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Las actitudes cotidianas que no sabías que eran machistas

Por: Equipo El Desconcierto | Publicado: 17.03.2016
Un punteo de actitudes micromachistas que probablemente, independiente de tu género, nunca te habías cuestionado.

En un contexto marcado por una alta tasa de femicidios -11 en lo que va de 2016- y la fuerza de demandas feministas como la aprobación del proyecto de ley del aborto en tres causales y el que regula el acoso callejero, en el desconcierto.cl queremos mostrarte conductas cotidianas que, por sutiles que parezcan, son derechamente machistas.

Acá te mostramos un punteo de actitudes micromachistas que probablemente, independiente de tu género, nunca te habías cuestionado.

Mujer doméstica

El rol de criar a los hijos suele asociarse forma espontánea a la mujer, que al tener hijos pasa de ser mujer a madre, como si ese rol fuera el que la define desde que parió en adelante. De ahí que los mudadores estén en los baños de mujer y que, cuando un niño se cae, la gente que está alrededor pregunte “¿dónde está la mamá?”, cosas que cargan la responsabilidad a las madres y anulan el rol de los padres.

Lo mismo ocurre con las labores domésticas como cocinar y limpiar, por lo que en general cuando un hombre lleva a cabo alguna de estas acciones se dice que “ayuda” con las tareas de la casa, entendiendo que la mujer es la encargada natural de hacerlas.

Esta idea se refuerza desde que las niñas son pequeñas con juguetes que fomentan la maternidad, la belleza y la fragilidad. “Cumplen la función de que las niñas socialicen e incorporen en la práctica cotidiana como algo normal y natural el rol de madre y cuidado, la responsabilidad exclusiva en el mundo de lo privado, además de los modelos de belleza y dependencia emocional transmitido por las princesas”, explica a eldesconcierto.cl Jéssica González, directora de proyectos de ComunidadMujer.

El galán y la princesa

La figura del príncipe azul que las mujeres ven desde chicas en las películas de Disney da vida al hombre galán o caballero. El que abre la puerta, te lleva la mochila cuando pesa, te saca a pasear en auto, paga la cuenta y provee los insumos del hogar cuando se van a vivir juntos después de pedirte matrimonio.

¿El problema? Aunque las películas idealicen el cuento, la verdad es que se genera una relación con roles desiguales, donde tanto hombre como mujer cargan con una enorme presión de cumplirlos.

En conversación con eldesconcierto.cl, Jorge Arrate, ex ministro y ex candidato presidencial, confiesa que fue criado en una familia con valores muy tradicionales y que aún queda algo de esa educación de galán en sus actos. “Creo que la galantería entendida como buen trato –otra cosa es el acoso- no hay que abandonarla, quizás eso me queda de machista a pesar de que he seguido todos los cursos y especializaciones de feminismo. Pero sería ideal que la mujer también fuera galán en ese sentido”, ríe Arrate, que está emparejado con la escritora feminista Diamela Eltit.

Arrate cuenta que tiene grabada la frase “los hombre no lloran” y que sigue abriendo la puerta a las mujeres, pero que a veces también lo hace en forma de gentileza con los hombres.

La lógica de caballero también opera en la sexualidad. Al momento de salir de fiesta, por ejemplo, se espera que los hombres saquen a bailar a las mujeres. Su objetivo suele ser que «les salga» brillo. De esta forma es el hombre quien debe seducir a la mujer en términos sexuales, de aquí la frase «el hombre cuando puede, la mujer cuando quiere».

Si llegan a la cama la cosa cambia. Es ella quien debe procurar estar depilada, con un conjunto de lencería sensual y dispuesta a hacer sexo oral. De hecho, según un estudio realizado en Canadá, un 26.4% de mujeres da pero no recibe sexo oral, situación en la que se encuentra sólo un 10.1% de los varones.

“Como niñita”

“¿Tenís vagina que no tomai piscola?”, es una de las miles de frases poco creativas que vinculan a la mujer, y todo lo que se aleja del concepto tradicional de hombre macho, con la debilidad. Ejemplos como este salen a relucir frecuentemente en conversaciones entre hombres que hablan de “llorar como niñita” o en espacios relacionados al fútbol, como cuando gritan en el estadio “Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver: este  no es un arquero es una puta de cabaret”.

No se trata de ser tonto grave, pero esas bromas, además de no ser divertidas, tienen un trasfondo profundamente machista. Como ejemplo está la rutina de Edo Caroe en el Festival de Viña, donde dijo: “Siempre que pienso en Camila Vallejo, siento que es Macaulay Culkin. Nunca sabremos si Jackson se lo puso o no”. El comentario reduce a Vallejo a su rol de mujer objeto en vez de criticarla por su trabajo político, como lo hizo Caroe con el resto de los políticos que mencionó.

Para hacer reír no es necesario caer en el machismo, así lo demostró la humorista Natalia Valdebenito en el pasado Festival de Viña, donde logró hacer una rutina graciosa y feminista a la vez.

La secretaria sexy

El machismo se reproduce cotidianamente también en el trabajo. Más allá de que estudios demuestran que las mujeres ganan casi un 20% menos que los hombres sólo por el hecho de serlo, ocurren otras discriminaciones.

Es frecuente que al momento de emplearlas su físico y modo de vestir influyan más que los del hombre y muchas veces sean características que se prioricen, dejando en segundo lugar sus capacidades para el trabajo en cuestión. De ahí la clásica imagen de la secretaria sexy y la frase “Además de bonita, es inteligente”.

Este tipo de diferencias según el género han salido a flote en las investigaciones de Fundación Sol, dedicada a estudios sobre trabajo y sindicalismo, específicamente en el documento “Mujeres trabajando”, que refleja la situación laboral de las chilenas.

Ahí se puede ver que existe una distribución de distintas áreas de trabajo según el tipo. Algunas áreas feminizadas son las de servicio o labores domésticas: el 70% de quienes se ocupan de labores familiares no remuneradas son mujeres y el 97% lo son en el caso de trabajo doméstico remunerado. Sólo el 31% de las personas que trabajan en cargos de poder en el poder ejecutivo, cuerpos legislativos y directivos con mujeres.

Benjamín Sáez, sociólogo que participó en el documento citado, afirma que los datos se explican por una sociedad machista. “Estas cifras están respaldadas por un armatoste cultural que distribuye roles de género que reproducen la idea de que la mujer está ligada al hogar, le exigen cierto modo de relacionarse y la vestimenta es algo sobre lo que las mujeres tienen una gran presión. Así una serie de aspectos que son tan cotidianos que a veces no se ven, pero que echan a andar esta máquina simbólica cultural que hace que estas diferencias entre hombre y mujer se naturalicen”, dice en conversación con eldesconcierto.cl.

En entrevista con nuestro diario, la diputada Camila Vallejo (PC) denunció prácticas machistas en el Congreso. “El que una mujer dé una opinión, seguido un hombre que la repite y se cita la opinión del hombre y no de la mujer. En las comisiones se da mucho que al hombre se le trata de diputado y a la mujer por el nombre o que la traten de “mijita”, o “mi amor”. Se la trata como una niña, alguien en una posición de inferioridad. Son micromachismos que son pan de cada día”, cuenta.

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