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1972-2016: las historias tras las dos visitas de Angela Davis a Chile

Por: Antonia Orellana | Publicado: 20.07.2016
1972-2016: las historias tras las dos visitas de Angela Davis a Chile |
Desde las visitas a las JAP hace cuatro décadas a una actividad en disputa entre grupos independientes y la municipalidad el domingo pasado, Davis volvió a Chile con renovados argumentos para criticar los lugares cómodos de la izquierda.

“Era una mujer muy grande, alegre, que se imponía al caminar” dice Jorge González (50) cuando recuerda cómo corrió por las calles de la población José María Caro para ir a ver a Angela Davis el 11 de octubre de 1972. La activista, recién liberada, había llegado a Chile el 6 de octubre. “Yo tenía diez años y le repartía panfletos a cambio de unas monedas a una vecina que era del Partido Comunista, que se llamaba Alicia Figueroa. Ella me dijo anda allá, al Cine Alhué de la Población Dávila, y reparte los volantes porque viene la Angela Davis. Y partí”. La visita sólo está consignada en el diario El Siglo, pero no hay ninguna fotografía. A pesar de eso Jorge recuerda sobre todo la sensación de estar con alguien muy importante, porque la rodeaban las personalidades de la izquierda en la comuna.

Uno de los pocos registros audiovisuales del paso de Angela Davis por Chile en 1972 es el documental que hace poco liberó el Archivo Histórico de la Universidad de Santiago, ex UTE. Ahí se ve a una joven Davis arengar a los estudiantes y académicos, acompañada del rector Kirberg, luego preso político, y “Tencha” Bussi de Allende. Las imágenes muestran el foro griego lleno de estudiantes comprometidos con la Unidad Popular. “Eran tiempos llenos de esperanza”, dijo Davis esta semana. “Pese a que en esos tiempos no leímos bien el período, tuvimos algunas victorias. Una de esas fue mi libertad”, recapituló.

Uno de los motivos de ese viaje en plena Unidad Popular fue darle un espaldarazo al gobierno de Salvador Allende en su calidad de militante comunista conocida internacionalmente, en un momento complejo para el gobierno.  Además, en el marco del Congreso Mundial por la Paz que se daba cita en Santiago, quiso agradecer al movimiento de solidaridad chileno que, junto a un esfuerzo global, la sacó de la cárcel el 4 de junio de 1972. Según contó ayer, “llegada cierta edad todos me preguntan cómo me gustaría ser recordada. No me preocupa tanto eso, porque estaré muerta, pero me gustaría que me recordaran por el movimiento que me permitió caminar libre”. Ese espíritu solidario quedó plasmado en uno de los más icónicos afiches del cartel chileno de la época, hecho por Jorge Soto y Danny Aguilar para la FECH en 1971:

La proyección global de Angela Davis empezó en 1969 cuando se emitió su orden de captura. En un tiempo en el que no existía internet su nombre corrió como símbolo de las resistencias que ocurrían en el corazón del “imperio”. Así, cuando mil quinientas personas sin casa se tomaron un terreno en Recoleta en 1971 y la cuestión del nombre estuvo dividida entre Angela Davis y Martin Luther King, pero la balanza se inclinó hacia Davis por la mayoría femenina entre las pobladoras.

En octubre de 1972, como parte de su activa agenda en apoyo a la Unidad Popular, Davis fue a la toma en avenida Zapadores y donó recursos que venían desde EE.UU para las instalaciones básicas de las viviendas. Por esos días también almorzó con la CUT, visitó San Miguel y los almacenes de las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios (JAP) en esa comuna junto al alcalde Tito Palestro. “Me acerqué como cabro chico callejero, pelusa, como los que hoy dicen mamá estoy en la tele. Había efervescencia, porque en ese tiempo estaba toda la población llena de movimientos políticos, era otro momento histórico. Era común ver a políticos importantes en nuestras calles, pasó Eduardo Frei y también Salvador Allende, conocí a Orlando Millas”, cuenta Jorge González, recordando su impresión de niño: ”me quedó marcado en la memoria, porque en ese tiempo en Chile no se veían muchas personas negras”.

