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Director de documental sobre teatro callejero: «No es lo mismo una obra en el Parque Arauco que en el Paseo Ahumada»

Por: admingrs | Publicado: 17.12.2014
Teatro de la calle

Compañía «Teatro de la Calle», dirigida por Juan Manuel Sánchez.

«Más cerca de la luz», documental realizado por el joven musicólogo chileno Martín Farías Zúñiga, se estrena hoy en el Centro Cultural de La Moneda (19:30 hrs. Entrada gratuita) y en esta entrevista repasa los principales hallazgos de una amplia investigación realizada en torno a la escena teatral chilena, especializada en el ámbito sonoro de las tablas, terreno muy poco explorado en las investigaciones sobre el teatro en el país.

En esta ocasión, junto a la socióloga Eileen Karmy y a la actriz Tamara Capino, elaboraron una investigación audiovisual que rescata la escena callejera que resistió en dictadura, liderada por su máximo exponente, Andrés Pérez, hasta seguir el rastro de las activas compañías dedicadas exclusivamente al teatro de calle.

Política, contenido social y cultural crítico, se entremezclan en un estilo poco investigado pero mucho más cercano popularmente a su contraparte de sala y que Farías rescata, ante todo, por la potencia del discurso en sintonía con la intervención del espacio público.

 

Ya has investigado el mundo de la música teatral, escribiste dos libros sobre eso, pero ahora te volcaste al documental y específicamente hacia el teatro callejero. ¿De dónde surge este marcado interés y por qué ahora en ese formato?

A partir del trabajo de investigación que realicé sobre la música en el teatro, me vinculé con esta disciplina para conocer cómo funcionaba y en ese encuentro me fui dando cuenta que hay muy poca información sobre el teatro callejero. Muchas veces las investigaciones que se hacen permanecen en círculos muy cerrados. Se hacen tesis pero las conocen sólo los autores y se queda guardadas en una universidad sin acceso para nadie. No me interesaba repetir eso.

El equipo que se conformó lo hice invitando a mi pareja, Eileen Karmy, que es socióloga y también trabaja en temas sobre música, y a Tamara Capino, que es actriz. Como equipo nos propusimos investigar el teatro callejero pero haciéndolo como documental, porque queríamos ver a los entrevistados dándonos su testimonio en primer plano.

Bienaventuranzas

«Bienaventuranzas», uno de los montajes de la compañía Teatro Callejero de Andrés Pérez.

Sabíamos que había personas que todavía están vivas, relativamente jóvenes que hicieron teatro callejero, y tomamos como un hito la fundación del Teatro Urbano Contemporáneo que es la compañía que fundó Andrés Pérez a principios del año 1980. Desde ahí partimos contando la historia, entendiendo que para atrás también hay compañías que hicieron teatro de calle, durante la UP e incluso antes. Luis Emilio Recabarren era reconocido por hacer teatro en la calle y con una finalidad de agitación política. Nosotros lo tomamos desde los 80’ en adelante, en un contexto de dictadura, que es muy fuerte porque intervenir el espacio público en ese momento no es lo mismo que hacerlo hoy día.

Queríamos tener a toda esa gente joven que hoy hace teatro callejero en un documental y no en un libro, tener sus testimonios y recoger los archivos audiovisuales y fotografías que nos entregaron los mismos entrevistados. Creíamos que era la mejor manera porque lo que más interesaba era el contenido, y que si lo ponemos en internet o lo exhibimos en alguna sala, es más fácil que la gente se acerque a ese formato audiovisual que al libro.

El formato tiene mucha más posibilidades de acercar esa experiencia de ver el teatro callejero. ¿Cómo trabajaron eso para rescatar el momento episódico que es una obra de teatro en la calle?

Centramos el documental en el testimonio de las personas. Está lo que nos contaron las personas y ahí aparece el material de archivo como una manera de mostrar qué es lo que las personas nos van contando. Lamentablemente no hay mucho audiovisual porque en los 80’ no era tanta la gente que tenía una cámara. En ese sentido, cuenta con poquitos recursos el documental pero es súper valioso por lo mismo. Cada cosa que encontramos era una joyita.

Rosa Ramirez

Rosa Ramírez, parte de la Compañía Teatro Urbano Contemporáneo. Una de las entrevistadas en «Más cerca de la Luz».

Estructuramos el documental de esta manera en la que el material audiovisual y fotográfico pudieran dar cuenta visualmente de lo que significa intervenir el espacio público. Como son montajes que no son a la italiana -como se dice en el teatro, que es la manera en la que ellos construyeron esa visualidad que es sólo frontal- en el teatro callejero muchas veces el espacio es circular, o en media luna y eso obliga a los actores a relacionarse de otra manera con el público, con otros códigos y otros lenguajes. Vimos registros de los años 80’ en el pleno paseo Ahumada donde los actores comenzaban la obra y de a poco la gente se empezaba a juntar, y se formaba un círculo en torno a la gente de forma muy espontánea. Todo eso pasaba en momentos muy potentes, porque que se juntaran muchas personas no estaba permitido.

