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Opinión

Piñera y Lagos: ¿Hombres de 1989 para resolver los problemas del 2020?

Por: Edison Ortiz | Publicado: 08.08.2016
«Inéditamente en primera vuelta en 2017 pudiese configurarse un escenario político en que nadie de centro e izquierda obtenga más votos que el segundo aspirante de la derecha, con lo cual, desde que la república es república, se conformaría por primera vez en nuestra historia política contemporánea – luego del Frente Popular – una ordenación política donde ningún aspirante de centro e izquierda obtenga más adhesiones que los dos líderes de derecha que bordearían ambos aproximadamente un 45%».

¿Es posible un accidente electoral en 2017?

No hace mucho con un amigo hicimos el siguiente ejercicio-experimento: difundimos por una red y a través de un programa radial el siguiente pronóstico basado en hechos reales, intuiciones y datos. Tal como estaba el panorama político – en la derecha con la irrupción fuerte de Manuel José Ossandón que ya se puso como el político con más futuro por sobre Lagos; en tanto en el centro y el bloque oficialista con un Guillier que puede pero que no se atreve y con un Lagos que quiere pero que es resistido; y más allá una atomizada y dispersa izquierda, donde ME-O desparece del mapa -, lo más probable es que estemos ad portas, como lo dijo Gonzalo Martner, de un “accidente electoral”. Esto es que, inéditamente en primera vuelta en 2017 pudiese configurarse un escenario político en que nadie de centro e izquierda obtenga más votos que el segundo aspirante de la derecha, con lo cual, desde que la república es república, se conformaría por primera vez en nuestra historia política contemporánea – luego del Frente Popular – una ordenación política donde ningún aspirante de centro e izquierda obtenga más adhesiones que los dos líderes de derecha que bordearían ambos aproximadamente un 45% – Piñera un 25% y Ossandón un 20% -, en tanto Lagos se aproxima a un 19% y con un aspirante DC que bordea el 15% y más allá de la Nueva Mayoría un Marco (u otro) que alcanza el 6%, otro 5 % para RD, un 5% para Izquierda Autónoma y otro 5% para Roxana Miranda, lo que sumados alcanzan, más menos, un 55%, pero que por separados no dan el ancho para llevar a uno de ellos a la segunda vuelta. Ello dado también, por el hecho indispensable de la atomización de la centroizquierda y la necesidad de los partidos, dado el cambio en el sistema electoral, de llevar representación presidencial en las próximas elecciones como lo han reiterado majaderamente diversos personeros del PDC.

Si bien, este escenario matemático puede darse – con los mismos porcentajes que se reiteran elección tras elección desde 1990: un 45% para la derecha y un 55% para la centroizquierda -, es poco probable pues la misma angustia de los datos llevará a varios de los actores a reconfigurar sus dichos, como sucedió con Ignacio Walker y como ocurrirá con Isabel Allende.

En la radio Primordial, donde lancé este pronóstico recibí de amigos solo críticas, incluso acusaciones de irresponsabilidad por enunciar un pronóstico que podría concluir “construyendo realidades”. Lo cierto es que, enseguida varios hechos se precipitaron: Fuhad Chaín en una radio metropolitana señaló que un aspirante DC solo se justifica si bordea el 15%, de lo contrario los propios aspirantes falangistas al parlamento lo dejarán, como sucedió con Orrego, literalmente botado; y enseguida un Ignacio Walker que, luego de estar dos años odiosa y majaderamente insistiendo que sí o sí llevarían candidato presidencial pero que, como suele suceder con él, en otro arrebato da un giro rápido y señala que “Lagos es el único candidato fuera de la falange, que le da confianza a la DC”.

En la derecha, a su vez, con la irrupción de Alessandri en Santiago no solo se confirma que la vieja guardia derechista va a la bancarrota sino que, por haberse comprometido a fondo con la aspiración comunal de Joaquín Lavín, Piñera es otro que sale damnificado de esa operación política y quien pese a mantenerse en un sólido 25% de chilenos que creen que será el próximo presidente, lo cierto es que el vacío político es inmenso y se mantiene un 62% de gente que no se pronuncia por ningún aspirante a La Moneda. El hecho que, aparte de Lagos y Piñera, los tres políticos chilenos con más futuro sean outsiders – Jackson, Boric y Ossandón – da cuenta del inestable y frágil sistema político actual. Y dios quiera que a Leonardo Farkas cumpla su palabra y no se le ocurra presentarse pues ahí sí que habría una sorpresa al estilo Trump, Brexit o austriaco.

¿Cómo se está configurando la respuesta del oficialismo para evitar el accidente electoral?

Acaba de salir la encuesta  CERC-Mori y varios de los datos enunciados cobraron vida – Piñera sigue con su 25% y Ossandón arremete, después del empresario, como el político con más futuro de su sector -; Lagos se consolida como el aspirante más fuerte del bloque oficialista pero no adiciona más de la gente que aprueba a su gobierno. La suma de Jackson-Boric (una configuración interesante), bordea el 20% y por razones que no se entienden no tienen expresión política práctica y más allá de allí, está la soledad, el frío, y el archipiélago y la dispersión misma lo que se puede comprobar con la cantidad exponencial de listas alternativas al duopolio que se levantaron para las próximas municipales donde primó el sesgo, el quien es más puro y ahí está el resultado: presentación de una cantidad innumerable de listas que ni siquiera lograron reunir la mitad de los aspirantes a los cargos que se llenan y que, como lo hemos dicho majaderamente, sabemos de antemano el resultado: sumadas alcanzan un interesante 10-12% pero que, por haberse inscrito como lo hicieron elegirán un mínimo de representantes de concejales y alcaldes en el país y aunque algunos no lo quieran entender, sí son claves para el soporte básico de las próximas candidaturas al parlamento.

Con un escenario así, y con el miedo escénico que significa solo pensar que un país que posa de ‘progre’ puedan levantarse dos candidaturas de derecha con una posibilidad real – dado el agotamiento del bloque oficialista y la dispersión de la izquierda – de alcanzar una histórica segunda vuelta, es muy probable, dada la terquedad del partido del orden de no innovar con otro aspirante menos contaminado que Lagos, que el ex presidente siga consolidándose como una opción real para una hipotética segunda vuelta con Piñera – en ese contexto se inscribe la reunión de parte de la dirigencia de RD con el ex presidente, el visto bueno de Walker a su candidatura y la cada vez más relativizada aspiración de Isabel Allende restringida más bien hoy a desplazarse a un cupo senatorial en la V región y el un, dos, tres momia es” que repentinamente afectó a Alejandro Guillier – que, seguramente, resolverá los problemas de cuotas y distribución de “los cotos de caza” de cada partido en el Fisco, como hemos tenido oportunidad de saborear sus pormenores por estos días o, como suele llamarse en provincias, “las parcelas de agrado” en el Estado de los parlamentarios oficialistas, pero que, como hemos visto, continuarán boteando uno tras otros los problemas de fondo del país.

Un escenario así, con dos candidatos de 1989 que ambas coaliciones nos ofrecen como su respuesta para resolver los problemas del Bicentenario, proveerá además, un clásico sin público y nos podría llevar directamente al colapso definitivo del modelo institucional instalado con la transición y que en nuestra masoquista historia de Chile siempre concluye con reventones sociales que las más de las veces terminan en gobiernos aún más autoritarios, más o menos cada 30-40 años. Y ya estamos a tiempo de que ello ocurra.

Edison Ortiz