En octubre de 1972 la Unidad Popular libraba una dura batalla con la transnacional Kennecott Copper luego de que el 11 de julio de 1971 el congreso aprobara la nacionalización del cobre. Dos meses antes de la llegada de Davis, la Kennecott había iniciado acciones judiciales en cinco países de Europa para lograr el embargo del cobre que llegaba desde El Teniente. Además, había logrado el embargo de bienes de las sedes de CODELCO, Corfo, Lan Chile, la Compañía de Acero del Pacífico (CAP), Chile Trading Company y el Banco Central de Chile en el estado de Nueva York. “Denunciaremos la acción de Kennecott contra Chile, será una de mis primeras tareas al volver a Estados Unidos”, declaró Angela Davis a El Siglo entonces.

Sin embargo, un año después debió sumar a su boicot a la Kennecott denuncias sobre las violaciones de derechos humanos que ocurrían en Chile luego del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. El lunes pasado, Angela Davis recordó las numerosas veces en que estuvo junto a Orlando Letelier en Washington, y cómo organizó el movimiento contra la dictadura chilena en la bahía de San Francisco en EE.UU. “Las imágenes de los detenidos en el estadio estarán por siempre en mi memoria. Ahí aprendí a decir en español el pueblo unido jamás será vencido, declaró ayer, agregando que no le gusta que se refieran a ella como ícono, pero que entiende que su imagen “circula como recuerdo de una victoria colectiva. Ganamos”. Repite  “ganamos” y el teatro se llena de aplausos, pero luego agrega: “y después vivimos la venganza de la CIA contra Salvador Allende y la Unidad Popular”.

La población y la universidad

Cuatro décadas después, la Coordinadora Trepegne de la población Angela Davis le envió una invitación para volver a Chile a la académica y activista nacida en 1944. “Empezamos a hacer gestiones desde el 2013”, cuenta Daniela Reyes. A partir de un enlace con la secretaria de la profesora Davis en la universidad, lograron contarle que buscaban traerla para un nuevo aniversario de la población que fue re-bautizada por la dictadura como Héroes de la Concepción, en un intento de borrar la memoria histórica de los habitantes.

En junio de 2015 obtuvieron respuesta: Angela Davis les contó que vendría a Chile en 2016, en el marco del 10° Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política «eX-céntrico: Disidencias, soberanías, performance», organizado por la Universidad de Chile, y aprovecharon de comprometer una visita al sector. Esta se concretó el pasado domingo 18 de julio, cuando unas mil quinientas personas llegaron al encuentro entre las dos Angelas: la icónica militante y la población. “Me dejó extremadamente inspirada y con un sentido de esperanza”, dijo Davis el día siguiente de la visita.

Días antes de que se realizara el evento los organizadores fueron contactados por la Municipalidad de Recoleta, que había escrito al Instituto Hemisférico de la Universidad de Nueva York para organizar algo parecido: llevar a Angela a la Angela. Pero en su diseño, la actividad tenía un carácter mucho más oficial. Como Davis les pidió coordinarse con la alcaldía, organizaciones como el Museo a Cielo Abierto La Pincoya, la coordinadora Trepegne y la Librería Proyección dialogaron con los funcionarios de Recoleta, en lo que resultó una mezcla entre acto de la municipalidad liderada por Jadue y un alegre bienvenida popular. Hubo discursos tan disímiles como el de la lamgien Olga Traipe Antileo, que señaló en el escenario que los mapuche no descansarían hasta recuperar “la totalidad del territorio usurpado” y el del alcalde Daniel Jadue (PC), quien abucheado por un sector de los asistentes les recordó que Davis era pacifista, algo difícil de creer si se recuerda su entrevista de 1972 sobre violencia y revolución.

“Agradecemos, de todas formas, el trabajo de los funcionarios municipales que permitieron llevarlo a cabo, pero nos preguntamos si fue la decisión correcta. Queríamos que Angela dialogara con los sobrevivientes del grupo fundador de la población, Angela con Angela, pero resultó también con mucha propaganda en un año electoral. Es una lección”, dice Casey Butcher, uno de los organizadores.

