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Tiempo Argentino: El periódico controlado por sus trabajadores que aguanta los golpes de Macri y de los matones

Por: Francisco Parra | Publicado: 19.07.2016
Tiempo Argentino: El periódico controlado por sus trabajadores que aguanta los golpes de Macri y de los matones toma patovas mariano martino081 |
Esta es la historia de un diario abandonado por su controlador y que logró salir adelante gracias a la organización de sus trabajadores, aguantando meses sin sueldo e incluso a una patota de matones que llegaron a tratar de impedir su salida.

«Somos dueños de nuestras palabras».

Con ese eslogan se (re)estrenó el periódico Tiempo Argentino el pasado 24 de abril. Tras meses sin cobrar sueldo, luego de ser abandonados por el empresario controlador, los trabajadores del diario decidieron de manera unánime conformar una cooperativa de trabajo para sostener la publicación, ahora como un semanario dominical.

La historia detrás de la cooperativa «Por más Tiempo» incluye una patota de matones, el ninguneo del gobierno de Mauricio Macri, el abandono de un empresario kirchnerista y el apoyo de la propia Cristina Fernández. E incluye también la inédita experiencia de un medio de comunicación donde los directores cobran lo mismo que las personas de aseo, donde el funcionamiento de la empresa corre a cargo de los trabajadores y donde nadie le baja la línea política ni editorial a nadie, donde los periodistas no le responden a nadie más que a ellos mismos.

«Por Más Tiempo»

La madrugada del lunes 4 de julio, Javier Borelli, periodista de la sección Sociedad de Tiempo Argentino y presidente de la cooperativa Por Más Tiempo, recibió un llamado urgente en su celular. Un grupo de matones había ingresado violentamente a la redacción del diario, ubicado en el barrio de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires. Cerca de 16 «barrasbravas», acompañados del empresario Mariano Martínez Rojas habían forzado la entrada al amplio edificio que alberga la redacción y a Radio América con el fin de destruir los equipos.

«Este tipo irrumpió acá con el argumento de recuperar sus bienes, pero en realidad lo que hizo fue entrar a romper los cables de redes, robar un disco rígido de la computadora donde tenemos el servidor, entrar al área de administración a revolver papeles, fue a Radio América y desenchufó los equipos para impedir la salida al aire», cuenta Javier a El Desconcierto.

Ha pasado una semana desde el ataque y aún se ven los rastros del destrozo: paredes tiradas, puertas forzadas, candados rotos y un cuadro del periodista Rodolfo Walsh en el piso, rajado por la mitad. «Lo que hizo fue tratar de interrumpir la salida del diario porque se metió con elementos claves para la salida. Si no tenemos servidor o conexión a internet, no podemos armar el diario», agrega Javier.

Como pudieron recabar después del atentado, Martínez Rojas habría contratado a un cerrajero para forzar la entrada al edificio. Estaban escoltados por la policía metropolitana de Buenos Aires. Una vez adentro, sacaron a los tres trabajadores de Tiempo Argentino que se encontraban en el lugar. La gente empezó a llegar a la redacción, al igual que la policía. Y ante la pasividad de los oficiales, los propios trabajadores forzaron su ingreso al lugar. Ante eso, la policía optó por intervenir, tomando los nombres de la gente que ingresó y, según cuenta Javier, facilitándoles la salida.

«Se supone que les tomaron los datos para que en 48 horas se presentaran ante la justicia con un abogado. Pero ninguno, salvo Martínez Rojas lo hizo. La policía actuó de manera cómplice con ellos, nosotros les probamos esa misma noche que teníamos la custodia de los bienes y le mostramos que Martínez Rojas no tenía derecho porque no tenía contrato vigente. Les mostramos los documentos a las 2 de la mañana y aún así no hacían nada».

Pese al golpe, el diario salió adelante, con una edición especial que denunciaba la agresión al día siguiente. Se logró armar gracias a la solidaridad de dos técnicos informáticos que llegaron durante la mañana a ofrecer sus servicios. Junto a los técnicos del diario, armaron un circuito de emergencia, escribieron, sacaron todo en un pendrive y llevaron a imprenta. Con once números en kioskos y dos meses de trabajo autogestivo, no se rendirían tan fácil.

***

Nacido el año 2010, el diario Tiempo Argentino se posicionó en poco tiempo como una voz más progresista entre los medios escritos argentinos, en el momento en que el conflicto entre Clarín y la entonces presidenta Cristina Fernández crecía cada vez más. Perteneciente al conglomerado mediático Grupo 23, de los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, se vio beneficiado por una generosa entrega de publicidad oficial que hacía el gobierno a medios que compartían su línea.