Queríamos ver eso, que es súper fuerte, y también ver los de hoy porque tenemos montajes que son de las compañías más nuevas y ahí también pasan cosas muy interesantes. Por ejemplo, la Patriótico Interesante, una de las con que hablamos, intervienen espacios que son súper simbólicos. Ellos tienen una obra que se llama “La Larga Noche de los 500 años”, que habla sobre la relación del pueblo mapuche y el pueblo chileno, y presentan la obra afuera de La Moneda, en la Plaza de la Constitución. Eso tiene un contenido muy fuerte porque presentar una obra con una temática tan potente y además contingente, en el espacio que se está presentando, es tremendamente simbólico. Y ahí hay algo muy interesante porque el teatro callejero está interviniendo espacios públicos y los está resignificando.

¿Existe algún desarrollo entre lo que fue el teatro callejero de los 80’ liderado por Andrés Pérez, que se desarrolló en ese contexto difícil de mucha represión, hasta el día de hoy a los 25 años de democracia? ¿Cambian las intenciones de cada montaje?

No hay un cambio tan drástico en las intenciones, son muy comunes, pero en el contexto sí y eso hace que hoy las compañías puedan usar la Plaza de la Constitución sin ser reprimidos. Hay una intención súper similar a la hora de intervenir los espacios públicos y acercarse a la gente. Es un teatro que va a las personas, porque es para mucha gente que nunca ha visto teatro. La gente en general no es muy cercana al teatro porque se ha instalado como una cuestión de ciertas élites intelectuales y son pocos los que van en comparación a otras manifestaciones artísticas. Pero acá la gente se encuentra con el espectáculo, y puedes ir si quieres y si te llegas a aburrir, te vas. No tiene esa cosa ceremoniosa del teatro de sala donde irse es muy mal visto. En el teatro de calle la gente si se aburre se va. Da lo mismo, y a nadie le importa. Está libertad de acceder si quieres, te quedas si quieres y si quieres no dejas ni uno cuando pasan la gorra y da lo mismo.

Sociedad Anonima

Montaje de la compañía «Sociedad Anónima».

Muchas compañías planteaban que sus obras tenían que ser cortas por una cuestión estratégica, porque entre que un Carabinero llegaba e iba a buscar la autorización para intervenir, la obra se acababa y entonces no alcanzaban a cortar nada. El teatro de los 80’ tenía esa cuestión instalada. Tenían que durar 15 minutos porque era lo máximo que podían hacer, aunque a finales de esa década se podían hacer obras más largas y en otros horarios porque, por ejemplo, se dieron cuenta que los Carabineros se iban a las 8 de la noche y ellos hacían las funciones en ese momento. Pero en términos del lenguaje, siguen los mismos códigos que usaba en el año 81 o 82 Andrés Pérez cuando decía “necesitamos que público vea, entonces usemos cosas que sean un poco más en alto para que los que están atrás vean”. Ahí se usa mucho el zanco, actores sobre otros, subiéndose arriba de tarimas, etc. La compañía de Andrés Pérez empezó a usar en la calles los andamios que después en los noventa y más adelante incorporaron todas las escuelas de teatro. Eso se transformó en un código y salió de ahí, de la calle.

¿Qué es lo que diferencia en términos de contenidos al teatro de sala al del teatro de calle?

El teatro callejero es súper amplio, así como también el de sala. Hay compañías que trabajan en la sala y sus contenidos a nivel discursivo son tremendos. Hay casos como de Tryo Teatro Banda, que tienen un trabajo de salas o en espacios cerrados pero que tratan sobre la historia de Chile, de cómo se formó y sobre cómo lo que hoy ocurre se relaciona con lo que pasó hace 200 años, y son muy políticas, muy sociales y con un contenido muy fuerte.

Pero también están las obras que son crípticas, que sus contenidos están muy escondidos. Yo no diría que el teatro de sala tiene menos contenido, porque así también en el teatro callejero hay cosas que son más visuales, que tienen menos contenido y son más una intervención. Pero lo que yo veo, a partir de la investigación que hicimos, es que la gran mayoría de la compañías de teatro de calle tienen un contenido político social muy fuerte, en lo que dicen y también en la intencionalidad que tienen. Eso es lo que al final marca una diferencia porque puedes tener una obra súper política pero si está corriendo en el Mori de Parque Arauco, no es lo mismo si está en el Paseo Ahumada donde cualquier persona puede acceder. Los montajes de calle no se presentan en la Plaza San Enrique, se presentan donde está centro de la ciudad, y donden transitan el pobre, el rico, el oficinista y los comerciantes ambulantes.

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