Además de la masiva recepción en la población que lleva su nombre, el otro evento que marcó este viaje fue la charla magistral que dio en un repleto teatro de la Universidad de Chile. Los asistentes cortaron su discurso varias veces con aplausos y denuncias como la del encarcelamiento de la machi Francisca Linconao. Davis, por su parte, explicó gran parte de los planteamientos de su nuevo libro, “La libertad es una lucha constante”, donde traza líneas desde Ferguson, lugar de nacimiento del movimiento Black Lives Matter, hasta Palestina. “Freedom is a constant struggle” es también el título de una canción de 1964, uno de los himnos del movimiento por la liberación de los negros en Mississippi. Angela Davis recitó la letra frente al público del teatro: la libertad es una lucha constante / hemos luchado por tanto tiempo / debemos ser libres:

Ante la prensa, Davis reconoció haber estado inquieta por lo que iba a sentir al volver a un país completamente distinto. “Me descorazonó ver lo que el neoliberalismo le hizo a Chile”, declaró. En un guiño al movimiento estudiantil chileno -el lunes se reunió con representantes feministas de la FECH- relacionó la abolición de la prisión y el complejo industrial carcelario con la necesaria construcción de una sociedad con derechos sociales. “Nuestros derechos no son commodities. El fin de la cárcel es también una consigna por vivienda digna, por salud y educación gratuita”, dijo.

Mientras tanto, en Estados Unidos se vivía la convención del Partido Republicano que proclamó a Donald Trump como candidato a la presidencia. “Es importante hablar de cómo Trump ha reflotado el racismo, la ira blanca que sigue viva en EEUU: por eso nos estamos alzando de nuevo”. En su opinión, evitar la llegada de Trump al poder es una responsabilidad “hacia el planeta”. Davis bien sabe que la derrota de las ideas de libertad en un lugar puede afectar muchas otras partes. Como insiste una y otra vez en su clase, discursos en la población y cuñas a la prensa, “las luchas están interconectadas”, lo que lleva a pensar que las derrotas también. Para ella, por críticamente que se mire el proyecto histórico del comunismo o la experiencia de la URSS, “es importante recordar que en ese tiempo hubo millones de personas de todo el mundo rechazando la idea de un futuro capitalista”.

Y, tal como ya hizo en 1985 al cuestionar tanto al machismo en el movimiento por los derechos civiles de los negros como al racismo dentro del feminismo estadounidense, ayer volvió a fustigar a quienes tienen pretensiones “universalistas”, respondiendo a las críticas al slogan #BlackLivesMatter. “La categorías universales racializan clandestinamente. Cualquier enfoque crítico debe entender la tiranía de lo universal. Las vidas negras importan. Las vidas de las mujeres negras importan. Las vidas de los hombres negros encarcelados importan. Las vidas de las trans negras importan. Las vidas de los latinos importan”, dijo. Cuando le preguntaron cuál era la estrategia para unir tantas luchas particulares, señaló que gran parte del trabajo político consiste en hacerse las preguntas adecuadas: “las revoluciones políticas, científicas, discursivas, dependen de la voluntad de soltar lo que parece natural, normal y común”.

En un momento en que parece darse solución a los problemas causados por las distintas desigualdades que cruzan las sociedades a través de simbolismos, Davis criticó lo que llamó como la asimilación versus la justicia. “Los pueblos indígenas a través del mundo han dado un ejemplo combatiendo la asimilación”, señaló. Ejemplificando con el reciente debate sobre la posible inclusión de la icónica luchadora negra contra la esclavitud, Harriet Tubman, en los billetes de 20 dólares de EE.UU, ilustró que la asimilación consistía en recursos simbólicos que no modifican en nada las relaciones desiguales ni reparan la historia. “Justicia sería cuestionarnos el rol central del dinero en nuestra vida”, explicó.

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“Siempre estamos dentro de luchas particulares, pero no podemos caer en lo que la chicana Elizabeth Martínez llama las olimpíadas de la opresión”, criticó a la hora de hablar de estrategias políticas, en referencia a una práctica común en la izquierda al privilegiar ciertas problemáticas e invisibilizar otras. Una mirada feminista, como la que promueve, comprende que todas las luchas particulares son importantes. “Hemos sido testigos de una libertad limitada, conseguida a costa de racismo, clasismo, sexismo y más exclusiones, tiranías que subyacen hasta el día de hoy” dijo, para agregar que no existe la libertad individual: “la humanidad sólo es libre en forma colectiva”.  

 

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