Víctor Jiménez Atkin que no estuvo libre de polémicas. Pese a que el material se reservó durante once años por el desacuerdo de la familia con la exhibición de dichas escenas, sus frases no hicieron más que profundizar las discrepancias –ya casi históricas- de la izquierda con el mayor de los Parra.

Considerado como uno de los mejores poetas de occidente y siendo hermano, además, de la versátil artista comunista Violeta Parra, Nicanor forjó un camino político propio, desde una vereda independiente, compleja y atrevida que disparó en todas direcciones, aturdiendo a zurdos y liberales.

Parra esbozó algunas orientaciones cuando la Revolución Cubana rendía sus primeros años de resistencia. En aquellos años, el antipoeta ya era mirado con desconfianza por sus acrobacias lingüísticas y la escasa definición de su postura en la materia. Él, sin embargo, no cedía a las presiones: “Yo lo relativizo todo, hasta la revolución”.

Fue en abril de 1970, sin embargo, cuando cayó la gota que rebasó el vaso. En una actividad organizada por la Biblioteca del Congreso de Washington, el antipoeta fue invitado a visitar la Casa Blanca con un grupo de colegas. Ahí, es recibido por la primera dama de Estados Unidos, Pat Nixon, quien lo convida a tomar té. Una cámara fotográfica captura el momento.

En Cuba y toda Latinoamérica, la izquierda acusa traición. La isla revolucionaria muestra su molestia retirando una invitación de La Casa de las Américas, donde Parra había sido convidado a participar como jurado del premio literario. “Solicito la rehabilitación urgente. Viva la lucha anti-imperialista de los pueblos oprimidos», responde el antipoeta, en su estilo impredecible y humorístico, pero ya no hay nada que hacer.

«Ya que usted apela a la justicia revolucionaria, como revolucionarios condenamos su confianza en el imperialismo”, fue la respuesta cubana.

 

“Revolución, cuántas contrarrevoluciones se cometen en tu nombre”

En Chile, poetas como Carlos Droguett, Pablo de Rokha y Gonzalo Rojas escriben ácidos comentarios sobre Nicanor. El comunista Pablo Neruda toma distancia. La izquierda –militante y no- no le perdona haber tomado el té con la esposa de Nixon, mientras Estados Unidos interviene Camboya y reprime a sus propios estudiantes al interior de las universidades.

Algunos de sus artefactos exhiben las reacciones del autor ante el rechazo cubano: “ME VOLARON UN ALA / Ahora soy una isla bloqueada por Cuba”. En el poema “Si el Papa no rompe con USA”, también evidencia su parecer tras la polémica: “si el Kremlin no rompe con USA / si Luxemburgo no rompe con USA / por qué demonios voy a romper yo”.

Algunos autores han señalado que, en los cincuenta, Parra estuvo influenciado por ideas anarquistas, aunque más parece haber sido un coqueteo de juventud. Tras el triunfo de la Revolución Cubana, señalan otros, se esperanza por el nuevo futuro de la isla, pero no llega a abrazar el legado del marxismo. Una distancia que estaría presente en toda su vida y obra.

Durante desarrollo de la Unidad Popular, sumado a lo ocurrido en Cuba, el antipoeta es inspirado a inspiran un ácido comentario: “Revolución / revolución/ cuántas contrarrevoluciones /se cometen en tu nombre».

Tras la irrupción del golpe militar en Chile, Nicanor Parra continuó con su rol académico en la Universidad de Chile y se le ofreció un cargo directivo. El antipoeta aceptó y quizás fue esa decisión la que terminó alejando a buena parte de su familia.

En dictadura, la escritura de Parra no da cuenta con claridad de lo que ocurre bajo el nuevo orden. Siempre desde su excéntrica forma de comunicar y sin abandonar su preocupación estética, las críticas que dirigió al régimen no fueron representativas de lo que se estaba viviendo, ni implicaron un foco importante de disidencia.

