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Transantiago: La huelga que denuncia un modelo gestionario de perversidad

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 22.06.2015

transantiago choferLa Psicodinámica del trabajo, a diferencia de lo que habitualmente se plantea desde los enfoques administrativos, indica que el trabajo no es entorno, sino que penetra en la subjetividad de las y los trabajadores, en la organización del trabajo, es decir, la manera cómo se desarrollan las tareas se introduce en la subjetividad completa, en la psiquis, el cuerpo, la forma de vincularse con el resto y la adopción de ciertos criterios éticos en la convivencia.

En el año 2014 apareció como noticia en los medios el caso de dos suicidios de choferes del Transantiago, sin embargo, un registro informal llevado por sindicalistas da cuenta de a lo menos 30 suicidios desde la implementación de este sistema de transporte.

Desde la Psicodinámica del Trabajo, el suicidio de un trabajador es entendido como una denuncia de sufrimiento que no responde únicamente a la experiencia privada, sino que visibiliza el malestar del colectivo de trabajadores de ese lugar, pero ¿qué es lo que se denuncia en estos suicidios?

Transantiago se gesta e implementa con fallas técnicas y económicas graves. Se hace algo a sabiendas de los efectos desastrosos que tendría, sin embargo, se optó por justificar de diversas maneras su implementación, constituyéndose así- ocupando palabras de Zizek- en “un acto de cinismo ideológico” que ilumina lo que posteriormente se va a ir gestando.

La investigación realizada muestra que son los propios trabajadores los que ya no se conforman con explicaciones superficiales, aventurándose a establecer nuevas interpretaciones para comprender la muerte de sus compañeros: “La muerte de un compañero yo creo que es a causa de algo…no sé, hay que pensar más allá”, expresa un trabajador. Son ellos quienes nos invitan a salir de los supuestos habituales.

transantiagoUna manera en que estos suicidios pueden ser entendidos es a través del fenómeno del “chivo expiatorio”, el cual alude a la transferencia de culpabilidad. Se indican como “chivos” a depositarios de una violencia o discriminación injusta, sobre todo cuando se les acusa o castiga por los “pecados” de otros . Finalmente, termina siendo el pago por la tranquilidad ilusoria de la comunidad: “el comité paritario dice que el trabajador fue responsable de su propia muerte”. Se culpa al trabajador, se alude a problemas depresivos, infidelidades, deudas… y se tranquiliza el sistema.

Pero los conductores ya identifican que esto no tiene que ver con problemáticas de la dimensión individual: “esta muerte podría haber sido para cualquiera de los que trabajamos ahí”. En el depósito ya hay un temor compartido, una organización del trabajo que es vista como una amenaza para la propia vida.

Trabajadores desechables: la humanidad en cuestión

paro_transantiago_01El asunto de la jornada aparece de manera reiterada; desde la mirada de la gestión, vemos que esta cultura del exceso de horas de trabajo ya está instituida y banalizada, se ha perdido el pudor incluso para declararlo oficialmente. Un aviso de empleo menciona: “(…) la renta ofrecida es de $463.000 líquido más bonos, beneficios varios y la posibilidad de realizar horas extra para complementar renta en jornadas rotativas”. La hora extra usada como enganche para aumentar la renta es el símbolo de este modelo gestionario.

Las consecuencias de las extensas jornadas afectan la salud de los choferes. Son ellos mismos quienes lo expresan: “acá es raro encontrar una persona sana”, “se come mal, se duerme mal”. Por otra parte, la soledad y privación de habla que define este trabajo, los insuficientes descansos y la sensación de no ser respetados agrava aún más la precariedad laboral en la que se hallan: “tenemos que andar como los perros orinando en las ruedas o en las tornas”. En definitiva, un estilo de administración que pone en entredicho el reconocimiento de lo humano: “nosotros para ellos somos como un número”, “un conductor se muere o se enferma y entra otro”. De este modo, todo vuelve a la “normalidad”, se banaliza la experiencia, el dolor ha perdido su lugar de impacto.

Junto con lo anterior, los protocolos y procedimientos de trabajo imponen limitaciones a la creatividad, los trabajadores piensan soluciones pero no es posible mejorar las cosas: “antes uno tenía la presión que si no salía a trabajar no ganaba plata, acá si uno no sale, el sueldo va a estar igual…pero no se puede trabajar”. El sufrimiento se genera cuando no es posible trabajar, es decir, concretar la movilización de la inteligencia, por tanto, se vuelve un trabajo enajenado, sin sentido, imposible de recibir el reconocimiento social.

«El chofer condensa en sí todas las problemáticas de la aplicación de un modelo empresarial a un bien público y ello es vivenciado en las propias reglas del trabajo y en el hecho de que los choferes son los depositarios de las reacciones de los usuarios ante el mal servicio».

El chofer condensa en sí todas las problemáticas de la aplicación de un modelo empresarial a un bien público y ello es vivenciado en las propias reglas del trabajo y en el hecho de que los choferes son los depositarios de las reacciones de los usuarios ante el mal servicio: “la violencia social se sube a la micro”, la violencia circula y se configura al chofer como el culpable de todos los males.

Este es un sistema de administración que no tiene ningún interés en el trabajador en tanto ser humano, sino que solo se beneficia de su uso y explotación. Un trabajador señala: “quedó demostrado que la actitud de la empresa era ver de qué manera se sacaban la muerte del compañero de encima”. Los choferes advierten en las decisiones de las jefaturas un cinismo brutal: “él acusó dolor de cabeza, pero lo mandaron a trabajar igual” (horas más tarde este chofer sufriría un derrame cerebral en pleno recorrido). Cuesta creer que los Gerentes no sepan lo que hacen. Sin embargo, lo hacen.

Esta sensación de ser permanentemente violentados y además fracasar en la modificación de la realidad, termina afectando directamente la valoración grupal y personal, deteriorando la vida psíquica. El fortalecimiento de la identidad se hace cada vez más difícil, dejando una huella que termina por negar dicha identidad, pues no se es digno de respeto, no se es inteligente, en definitiva, no se es importante: “somos como un perno, un perno se corta, cambian el perno y listo”.

Tal como lo vivencian los conductores “esto es una tómbola”, todo puede pasar: trabajan enfermos, medicados con psicofármacos, son violentados por el sistema gestionario, por los usuarios… el desborde está latente.

Por estos días, trabajadores del Sindicato A Luchar y Sintrans, de la empresa operadora del Transantiago “Santiago Express”, se encuentran en Huelga en el marco de la negociación colectiva que llevan adelante con dicho empleador. Es un despertar que busca detener esta tómbola, hacer del sufrimiento una fuente de movilización, ir en la búsqueda de su deseo de justicia, de valoración y esencial derecho a ser reconocidos. Ellas y ellos están continuando el sinuoso camino de la lucha colectiva por la dignidad.

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