Con 150 periodistas y más de 200 trabajadores, el diario se mantuvo a un nivel bueno de ventas gracias a su ligazón con el kirchnerismo. «Había una especie de ‘se sabía de cosas o personajes que no se podían tocar’. Y no solo eran del kirchnerismo, también de otros negocios empresariales del dueño, como pasa con la mayoría de los negocios privados», dice Javier.

Ante el escenario de la segunda vuelta entre Mauricio Macri y Daniel Scioli del año pasado, Sergio Szpolski -que fue candidato a intendente por la coalición kirchnerista Frente para la Victoria- dejó de pagar los sueldos a sus trabajadores. No solo a los de Tiempo, sino que se produjo un vaciamiento de todo el conglomerado mediático en su poder. Con el triunfo de Macri consumado, efectivamente se interrumpió la publicidad oficial que entregaba el gobierno a los medios más «progresistas».

Miles de trabajadores de prensa fueron despedidos o quedaron abandonados en las redacciones, sin pago de sueldo, como fue el caso de Tiempo Argentino. Szpolski recibió el último pago de pauta oficial en enero y se mandó a cambiar, literalmente. Los trabajadores del diario mantuvieron una ocupación pacífica del edificio exigiendo que se les pague lo adeudado. Mientras, apareció el empresario Mariano Martínez Rojas asegurando que compró la sociedad que administraba Tiempo y Radio América a Szpolski y que él se haría cargo de las deudas. No solo no lo hizo, sino que hasta ahora nunca ha demostrado ser el dueño de la sociedad. Al tiempo, aseguraba ser estafado por Szpolski.

En medio de esa incertidumbre, sin cobrar sueldo por meses, la asamblea que se organizó en la redacción decidió apostar por algo: hacer un número especial por el 24 de marzo, cuando se cumplían 40 años del golpe de Estado en Argentina y vender el diario en la plaza de Mayo. El resultado fue inesperado. No solo vendieron los 30 mil ejemplares en seis horas, sino que la gente en vez de pagarles los mil pesos chilenos que cobraron, les pasaba de a 5 mil, pidiendo que por favor siguieran en circulación.

Y así hicieron: ahorraron ese dinero y por decisión unánime, decidieron transformarse en cooperativa. El 24 de abril fue el primer número y desde entonces no han parado, ahora bajo el formato de semanario dominical. Son 120 personas que se mantienen sin dueños ni línea editorial.

«Ser cooperativa implicó una serie de trámites legales, se votó un consejo de administración, el órgano ejecutivo donde yo fui elegido presidente. Y el 24 de abril sacamos nuestro primer diario. Se agotó y partir de ahí todas las semanas venimos sacando todos los domingos el diario con 30 mil ejemplares que se agotan todas las semanas, con buena respuesta de los lectores y avanzando en otras líneas que tienen que ver con las suscripciones por internet y los socios que pagan un plus adicional y obtienen ciertos beneficios que nosotros les ofrecemos», dice Javier Borelli.

– Se mantienen gracias a la venta del diario entonces

Hoy el diario se sostiene fundamentalmente por la gente que lo compra y no por publicidad o dinero que venga de afuera. De hecho estamos sin pauta oficial. El gobierno de la provincia empezó a poner avisos en los últimos dos números pero todavía no los pagó. A la pauta privada le cuesta entrar porque el ajuste económico hizo que muchos recorten la plata destinada a publicidad. Entonces con poca publicidad, mucha compra de lectores más los socios, logramos armar un retiro. Ya vamos dos meses, once números en la calle. El primer mes cobramos un retiro bajo, pero el segundo ya duplicamos los ingresos del primero. El diario se está consolidando, estamos cerca de valores del convenio de periodistas, que es un escenario inimaginable de hace dos meses, que veniamos de no cobrar durante cinco meses.

– ¿Se mantiene el sueldo de los trabajadores?

Estamos muy por debajo del sueldo comercial que teníamos. Estamos organizados con un sistema de que cobramos por hora trabajada y el valor hora es igual para cualquier trabajador, ya sea el presidente, el director del diario, la persona que hace maestranza o seguridad, todos cobramos lo mismo según la hora. Incluso pusimos un tope de 30 horas máximo para cobrar para que no hayan muchas diferencias. Ese es el esquema que planteamos, sobre todo para sacar adelante el proyecto. La idea es que ahora, cuando ya se consolide, podamos ir acomodándonos, a la medida que el dinero empiece a entrar, a los valores ya más de mercado. Es decir, ir generando las diferencias que tienen que ver con responsabilidad. Porque no es lo mismo ser el responsable de editar o cerrar página que escribir una nota. Implica más tiempo y más responsabilidad, desde el plano legal al periodístico. Queremos agarrar el convenio de prensa y establecer los mismos criterios. Pero ese es todo un camino que hay que ir haciendo.

