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Delincuencia, Medios de Comunicación y alienación: “Cuando Luksic cayó en su propia trampa”

Por: Mariano Rivera y José Miguel Pereira | Publicado: 09.12.2015
No es secreto que las élites, ante la necesidad de defender el sistema que les privilegia, se han apoderado de las herramientas que posibilitan su dominio ideológico: la insostenible concentración en los Medios de Comunicación Masivos por parte de consorcios nacionales y transnacionales es reflejo de aquello.

No es secreto que las élites, ante la necesidad de defender el sistema que les privilegia, se han apoderado de las herramientas que posibilitan su dominio ideológico: la insostenible concentración en los Medios de Comunicación Masivos por parte de consorcios nacionales y transnacionales es reflejo de aquello.

¿Pero por qué preocuparnos de esta triste realidad?, ¿qué es lo que pierde nuestra sociedad con esta evidente manipulación? Habermas nos diría que la opinión pública puede manipularse e instrumentalizarse, a costa de que los individuos pierdan de vista el sentido de sus vidas y olviden, de paso, la importancia radical de la interdependencia dentro de una sociedad. Así, la manipulación de la opinión pública tiene como objetivo, simplemente, justificar y legitimar un statu quo propicio para la ideología neoliberal, creando seres humanos egoístas, competitivos y poco reflexivos, lo que Carlos Marx definiría como seres humanos “alienados”.

Lo anterior, resulta indispensable para la élite chilena en el contexto de “develamiento de la crisis de Estado”, lo que Álvaro García Linera define como el momento en que las ideas dominantes de la sociedad ya no son creíbles y comienzan a ser cuestionadas.

Precisamente en esa lógica, en noviembre pasado uno de los aparatos de reproducción ideológica del Capital (Canal 13 de Luksic) operó abiertamente para imponer en la agenda pública, uno de los elementos más convenientes para la clase explotadora: el “problema de la delincuencia”.  Así, por intermedio del show televisivo “En su propia trampa”, el empresariado, Luksic y su canal de TV volvieron a amedrentar a la población, con mensajes larga y rigurosamente reproducidos por los noticieros y matinales, reduciendo el fenómeno de la delincuencia a la mera figura de los “portonazos” y confundiendo a la población con el eterno comodín del miedo a la otredad… a la marginalidad.

Si antes fueron los lanzasos o alunizajes, hoy por hoy los asaltos a centros comerciales o los robos de automóviles son el arma infalible para llamar la atención de la ciudadanía e invisibilizar las demandas de interés nacional, como la incipiente articulación de ideas en torno a la Asamblea Constituyente.  A sabiendas de lo anterior, “En su propia trampa” evidenció groseramente el interés de la clase dominante, manipuló la indigna realidad de la segregación social presente en las poblaciones del país y se regocijó con la conculcación de los Derechos Humanos de quienes habitamos en ellas.

El montaje realizado por Canal 13 sobre la Población Parinacota, nos permite reconocer los intereses sombríos detrás de la escandalosa manipulación mediática y su utilización como dispositivo para controlar el Sentido Común. Esto, pues aquel 31 de octubre, lo que la prensa neoliberal reprodujo como “un enfrentamiento entre bandas narcotraficantes rivales”, fue contradicho por los propios pobladores de Quilicura quienes en un video viralizado en redes sociales, narraron el «levantamiento de una población frente al poder del narcotráfico que los sometía a base de la fuerza y el terror». Si este relato es  cierto, los abusos y la usurpación de la dignidad habrían terminado por colmar la paciencia de los pobladores y éstos, en pleno ejercicio de su soberanía, se alzaron para recuperar la tranquilidad perdida echando mano al mismo método que la élite ha usado sistemáticamente desde el siglo XIX: la fuerza y la imposición.

Los hechos de la población Parinacota evidencian que la energía revolucionaria habita en la memoria de un pueblo que, tarde o temprano, ejercerá su soberanía, renunciando a la condición mendicante a la que ha sido reducido.

Mariano Rivera y José Miguel Pereira