Plantaciones forestales (segunda parte): ¿La marea verde que amenaza Aysén?

Por: Patricio Segura | Publicado: 29.07.2016
El presente artículo aborda preguntas urgentes sobre el modelo forestal chileno y su futuro en la región de Aysén. ¿Cuántas hectáreas de pino existen hoy?, ¿Aumentarán en el corto o mediano plazo?  ¿Será el cambio climático un aliciente para instalar una planta de celulosa de gran escala? Dudas que rondan en quienes se preocupan por el tipo de desarrollo de una zona que por su abundancia de recursos naturales representa un privilegio para habitarla, pero a la vez una gran responsabilidad.

¿Amenaza sobre la Patagonia?

Las plantaciones de pino (ver artículo primera parte) no son extrañas para Aysén. Tanto así que, aunque no lo parezca, llevan más de medio siglo conviviendo con bosque nativo y suelos erosionados por roce para ganadería. El efecto de los grandes incendios en la zona ha sido ya ampliamente difundido y reconocido[1].

Sintetizando, son tres las principales vertientes que han confluido en las más de 43 mil hectáreas de plantaciones de pino existentes hoy.  En casi exactos tres tercios.

Primero, la labor del propio Estado con fines de conservación y recuperación.  En 1948 se creó la Reserva Nacional Coyhaique “para proteger y recuperar los suelos expuestos a la erosión luego de largos incendios que afectaron a la región al inicio del s. XX, en el período de colonización”[2]. Ya en 1956 se realizaron exitosas plantaciones de coníferas exóticas (pino ponderosa, contorta ysylvestris, entre otros) en dicha área protegida, continuando luego con las reservas Cerro Castillo, Cochrane y Jeinimeni, entre otros terrenos fiscales.  Por ejemplo, los pinos de la reserva Mañihuales se plantaron luego de los aludes que hubo el año 1966, señala José Urrutia.  Hoy llegan a unas 16 mil hectáreas[3] en terrenos fiscales.

Segundo, el DL 701 que, al igual que en el resto del país, también fomentó la plantación privada en Aysén, principalmente de una gran compañía como Mininco con 13,6 mil hectáreas.

Y, tercero, las 14 mil hectáreas de pequeños y medianos propietarios.  Mal que mal, el 75 % de subsidio para plantar árboles de rápido (y por ende, dice el modelo, rentable) crecimiento, era un incentivo difícil de rechazar, más aún cuando en 1998 aumentó a un 90 %.  Aunque, según especialistas, en muchos casos no se logró el establecimiento de plantaciones o bosques, convirtiéndose de facto en bonificaciones para la permanencia de los productores en los campos mediante la transferencia de dinero fresco.

La primera gran diferencia entre lo hecho de Puerto Montt al norte y la experiencia aysenina es que el pino plantado en la Patagonia no es el mismo. El modelo forestal chileno descansa sobre la especie radiata/insigne, mientras que en Aysén se plantó esencialmente ponderosa, seguido de contorta y oregón.

Por ello, una preocupación presente en estos años ha sido que con el cambio climático se modifiquen las condiciones y las plantaciones de pino masivas pasen a ser un mejor negocio, aumentando significativamente la superficie forestada.

Son múltiples las razones por las cuales se desechó el radiata/insigne que tan “buen” desempeño había tenido en el norte del país.  En un informe suscrito por Cristian Rodríguez, subgerente de Patrimonio Centro de Mininco, y Roderick Jara, administrador Predial del Área Sur de la compañía, se explica que ensayos impulsados por INFOR desde la década del 60 y hasta 1985 “fueron muy claros en establecer que pino ponderosa, oregón y contorta registraron los mejores resultados respecto a su adaptación, crecimiento, sobrevivencia y resistencia al frío.  Y en general a las condiciones de suelo, y al clima frío y riguroso de Aysén”.  Y que su negocio en Ayssén siempre fue pensado para un mercado de “maderas para la construcción y usos de apariencia”.  Es decir, para aserrío y no para celulosa.

En el fondo Aysén no era suelo para el insigne/radiata, que se cosecha en un rango de 12 a 22 años (en el fondo, en promedio a los 17 años, dependiendo del objetivo)[4], mientras que los que se cultivan por estos lados tienen un rango de cosecha de los 35 años a las cuatro décadas.

Porque un dato concreto para que la industria no se proyecte a los niveles en que se ha dado en otras zonas del país es que en términos de crecimiento, el desempeño del pino ponderosa en Aysén es menor al del insigne/radiata en Concepción o la Araucanía.

