Avisos Legales
Opinión

Las actuales encrucijadas de la política chilena

Por: Eddie Arias | Publicado: 26.07.2016
Las actuales encrucijadas de la política chilena |
Hay pocos líderes en la política, mucho jefecillo de clan, y poco político de fuste, los viejos dinosaurios y la pandilla juvenil domesticada. Quién ha dicho hacia dónde va Chile en serio, alguien ha dibujado el futuro, mucha burocracia mental para pensar la política, dejamos los clásicos por los asesores técnicos.

La política en Chile requiere de otras masas críticas y de otros imaginarios valóricos, el quiebre del binominalismo debe abrir paso hacia una profundización de las diferencias, hacia una multiplicación de los proyectos políticos en disputa.

La política debe volver a las calles y sus alamedas, el proceso constituyente a lo menos debería abrir espacios de reconocimiento a las profundas demandas de derechos sociales y de una mejor democracia, y una mejor gestión de la misma.

Los temas de distribución de la riqueza como de distribución del poder en Chile son temas centrales sobre el ejercicio de un neoliberalismo ortodoxo, son por tanto, contradicciones estructurales sobre la relación capitalismo y democracia, en una versión del capitalismo, quizás la más contrapuesta a los valores de profundidad democrática.

La extrema jibarización social que produce la desregulación se contrapone contra toda posibilidad de desarrollo de la democracia, en definitiva se transforma en una ficción electoralista, con grandes niveles de exclusión social. Y esto supone abrir espacios para la democracia y reconstituir la sociedad, su integridad política, porque la ideología hayekiana ha sido depredadora, la única revolución que ha habido en Chile creo una segmentación atomista de la sociedad que se establece como un imaginario cultural potente, en esa dimensión la “otredad” como humanidad y como espacio público fue difuminado como reflejo de un impresionismo en que los actores sociales tienen una difícil figuración.

Salvo la irrupción 2011, las multitudes no copaban el espacio político de lo público, habían desaparecido desde el adentro de la lucha contra la dictadura. La modernidad del mercado hegemónico termino subsumiendo el sujeto de la polis, haciendo sentir que una fuerza invisible y cautivadora dominaba los sentidos de la subjetividad nacional.

La germinación de la Nueva Mayoría fue a través de este movimiento (2011) en la constelación del espacio tiempo de la política nacional. Fue un procesamiento leído y operado desde el espacio de los partidos políticos, desde el espacio de las representaciones, fue una reconfiguración que ha tenido una difícil definición entre avances en reconocimientos sociales y las cohortes de la real política.

La transgresión de los mercados de los espacios republicanos de la política, ha generado un efecto de deslegitimación que complica la participación democrática. El mercado ha representado el lobo de la política, y su realización como emancipación está en un vacío complejo de relatos.

La política traza la coyuntura, no traza el devenir, por tanto, su pragmatismo se transforma en una técnica de la política, una tecnocracia se toma la política y confunde los términos. Y de ahí la política deja de ser un fenómeno más social y transversal, y se transforma en una cuestión de profesionales, de castas. Se crea un espacio de relaciones de poder para la sociedad política que termina cercando las posibilidades que esa propia política cuestione esas relaciones de poder, el poder se superpone, diría Foucault.

La discusión sobre el rol del Estado en la sociedad chilena es un debate central, y la política debe mover su debate hacia allá, de otro modo nos quedamos en efectismos que no hacen primavera, y poner en la semántica un relato de horizontes, no supone adelantar los deseos a las condiciones, supone que levantar esos relatos es la demostración de la voluntad de reconfigurar horizontes.

La política no debe procesarse en los pasillos, no debe definirse por operadores, no debe remitirse a los cálculos, debe remitirse a la ideas, debe reencantar su tramado de horizontes. Habrá algo después del neoliberalismo pregunta la inteligencia humana.

Los rasgos de un nuevo país es una episteme que debe ser provocada desde la política, y eso requiere más habla, más mensajes, y menos eslóganes, requerimos discursos que abran caminos, no la receta atinada, ni la buena medida solamente, sino una visión integral, una visión total de la política en las posibilidades de su proyectualidad.

Hay pocos líderes en la política, mucho jefecillo de clan, y poco político de fuste, los viejos dinosaurios y la pandilla juvenil domesticada. Quién ha dicho hacia dónde va Chile en serio, alguien ha dibujado el futuro, mucha burocracia mental para pensar la política, dejamos los clásicos por los asesores técnicos.

Un divorcio total de la discusión de las ideologías, la política pierde densidad y de debe ganar densidad, ser más ideológica. Es curioso ya nadie habla de educación política, porque ya no sirve tener una suerte de conocimientos básicos, basta con adscribir a una cierta cultura y estamos listos.

El juego de la ocupación de los espacios políticos debe tener que ver con la conectividad con unos horizontes, si la política no sirve para crear el futuro, más se bien se queda en el estatus quo.

Si la política no renueva los lazos más genéticos con la matriz social, esos partidos sociopolíticos del ideario de los ’60 y ’70, no tenían solo una relación formal, y clientelar con la base social, sino había una lazo, un lazo que me atrevería a llamar cultural.

Hoy la racionalidad del marketing ha permeado las valoraciones políticas desideologizando su dimensión de involucramiento con los sujetos colectivos. La tecnología electoralista ha transformado la política en una maquinaria sin importar lo que propone el verso.

Reencantar la política pasa por proponer horizontes, y eso no es tratable a nivel de cosméticos, sino a nivel de gruesas ideas, es nomenclatura que está en otro nivel de vinculación con el ethos de la humanidad.

La fuerza centrífuga de los movimientos sociales puede nuevamente ocupar un rol en el futuro en la activación de mayores fuerzas recomposicionales de lo político, la conexión con estas fuerzas puede ser la confluencia decisiva para ampliar horizontes de acción en lo político.

Eddie Arias