Avisos Legales
Nacional

Medios de comunicación, lenguaje y violencia hacia las mujeres

Por: Stella Salinero Rates | Publicado: 21.10.2015

 

la cuarta anticucho

Desde hace mucho tiempo que asistimos a un uso del lenguaje, por parte de algunos medios de comunicación, que banaliza e ironiza la violencia hacia las mujeres. Se ha llegado a un tal extremo de irrespeto que ya no podemos dejar de expresar con fuerza nuestro malestar, así como la enorme impotencia que sentimos al observar -ya sea en la portada o en el interior de diferentes periódicos- cómo la agresión física, sexual y psicológica pareciera ser un solo chiste o por lo menos merecer el tratamiento de una broma.

Pienso que deberían tomarse medidas drásticas por parte del colegio de periodistas e iniciar una campaña para tipificar legalmente dichos actos como promoción de la violencia en el marco de la ley antidiscriminación.

¿Dónde está la ética profesional de las y los periodistas de estos medios?  Sanciones morales no bastan para solucionar la falta de profesionalismo, el tratamiento burdo y escandaloso que algunos “profesionales” hacen del maltrato que vivimos las mujeres. Pienso que deberían tomarse medidas drásticas por parte del colegio de periodistas y que deberíamos iniciar una campaña para tipificar legalmente dichos actos como promoción de la violencia en el marco de la ley antidiscriminación. Como ejemplo de lo que comento, hace un par de semanas el diario La Cuarta publicó la siguiente portada: “HIZO ANTICUCHO CON LA POLOLA” ¿Cuál es el mensaje que nos entrega este titular y en qué lugar sitúa la violencia? El uso del lenguaje que hace La Cuarta, permítanme decirlo, no tiene nada que ver con la libertad de expresión, sino más bien con la producción y reproducción de un modo de presentarnos a las mujeres degradadas en nuestra humanidad, denigradas física y psicológicamente.

La Red Chilena Contra la Violencia hacia las mujeres lleva trabajando arduamente, desde su fundación en 1990, para terminar con estas expresiones sexistas que señalan cómo las mujeres estamos devaluadas y envueltas en un continuo de violencia, tal y como queda debidamente corroborado en la última investigación presentada en el libro de reciente aparición titulado  El continuo de violencia hacia las mujeres y la creación de nuevos imaginarios. Desde 2007 la Red lanza la campaña contra la violencia hacia las mujeres El Machismo Mata en múltiples regiones del país, en un esfuerzo y coordinación nacional, como una herramienta para concienciar a las mujeres mismas sobre nuestros derechos y el valor de nuestras vidas y a los hombres sobre esta situación permanente de violencia que está enquistada en nuestra sociedad, la que por supuesto también los degrada.

Cuestiones como el tratamiento que da un periódico a la noticia, el lenguaje con que se expresa, la opción que toma conscientemente para dirigirse a sus lectores no es algo inocuo, sino que responde a una política editorial (y con ella a un intento de que determinados sectores, sus lectores, capten la realidad desde una determinada óptica). Lo que hacen estos medios de comunicación masivos es poner en circulación imaginarios que apoyan y difunden ideologías como el machismo (y decimos que el machismo es una ideología pues se trata de un conjunto de representaciones que contribuye a enmascarar, reforzar y sostener relaciones desiguales y de dominio entre hombres y mujeres). No es otra cosa que una apología de la violencia de género.

Pareciera que en relación a las mujeres el respetuoso uso del lenguaje no tuviese importancia, por lo que una brutal agresión o asesinato puede ser leído como una anécdota. Esto ya ha sido denunciado en la obra de Frida Kahlo “Unos cuantos piquetitos” (1935), que critica la presentación de un acto atroz de violencia como si fuese una minucia. La obra de la artista mexicana nos remese ante semejante falta de justicia y crueldad por lo que tiene justamente de real y cotidiano. Eventos como el que enunciamos (titular del diario La Cuarta) nos muestran el enorme trabajo que hay que seguir realizando en este campo. Resulta lamentable observar cómo muchas y muchos aún ven en estas expresiones cuestiones sin importancia y livianas. Afirmar el valor de estas manifestaciones es negar la violencia que sentimos, es afirmar el derecho a invadir públicamente nuestra intimidad (desgraciadamente nos muestra también cómo las ideologías pueden ser sostenidas y apropiadas por el propio grupo de las víctimas).

No puedo terminar esta crónica sin hacer referencia a las imágenes que aparecen en diarios, revistas y la TV cuando se habla de temas como el aborto. Particularmente, quiero referirme a la campaña que se ha tomado la ruta 68 que iguala aborto con violación de los derechos humanos en dictadura en nuestro país, cooptando la simbólica imagen del Estadio Nacional, como si se tratase de situaciones y contextos que pudiesen homologarse. Es una provocación y una profunda falta de decoro decir que el terrorismo de Estado es equivalente a la realización de un aborto, y más aún cuando se trata de casos en que esa vida es inviable, y donde someter tanto al feto como a la madre a una espera en que se sabe de antemano que ambos van a sufrir, resulta en un lamentable agravante de la situación. Me sorprende la enorme falta de empatía ante quienes deberíamos mirar como víctimas (parte de quienes apoyan dichas campañas son justamente quienes irrespetaron la vida y justificaron o callaron ante la violencia represiva del Estado y sus agentes). En el caso de una violación, me parece injustificado imponer a esa mujer una doble violencia, la ya ejercida por el violador y la social que impone la obligación de gestar. Vuelvo al titular de La Cuarta para recordar que el uso del lenguaje (visual o escrito) agrega una dimensión de penalización o sanción pública al legítimo derecho que tenemos de ser libres sujetos de derecho. No sería extraño que quienes están detrás de medios y titulares como el aludido sean los mismos que inician campañas por la vida en que muestran el doble racero con que juzgan la realidad. Cuando una mujer aborta corren a acusar de asesinato, cuando una mujer es asesinada restan peso con alusiones a lo “pasional” o haciendo bromas de mal gusto sobre los hechos.

 

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