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Una Petra von Kant con fiebre morena

Por: Jorge Díaz | Publicado: 07.08.2016
Una Petra von Kant con fiebre morena petra1 |
Mas que una crítica o reseña, quiero compartir un comentario situado y comprometido tratando de expresar algunas reflexiones sobre al proceso que significó montar “Petra, espacios domésticos de dominación” del colectivo de artes escénicas La Comuna, dirigido por Diego Agurto y Mariana Hausdorf que se presenta en espacio CEAT hasta el 14 de agosto.

La ironía es una estrategia discursiva que profundiza en las contradicciones y fallas pero también es un método político porque pone cercanas a situaciones que no deberían ir juntas abriendo nuevas posibilidades de sentido. La ironía es una falla que permite importantes politizaciones, es un error, un sinsentido, un fallo, un dolo, un delito y una falta de respeto. Es justamente esta forma excéntrica la que permite comprender que la ironía trama una oposición con el sentido común, el de lo lógico, lo matemático y lo masculino. Pero la ironía no apunta a un humorismo fácil, sino todo lo contrario: busca escarbar en los espacios más sacramentados de la vida democrática para develar su profunda contradicción y sometimiento, es una estrategia seria y malpensada. La ironía nos seduce como forma, y quizás es por eso que siempre estamos buscando nuevos riesgos que politicen una escena teatral que muchas veces se conforma con la sola enunciación de las injusticias o con la linealidad de una dramaturgia que entrega sus esfuerzos en ser coherente con los tiempos y en que los personajes calcen psicologías prefabricadas. Ficciones que develan una historia circular sin posibilidades de fugas, porque todo siempre parece que es predestinación.

Bajo estas premisas trabajamos por algunos meses como colectivo de artes escénicas La Comuna—con quienes tengo el placer de colaborar desde hace algunos años en algo así como una “asesoría teórica” expresión que busca encarnar una instancia de amistad para traficar activismos, reflexiones y posiciones con respecto al feminismo y las disidencias sexuales—para montar una versión de “Las amargas lágrimas de Petra von Kant” tratando de abordar la complejidad de una obra de contenido lésbico, sexual y transgresor estrenada en la alemania de los años 70 por el prolífico artista Rainer Werner Fassbinder, años antes que en Chile comenzara el terror de la dictadura cívico-militar, una dictadura aún tan presente en todos los espacios que nos movemos a diario. Quizás excesivamente presente. Fue entonces ante esta falta de deseo irónico que nació la idea de armar un montaje que experimentara en formas menos domesticadas de actuación y rigor, fuera de la épica somnífera de ciertos montajes que al momento de llevar a escena a clásicos del teatro, siguen unas forma lineales y familiaristas. Nos propusimos llevar a escena uno de los más importantes clásicos de las historias lésbicas alemanas pero con el desafío de que fueran “bio-hombres” no-heterosexuales los actuantes: amigos, actores, activistas, compañeros de generación y vida. Era un completo desafío en cuanto no queríamos abordar el espacio hiperexihibido del drag queen contemporáneo pero tampoco queríamos renunciar al goce estético de la purpurina brillante.  Complejo en cuanto las representaciones lésbicas son casi inexistentes en la escena local.

Con este montaje queríamos experimentar con nuestra propia masculinidad tan extinta y molesta, buscamos saborear con la sabiduría del cuerpo sexuado y no con el de la actuación pensando cómo localizar a Petra, un personaje, una estética, un referente y una tecnología escénica ya consagrada por el tiempo. Cómo presentar a una Petra con fiebre morena, con collares recuperados de alguna multitienda, más latina, más inca, más caliente, más desesperada y con más contradicción neoliberal.

Una Petra von Kant que nos merecemos.