– ¿Es posible eso manteniendo el formato de cooperativa?

Los números nos están empezando a acompañar, obviamente esto no va a ser fácil, vamos a seguir un rato por debajo de los valores de mercado, pero la posibilidad de hacer periodismo autogestivo, que no tengamos que rendirle cuentas a nadie más que a nosotros mismos, son posibilidades muy difíciles y lindas como para desaprovechar.

– ¿Cómo funcionan los mandos jerárquicos que hay en todos los medios?

Tomamos la decisión de mantener la dirección periodística. Casi todos los cargos jerárquicos se quedaron, el director, editores. Se fueron algunos, pero básicamente la estructura se mantuvo. Eso lo independizamos de la estructura de administración de la cooperativa, que es de donde yo soy presidente. Nosotros tenemos que garantizar el funcionamiento de la empresa, que los recursos estén, que haya un procedimiento con el cual los compañeros puedan trabajar y cobrar por su trabajo. La dirección periodística va por otro lado. Obviamente la definición de las notas y todo tiene vicios más democráticos, porque hoy cualquiera está en igualdad para discutir cualquier planteo. Lo que sí se ha legitimado es el cargo de los editores que asumieron la responsabilidad de seguir al frente de esto. Hay que pensar que editores, jefe de redacción, director, todos esa gente está cobrando lo mismo que un redactor.

– Siendo que tenían sueldos mayores antes…

Ellos cobraban mucho más antes. Las relaciones en una estructura de un diario son muy asimétricas, un director puede cobrar cinco veces más que un redactor. Y ahora cobran lo mismo. Eso legitimó su lugar. Se queda ahí porque todos reconocemos que esté en ese lugar para que el diario salga. Porque tienen conocimiento y tienen esa experiencia, además no sacan una ventaja adicional. Cuando hubo decisión que se tomó y no gustó, se discutió incluso en una asamblea, pero no se discuten las tapas en asamblea. Se revisan criterios, pero la decisión periodística sigue estando en director, jefe de redacción, editores, subeditores, se respeta esa lógica.

La indiferencia de Macri y el cuestionado apoyo de Cristina

La semana tras la irrupción de la patota fue particular para Tiempo Argentino. Desde el presidente Mauricio Macri no condenando el ataque y tratando de «usurpadores» a los trabajadores del diario, hasta la mediática aparición de Cristina Fernández a la redacción, quien tras ir a declarar a la justicia por las causas que le achacan, llegó al medio a expresar su solidaridad.

«Este diario tenía una asociación con el kirchnerismo porque el empresario que antes era el dueño sí metía bajada de línea donde las tapas y la línea política tenía que ser favorable al gobierno. Eso cambió en el momento en que pasamos a la autogestión porque ya no hay nadie que nos diga de esto no se habla y de esto sí», asegura Javier. Durante el paso por el edificio, algunos trabajadores del diario le increparon a Cristina su responsabilidad en la situación, por alimentar y ayudar a crear empresarios como Szpolski, además candidato por su coalición.

«Cristina dijo que se hacía cargo de lo que le tocaba hasta el 9 de diciembre, pero que a partir de ahí no tenía el mismo poder que antes, que estaba a nuestra disposición y que reconoce que Szpolski fue candidato por el Frente para la Victoria (FpV) , dijo que habían muchos candidatos en la lista del FpV y que no podía poner las manos al fuego por todos».

– Y está el otro elemento: una figura como Cristina les da visibilidad…

Claro. En un momento se armó la discusión entre los anti cristina y los pro cristina, no adentro del diario, sino afuera, que querían que nosotros dijéramos si estuvo bien o mal recibirla. Si hubiera venido Macri, lo recibimos igual. Para nosotros había que recibirla y como vos decís, nos sirvió para que el tema siguiera en agenda. Como el Estado no nos da garantías, cuánto más se hable en la calle de este tema, más seguridad tenemos. La visibilidad hoy en nuestra mayor defensa.

***

A dos semanas del ataque a Tiempo Argentino y Radio América, aún no hay ningún detenido. La propia investigación de periodistas del diario ha dado cuenta cómo funcionarios del macrismo están ligados a la patota que llegó al edificio con el afán de destruir los equipos.  Mientras la causa en la justicia no avanza, esperan también que les den tiempo en el juicio por desalojo para mudar todos los equipos a otro inmueble que arrendarán.

Pero lo seguro es que hoy, en plena legalidad, la cooperativa que administra Tiempo Argentino seguirá funcionando, pese a los caóticos meses que han enfrentado. Ya han demostrado que no caerán tan fácilmente.

Foto: Tiempo Argentino

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