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Las salmoneras, en el centro del debate: ¿Se quedan o se van?

Por: El Desconcierto | Publicado: 20.05.2016
Las salmoneras, en el centro del debate: ¿Se quedan o se van? Defendamos-el-mar-960×623 |
40 años han pasado desde que se instalaron las salmoneras en el sur del país.

A 40 años de su instalación en Chile, la pregunta que surge en los debates públicos es si deben quedarse o es mejor que se vayan.

Para el biólogo Héctor Kol, quien durante tres lustros trabajó para esta industria y luego se convirtió en su más encarnizado enemigo, afirma que “la solución al desastre del mar austral pasa por la erradicación de las salmoneras”.

Argumenta que sólo así se cortará el flujo de nutrientes que provoca la eutrofización (el fenómeno que propicia la proliferación de plancton) de los espacios marinos intervenidos; acota que “los excesos de materia orgánica, por sobre las capacidades de carga han producido condiciones anaeróbicas (no aptas para la vida) en al menos 400 puntos del Mar de la Patagonia, desde Puerto Montt (Los Lagos) a Capitán Aracena, en la Región de Magallanes”

Para Cosme Caracciolo, vocero de la principal organización nacional de pescadores, la Condepp, “el hambre que está pasando la gente de la décima región es responsabilidad de la industria salmonera”.

Él piensa que “esto no se soluciona con un bono de dinero, sino que castigando a los culpables, estableciendo que los empresarios y los gobiernos que han provocado esta catástrofe, se hagan responsables del daño que han causado”.

Agrega: “Tenemos que sacar a la industria del salmón y trabajar todos como país para recuperar los recursos naturales y eliminar a la industria”.

Este pescador de Cahuil –Región de O’Higgins– asegura que lo mismo que ha ocurrido en Chiloé “se va a repetir en todo el país si no hacemos algo… vamos a tener hambre en todo el país, porque los peces fueron entregados por los gobiernos de Ricardo Lagos (2000-2006) y Sebastián Piñera (2010-2014) a un grupo de empresarios”.

“Es cosa de tiempo para ver a todos los pescadores movilizados, porque tienen hambre. Y eso es responsabilidad del mundo político”.

En la entrevista Caracciolo, plantea que “los empresarios y políticos que implantaron el modelo económico capitalista neoliberal miran el medio ambiente, en este caso el mar, como una fuente de obtención de dinero sin preocuparse de su cuidado”.

Expresa que “el mundo político y empresarial está diciendo que la causa del problema son fenómenos naturales como es la marea roja o el bloom de algas, y eso es falso”.

Agrega: “Siempre dijimos que esa era una industria ineficiente si es que se ponía en valor el medio ambiente. Y ese costo lo estamos pagando todos nosotros, especialmente los pescadores”.

Falta de regulación

Desde que las salmoneras comenzaron a instalarse en Chile (1976) nunca han tenido la obligación de realizar estudios de impacto ambientales, necesarios para medir la capacidad de carga de los sistemas intervenidos.

Las empresas sólo han presentado declaraciones de impacto ambiental (DIA), que casi sin excepción han sido aprobadas por la Autoridad Marítima.

Las Declaraciones de impacto ambiental (DIA) son apenas una declaración jurada.

Para definir las Áreas Aptas para Acuicultura (AAA) no se hicieron estudios necesarios. “Simplemente se trazaron líneas rectas en el mapa”, dijo a este corresponsal –en 2009– el ahora extinto abogado experto en legislación marítima Fernando Siebald.

“Las AAA sólo dejan a salvo los espacios para navegación pero no se conducen con las condiciones especiales de cada entorno. Las líneas rectas, dentro de una visión integral o ecosistémica de los espacios son, evidentemente, arbitrarias”, señaló Siebald.

Para definir las zonas AAA en la Región de los Lagos, el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle emanó en 1993 el Decreto Supremo del Ministerio de Defensa Nacional 371/93, previa resolución de la Subsecretaria de Pesca 792/92.

El informe técnico de esa subsecretaria, que avaló dicha declaración, se limita a señalar que se cumplieron los requisitos establecidos en el artículo 67 de la Ley de Pesca y Acuicultura, que regula las asignaciones de concesiones acuícolas. No venía acompañado de un informe científico.

La propia jefa del Departamento de Acuicultura del Sernapesca, Alicia Gallardo, declaró en noviembre de 2008 “que las AAA no son aptas para acuicultura”.

Kol comenta en este sentido que los entes públicos fueron incapaces de regular la industria: “Autorizaron a salmoneras a duplicar y hasta triplicar su producción en zonas como el Seno de Reloncaví, donde ya había centros que estaban anaeróbicos. Eso implica triplicar el suministro de alimentos y, por lo tanto, triplicar el aporte de nutrientes que se deposita al mar, del que se alimentan las microalgas tóxicas”.

Cita como ejemplo lo ocurrido con el centro de cultivo Isla Guar Sur de Marine Harvest, que hasta el 11 de septiembre de 2011 tenía autorizada una producción de 4 mil 200 toneladas. “El 12 de septiembre de aquel año le aprobaron una ampliación de producción a 7 mil 670 toneladas anuales, es decir, casi el doble en un solo día”. Esto, sin que mediara ningún estudio de capacidad de carga.

Kol dice que “no es casualidad” que en marzo pasado, cuatro de los cinco centros de cultivo que había en Guar fueran “liquidados” por el bloom (proliferación) de algas.

El veterinario y director ejecutivo de la ONG Ecoceanos, Juan Carlos Cárdenas,  estima que lo sucedido en el mar Austral “demuestra que la industria salmonera no es sustentable, como evidencian sus periódicas crisis ambientales y sociales”.

Recuerda específicamente la crisis sanitaria derivada de la expansión de la anemia infecciosa del salmón (virus ISA). Esta plaga se inició en 2007 y se prolongó hasta 2010. Provocó pérdidas por 5 mil millones de dólares, un descenso de casi 50% de las producciones de salmón, la pérdida de 26 mil empleos y la contaminación viral de las aguas del sur de Chile.

Dicha crisis comenzó en centros de cultivo de la empresa líder a nivel mundial, la noruega Marine Harvest (MH), en el estuario del Reloncaví. Tras un verano muy caluroso en el cual el agua alcanzó inusuales 21 grados centígrados, las granjas marinas se infestaron de piojos de mar (Caligus sp). Este crustáceo copépodo llena de heridas a los salmones, que se estresan y debilitan. A través de estas heridas se introduce el ISA.

La propagación de esta plaga fue favorecida por el irracional hacinamiento en el que viven los salmones, la cercanía entre centros de cultivo y el uso indiscriminado de pesticidas, sin periodos de descanso. MH ha sido acusada de llevar desde Noruega a Chile ese virus en hueva de salmónidos. Tras la crisis, MH compró baratas empresas salmoneras en quiebra.

*Este artículo fue publicado en el Semanario Proceso de México. Se reproduce con autorización del autor.

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