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Opinión

El paternalismo estatal de la salmonicultura Chilena

Por: Victor Vidal Bobadilla | Publicado: 10.06.2016
La dinámica de continuo apoyo a la industria salmonera por parte del Estado es una evidencia de su baja resiliencia, en donde los cambios solo han sido realizados cuando emerge una crisis

Según datos oficiales, la principal actividad acuícola de Chile es el cultivo del salmón, totalizando el 93% de las exportaciones del sector. La acuicultura en Chile es responsable de 73.520 puestos de trabajos y es vista por el gobierno como una alternativa de reconversión del sector pesquero que ha perdido empleos a causa de la sobrepesca de las poblaciones de peces salvajes. De acuerdo a SalmonChile, la industria del salmón representa el 58% de las exportaciones pesqueras del país y el 4% del total de exportaciones de la economía chilena, siendo en 2010 el tercer producto de exportación detrás del cobre y la celulosa. A nivel internacional, Chile es el segundo productor mundial de salmón, siendo superado solo por Noruega.

La historia de esta “maravilla económica” se remonta a la segunda mitad de los ’70, cuando se inicia un fuerte fomento gubernamental para la instalación de un modelo salmonicultor en Chile. Una barata fuerza laborar, disponibilidad de recursos naturales y una rápida transferencia tecnológica desde los países desarrollados a nuestro país, desencadenaron un rápido crecimiento de la industria (Montero, Konde, & Farinelli, 2006). Problemas ambientales y fuertes regulaciones en los productores de salmón del hemisferio norte, debido principalmente por impactos en las poblaciones salvajes de salmones causados por individuos que escapaban de las granjas salmoneras, sumado a una demanda creciente de las empresas supermercadistas de los países desarrollados, facilitaron aún más el auge de la industria salmonera nacional (Constance & Jentoft, 2011).

Sin embargo, la historia de esta industria no ha estado libre de problemas, en 1988 un florecimiento algar mató el 50% de la producción nacional de salmones. Más tarde, en 1997, nueve compañías chilenas fueron culpadas por un tribunal de Estados Unidos al encontrarse evidencia de “dumping”; es decir, el gobierno chileno estaba ayudando a las compañías para vender salmón bajo el costo de producción. Luego, en 2007, el virus ISA provocó la pérdida del 41% de los empleos de la industria salmonera chilena. Existe evidencia suficiente para establecer que las granjas sobrepobladas de salmones y estándares bajos de bioseguridad facilitaron la diseminación del virus.

El 2010 un cambio regulatorio substancial fue realizado. La modificación de la Ley de Pesca, en específico en materia de acuicultura (Ley 20.434), permitió privatizar las concesiones acuícolas, transformándose un bien público en uno privado y haciendo posible que exista un mercado de concesiones y que estas puedan ser transadas entre privados. Esto permitió a la industria conseguir el crédito para la recuperación del virus ISA ,debido a que las concesiones podían ser hipotecadas como garantías frente a la banca apalancando créditos bancarios por 450 millones de dólares (donde el Estado chileno actuó como aval del 60% de este monto). Es importante destacar que son industrias transnacionales las que concentran la mayor parte de la industria del salmón en Chile. Compañías de Noruega, Estados Unidos, Japón, Holanda, Canadá y España, entre otros países, dirigen la industria nacional, consiguiendo utilidades del uso de los recursos naturales chilenos y recibiendo apoyo financiero e institucional de parte del Estado.

Finalmente, este año un florecimiento algar causó la muerte de 23 millones de salmones, los que en su mayoría fueron transformados en harina de pescado y vendidos como subproducto, pero aproximadamente 4.655 toneladas de salmones muertos fueron lanzados al océano abierto con autorización del gobierno. Es probable que el cambio climático y el fenómeno de El Niño tengan una significativa responsabilidad en el fenómeno a causa de un aumento en la temperatura superficial del océano. Pero el continuo aporte de nutrientes por parte de la industria durante su historia en la zona al menos merece el ser estudiado para poder clarificar la real dimensión de su influencia en la intensidad del fenómeno.