Foto: Isabel Ortiz Carvajal

Foto: Isabel Ortiz Carvajal

 Petra, espacios domésticos de dominación, al igual que la versión de Fassbinder, muestra algunas horas en la vida de la famosa y caprichosa diseñadora de moda Petra Von Kant quien vive junto a su silenciosa y sumisa sirvienta Marlene en una opulenta casa, llena de arte, dorados y lujos. Durante el transcurso de la obra observamos cómo Petra pierde completamente su cabeza, convirtiéndose en una mujer obsesiva, caprichosa y alcohólica fruto de una relación erótica y posesiva con otra mujer, Karin, a quien conoce gracias a su amiga Sidonie, una mujer frívola y aficionada a los viajes y a las comidas de los aviones. En la parte final de esta ficción, que desata la tragedia, es posible observar la fiesta de cumpleaños de Petra ante el abandono de la amada y en presencia de una familia fría y desconcertada.

Un torbellino de mujeres intensas y  fuertes nos dejaron las imágenes de Fassbinder por siempre.

Foto: Isabel Ortiz Carvajal

Foto: Isabel Ortiz Carvajal

Durante el proceso fue importante pensar y encarnar cómo entender este tránsito de Petra, el de la frialdad al llano, como una alegoría de la diferencia sexual. Digamos que en un inicio Petra responde claramente a lo que su nombre indica, es una piedra. «Te parezco dura solo porque uso la cabeza» dice sucumbida por la razón masculina, sin cuerpo, que sólo busca el éxito a costa de cualquier situación. Así mismo y en sentido opuesto, la sinrazón del arrebato pasional en la segunda parte ubica a petra como sigo de pura emoción y arrebato. Un mundo divido pétreamente por estructuras inamovibles, focalizado y cristalizado en el cuerpo femenino es nuestra base temporal. Sobre esto  comenzó el trabajo, intensificando esta transición para permitirnos intervenir escénicamente en este nudo.

El montaje sigue la línea argumentativa de la obra de Fassbinder pero se permite interrupciones temporales en donde es posible observar escenas cotidianas y experimentaciones lumínicas donde la pornografía casera, el deseo homoerótico, el lenguaje popular, el maravilloso baile de Ozon al igual que el moreno dorado entregan localidad y situación.

Como una decisión política, la puesta en escena decidió develar las profundas contradicciones de la familia hasta exponer cruelmente el patetismo al que puede llegar con su constitución forzada. Un cuadro de fondo nos recuerda el mito de penélope y Ulises, marca fundante de la familia destrozada. Penélope la mujer que teje y espera y Ulises y sus viajes encarnan la metáfora de la familia que naufraga y que esta Petra local vuelve referencia poética.

Como un ars poética trans*temporal trans*escénica trans*sexual.

La verdad es que no sé desde cuándo es que somos amigos con el director de esta compañía Diego Agurto. He tratado de buscar un momento y no lo encuentro. Quizás lo hemos sido desde siempre.

Entre las feministas nos olemos el resentimiento.

Y es por esto que para finalizar me quiero quedar con la imagen que esta Petra con fiebre morena es un montaje que surgió desde la base misma de nuestro resentimiento.

Foto: Isabel Ortiz Carvajal

Foto: Isabel Ortiz Carvajal

Información de la obra:

Actores / performers: Santiago Rodríguez, Fabián Gómez, Pablo Rojas, Carlos Briones, Ariel Lagos, Mario Álvarez

Dirección: Diego Agurto Beroiza

Asistencia de dirección: Mariana Hausdorf

Asistencia Teórica: Jorge Díaz

Música: Sebastián Velásquez, Camilo Plaza, Benjamín Carriquiry

Produccion: Centro Experimental de Arte Tessier, Espacio CEAT; Colectivo de Artes Escénicas “La Comuna”

Producción en terreno: Sandra García.

Funciones: viernes y sábados 21:30 hrs, domingos 19:30 hrs

Temporada: 15 de julio al 14 de agosto 2016

Adhesión: $3.000 general

Espacio CEAT, Centro Experimental de Arte Tessier.

Dardignac 172, Barrio Bellavista, Recoleta, Santiago de Chile.

Reservas a: lacomuna.compania@gmail.com

 

 

 

 

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