A los 10 años el pino insigne tiene por lo menos 8 metros de altura y 10 a 12 centímetros de diámetro, y el ponderosa acá a los 10 años va a tener un metro y medio, a dos metros a todo dar, y unos cinco centímetros de diámetro”, explica Víctor Barrera, subgerente regional de la Sede Patagonia del INFOR.

La cierto es que existe incertidumbre de que esta característica sea modificada, por lo menos en el mediano plazo, producto del cambio climático.

Puede ir para los dos lados. Capaz que con temperaturas oscilantes en términos de frío, o con mayor temperatura, no se va a desarrollar más” puntualiza Barrera.   En el informe de Mininco complementan que, incluso, “del punto de vista del crecimiento de los árboles y de la calidad de su madera podría ser más complejo respecto a los escenarios a los cuales estamos acostumbrados”.

Lo confirma Fajardo, para quien existe la tendencia a considerar que el calentamiento global promovería -o incentivaría- el interés por plantar pino en Aysén porque estos estarían creciendo más al quedar liberados de las bajas temperaturas (factor limitante) o de las condiciones más bien restringidas de la región.

Sin embargo, el panorama no es tan claro, ya que el cambio climático también está trayendo sequía, en particular periodos secos al final de la estación de crecimiento, como este año, lo cual también restringe el crecimiento de los pinos” señala.  A esto se agrega la percepción sobre las plantaciones de pino. José Urrutia ve difícil que se establezcan en Aysén nuevos monocultivos de especies exóticas, debido a la visión crítica que la ciudadanía regional tiene respecto de este tipo de sistemas de producción, “lo cual es muy positivo y se debe alentar”, puntualiza.

El complejo círculo se cierra con la falta de infraestructura de caminos, energía y transporte, que, en palabras de Fajardo, “son cosas que se superan una vez que el negocio de las plantaciones es bueno y esto último en la región no es bueno”.

Así las cosas, el cambio climático definitivamente no debiera ser necesariamente un aliciente para el aumento del volumen de plantaciones de pino en la Patagonia.  Y menos aún para reemplazo de bosque nativo.  El boom forestal chileno tuvo su mayor auge durante los años 70 y 80, cuando era posible reemplazar bosque por plantaciones.  Hoy, luego de la promulgación de la Ley de Bosque Nativo en 2008, eso es legamente inviable (auque con prácticas irregulares esto aún es posible).  Sin embargo, la posibilidad de plantar árboles en suelos erosionados es una alternativa que sigue vigente.  De preferencia nativos, aunque incluso algunos plantean que el pino serviría en una primera etapa para recuperar suelo para luego proceder a reforestar con especies endémicas.   “Se están manejando las plantaciones y en algunas se está colocando lenga. Porque la lenga necesita de un período de cobertura, sobretodo en el período inicial. Y si no tiene esa cobertura es muy difícil recuperar.  Si hoy uno va a Cerro Castillo ve que en algunas partes le está ganando al pino” explica Yáñez.

Y no es todo.

A mediados de 2015 se generó una importante discusión.  Renovar o no hasta el 2018 el DL 701, luego de 40 años de aplicación, dado que la norma había perdido vigencia en 2013.  A los cuestionamientos a la instauración de un modelo forestal insustentable, se agregó que una de las principales empresas involucradas en los hechos de colusión empresarial que fuera conocida como “el cartel del confort” fue CMPC, que a través de Mininco elabora la pulpa de pino y eucaliptos que permite elaborar el papel tissue.

Desde esa fecha, el proyecto duerme en el Congreso.  En el fondo, hoy por hoy no hay subsidio que permita seguir ampliando la marea verde.

Biomasa para energía: ¿Amenaza u oportunidad?

Sin embargo, el cambio climático conlleva otra posible amenaza para los suelos de Aysén. O no necesariamente.  Depende del punto de vista.

Es el debate global sobre la energía, producto del desincentivo al uso de combustibles fósiles.  En esta discusión, la biomasa para energía ha ocupado un rol relevante.

Es la apuesta de INFOR.  “El desarrollo aquí yo lo veo más por el lado dendroenergético” explica Barrera.  En el organismo han hecho múltiples ensayos con álamos, especie que proyectan como relevante para fines de calefacción, la cual también es originaria del hemisferio norte y presenta un muy rápido crecimiento (se logra cosecha para combustible en rotaciones de 2 años), habiendo ya categorizado las variedades por su rendimiento según profundidad de suelo, temperatura, clima local.  Así, cuando llega un propietario rural en busca de asesoría se le recomienda la mejor opción.

Concuerda Leonardo Yáñez de CONAF: “El tema de la energía, hace 30 años atrás no era un tema que se vislumbrara como cierto. Pero hoy día las condiciones han cambiado y muchas plantaciones de aquí en adelante van a tener ese objetivo”.