El desarrollo económico de parte importante del sur de Chile en las últimas décadas se ha debido a ciclos exhaustivos de extracción y degradación de los recursos naturales. Ejemplo de esto son la pesquería de captura y la actividad forestal (Barton & Fløysand, 2010). La industria del salmón trabaja bajo el mismo paradigma económico, conduciendo el negocio hasta los límites ecosistémicos presionando los recursos naturales y acumulando riquezas en solo unos pocos. Históricamente dentro de los motivadores del crecimiento de la industria del salmón en Chile se han encontrado el apoyo estatal y una cómoda política ambiental. Esta dinámica de continuo apoyo a la industria salmonera por parte del Estado es una evidencia de su baja resiliencia, en donde los cambios solo han sido realizados cuando emerge una crisis, la mayoría de las veces como resultado de sus malas prácticas y no mediante el modelamiento de futuros escenarios basados en información científica.

Usando el mismo paradigma del pasado, el gobierno propone para el futuro del sector acuícola una mayor diversificación, debido a que casi la totalidad del sector corresponde a la salmonicultura, lo que lo hace altamente vulnerable. Con la justificación de generación de empleo, el gobierno fomenta la expansión acuícola hacia el norte del país. Este escenario parece inevitable, por lo que la futura expansión debe realizarse tomando en cuenta los sistemas socio-ecológicos de cada localidad y trabajando con esquemas que permitan una mirada de largo plazo, como lo son el manejo adaptativo de recursos naturales, manejo integrado de recursos costeros y/o acuicultura multi-trófica integrada (Buschmann et al., 2009). Además, el Estado debiera invertir en investigación para el desarrollo de regulaciones con fundamento en los procesos ecosistémicos, y la asignación de licencias debiese evaluar el impacto local y el impacto sumativo del agrupamiento de distintas granjas salmoneras en una escala más amplia (Buschmann et al., 2009). De lo contrario, es probable que se repitan las dinámicas de agotamiento de los recursos naturales y degradación ambiental propias del modelo exportador extractivista basado en la exportación de “commodities” que hasta ahora, en el caso de la salmonicultura, ha contado con apoyo estatal para la acumulación de riquezas en manos de empresas transnacionales, socializándose los impactos negativos de la actividad y privatizándose los beneficios.

La relación de la industria y las comunidades locales debe cambiar, y la ética del negocio que actualmente es orientada a las utilidades debe ser orientada a la generación de valor compartido. Si la industria no cambia pronto su modelo de negocio, futuras crisis probablemente volverán a surgir sumándose a la historia de tropiezos. Tristemente, la historia de la industria en Chile ha mostrado que solo las crisis han influido en mejoras ambientales. A raíz de esta última emergencia que causó la muerte de 23 millones de salmones, quizás algún cambio regulatorio será realizado, y las compañías adoptarán nuevas buenas prácticas y estándares ambientales más altos, pero es probable que estas medidas se ajusten a la actual crisis pero quizás no a las futuras e inciertas emergencias, porque al parecer la industria salmonera chilena no basa sus operaciones en un modelo de manejo de los recursos naturales basado en el aprendizaje.

Bibliografía consultada

Barton, J. R., & Fløysand, A. (2010). The political ecology of Chilean salmon aquaculture, 1982-2010: A trajectory from economic development to global sustainability. Global Environmental Change, 20(4), 739–752. http://doi.org/10.1016/j.gloenvcha.2010.04.001

Buschmann, A. H., Cabello, F., Young, K., Carvajal, J., Varela, D. A., & Henríquez, L. (2009). Salmon aquaculture and coastal ecosystem health in Chile: Analysis of regulations, environmental impacts and bioremediation systems. Ocean and Coastal Management, 52(5), 243–249. http://doi.org/10.1016/j.ocecoaman.2009.03.002

Bustos, B. (2012). Brote del virus ISA: Crisis ambiental y capacidad de la institucionalidad ambiental para manejar el conflicto. Eure, 38(115), 219–245. http://doi.org/10.4067/S0250-71612012000300010

Constance, D.H., & Jentoft, M.K. (2011), Chapter 6 Global productive capital mobility: The case of Chilean farmed Atlantic salmon, in Alessandro Bonanno, Josefa Salete Barbosa Cavalcanti (ed.) Globalization and the Time–Space Reorganization (Research in Rural Sociology and Development, Volume 17) Emerald Group Publishing Limited, pp.167 – 204

Ley 20434. (2010). Modifica la Ley General de Pesca y Acuicultura en materia de Acuicultura. Visto en: http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1012014.

Montero, C., Konde, V., & Farinelli, F. (2006). A Case Study of the Salmon Industry in Chile. United Nations Conference on Trade and Development, 42.

SalmonChile. (2013). Chilean salmon industry brief. Visto en: http://www.salmonchile.cl/php/descargar.php?type=summary&file=summary_salmonchile_a_mayo_2013.pdf.

Victor Vidal Bobadilla