Desde el rechazo de la izquierda, el antipoeta esgrime punzantes críticas y radicaliza el discurso político de su poesía. Hoy, algunas estrofas son recordadas: “Cuba sí, yanquis también» (1970); «La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas» (1972) o «hasta cuándo van a seguir fregando la cachimba / yo no soy de derecha ni de izquierda / yo simplemente rompo con todo» (1972). Durante el mismo período, desde una faceta más cercana al nihilismo y fiel a su modo, Parra escribió el poema “No creo en la vía pacífica”.

“no creo en la vía violenta
me gustaría creer
en algo —pero no creo
creer es creer en Dios
lo único que yo hago
es encogerme de hombros
perdóneme la franqueza
no creo en la Vía Láctea”.

Años después del golpe, el mayor de la familia renuncia a su cargo en la Universidad de Chile y toma distancia de las multitudes. En el 78, Jaime Vadell montó “Hojas de Parra” y el antipoeta pagó duras consecuencias, recibiendo amenazas y la quema de la carpa donde se presentaba la obra. En adelante, su pluma se afila: “De aparecer apareció / pero en una lista de desaparecidos”, consigna durante el 83.

El partido de la ambigüedad

“¿Marxista?… No, ateo, gracias a Dios”. Esta y otras breves perspectivas de Nicanor terminaron por quebrar las confianzas de la izquierda, donde incluso se encuentran sus pares. Así, por ejemplo, Parra se motiva a escribir “Cristo del Elqui se defiende como gato de espaldas” (1983), en respuesta a las críticas de Volodia Teitelboim.

“lo siento mucho camarada Bolodia
no soy yo
son Uds. los que se quedaron atrás

SOCIALISTAS Y CAPITALISTAS DEL MUNDO UNÍOS
antes que sea demasiado tarde”.

El antipoeta nunca escuchó a quienes le pidieron tomar partido. La ambigüedad de sus definiciones se mezclaba con un rotundo rechazo a las etiquetas de lado y lado y la defensa tenaz de su modo de hablar “entre líneas”. La ironía y el humor negro de Parra nunca fueron suficientes para hacer las paces. Sus movimientos poéticos –y políticos, por ende- siguieron una línea bipolar y contradictoria que no terminó por convencer, ni siquiera en sus explicaciones: “Yo no soy derechista ni izquierdista/ Yo simplemente rompo los moldes”.

En una reciente entrevista, su nieto Cristóbal “Tololo” Ugarte señaló que Parra nunca ha recibido el Nobel por dos razones: una política y otra amorosa.

El Nobel es un premio geopolítico. Chile ya tiene dos premios Nobel, Argentina no tienen ninguno y tiene a Borges, y mi abuelo ha tenido problemas con la izquierda mundial, con Cuba y con Allende en la época de la UP que fue… él no se merecía eso”, señaló, recordando el episodio con la esposa de Nixon.

Ugarte recalcó que el antipoeta fue como un turista más a la Casa Blanca, cuando de repente “un muro falso apareció la señora de Nixon a regalarle un libro, y en la foto parecía que él le estuviera regalando un libro a ella. Entonces se le declaró persona non grata en Cuba y enemigo de la UP y ahí perdió para siempre con el Nobel”.

Además, Parra habría sostenido una relación con una de las integrantes de la academia a cargo del premio. La relación, según su nieto, no terminó bien y ella le aseguró que nunca obtendría el Nobel mientras viviera.

Su última polémica ocurrió en 2006, cuando el Centro Cultural La Moneda le ofreció exponer sus obras visuales. Entonces Parra volvió a enfurecerlos a todos: su obra “Los presidentes”, que representaba a los mandatarios colgados, consideró a Augusto Pinochet.

Hoy no hay consensos sobre su figura, pues el diagnóstico es tan contradictorio como su vida y obra. Al pasar su centenario, pocos pueden evitar rendirse ante su talento, pero otros cuestionan, todavía, el tenaz relativismo del artista que vio pasar el acontecer oscuro de Chile desde el partido de la ambigüedad.

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