Es la apuesta que hoy algunos hacen sobre Aysén.  Donde el cambio climático, como en todo, puede ser una oportunidad pero también una amenaza.  Una que permita reflexionar sobre la presión que hacemos sobre el bosque nativo, con especies de 200, 300 años que terminan en una combustión lenta o una cocina a leña.  El cultivo de plantaciones para energía en una zona fría como la Patagonia podría ser una vía, complementaria a la disminución del consumo, la eficiencia energética y la incorporación de energías renovables no convencionales.

Y claro, también están las experiencias extensivas de recuperación del bosque nativo.

Un caso es el de la fundación Tompkins Conservation, que según señalan en su web “hemos creado un próspero criadero de especies nativas para abastecer los proyectos de reforestación”[5].  Su trabajo en el Futuro Parque Nacional Patagonia busca restaurar la naturaleza a su estado natural, concentrándose en los pastizales, mientras en el Parque Pumalín hacen lo propio con bosque nativo.

También está el trabajo de la fundación Reforestemos Patagonia, ligada al grupo inmobiliario Patagonia Sur[6], que ha plantado más de 120  mil árboles nativos de 2012 a la fecha[7].  Iniciativa que, paradójicamente, tiene en la nómina de fundadores a Thomas Kimber, hijo de Charles Kimber, Gerente Comercial y de Asuntos Corporativos de Arauco. La empresa forestal que, junto a CMPC, ha sido responsable de trasformar el paisaje del sur de Chile en una esquemática sábana verde. Kimber padre es, además, uno de los inversionistas de Patagonia Sur[8].

La discusión sobre el futuro de los bosques y suelos de Aysén no está definido.  Depende de las políticas públicas que se implementen y la convicción de la ciudadanía y habitantes sobre qué tipo de desarrollo impulsar.

Lo que sí está claro es que el modelo extractivista siempre representará una posibilidad.  La abundancia de recursos naturales en esta tierra es un privilegio, pero también implica responsabilidad.  Es la espada de Damocles que nunca dejará de pender sobre Aysén, reserva de vida.

Las raíces del gigante verde

Las primeras plantaciones hoy en manos de Mininco datan de los 80, pero alcanzan solo a un 3 % del total.  El resto, vino mucho después.  “La edad promedio de las plantaciones es del orden de los 18 o 19 años, con cerca del 95% de la superficie en el rango de edad de 10 a 30 años, es decir parte importante del recurso se encuentra en la mitad de la rotación que se estima en el rango de los 35 a 40 años” explican desde la compañía.

En 2009 concluyeron la fase de forestación del proyecto, ya que se considera que las 13,6 mil hectáreas son ya masa crítica suficiente para los objetivos originales, con un volumen de procesamiento de “70 a 80 mil m3 de trozos de alta calidad, esto sobre la base de una cosecha anual de 400 hectáreas”.  Pero solo a partir del quinquenio 2025-2030 se planea comenzar una cosecha relevante, y a partir de 2031 una anual constante de 400 hectáreas.  Con lo que cuentan, en la empresa tienen como principal objetivo elaborar “madera aserrada clear y nudosa, en las calidades selecta, moulding and better y remanufactura”.

* Artículo seleccionado y publicado en el marco del proyecto Cambio Climático de Patagon Journal, en alianza con Earth Journalism Network.

Referencias

[1]Patagonia en llamas: Impactos de incendios forestales en la colonización de Aysén”.  Patricio Segura, 2015. Ver en http://www.lignum.cl/reportajes/impactos-de-incendios-forestales-en-la-colonizacion-de-aysen-patagonia-en-llamas/

[2]Guía de Campo Reserva Nacional Coyhaique”. CIEP, 2012. Ver en https://issuu.com/centrodeturismocientifico/docs/gu_a_de_campo_reserva_nacional_coyhaique

[3]Fortalecimiento de las capacidades para el manejo de los bosques y desarrollo de la industria forestal en las zonas frías patagónicas”.  Corfo, 2012.  Ver enhttp://biblioteca1.infor.cl/DataFiles/30798.pdf

[4]Disponibilidad de madera de pino y eucalipto: ¿Hasta cuándo alcanza?”. Lignum, 2014.  Ver en http://www.lignum.cl/reportajes/disponibilidad-de-madera-de-pino-y-eucalipto-hasta-cuando-alcanza/

[5]Restauración”. Portal Tompkins Conservation. Ver en http://www.tompkinsconservation.org/sp/restoration.htm

[6]Nuestro modelo de conservación”. Portal Patagonia Sur. Ver en http://patagoniasur.com/subpage.php?sid=93&l=s

[7]Patagonia Sur CO2”. Portal Patagonia Sur CO2.  Ver en http://www.patagoniasurco2.com

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