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Opinión

Mujeres en la discoteque: ¿En serio quieres hablar de esto, Alberto Plaza?

Por: Karen Denisse Vergara | Publicado: 10.03.2017
Mujeres en la discoteque: ¿En serio quieres hablar de esto, Alberto Plaza? |
¿Te suena por ejemplo que nuestros planes de Isapre son casi el doble de caros que el de un hombre? ¿Y qué si queremos un pequeño descuento debemos “renunciar al útero” es decir no podemos quedar embarazadas o no será cubierto? ¿Te suena que ganemos de un 17% a un 37% menos por ser mujeres ante la misma pega?

Había pensado en no responderle a Alberto Plaza. ¿Para qué darle más tribuna si lo único que busca probablemente sea un cupo político para las próximas elecciones? No me extrañaría verlo de candidato a diputado, concejal o que Matthei lo incluyera en algún cargo “cultural” de esos que organiza, donde es normal invitar a un condenado por violación como Tito Beltrán a un concierto en la conmemoración del día de la mujer.

Plaza habla de un “pequeño porcentaje”, pero se sujeta firmemente de él para despotricar contra lo que considera un exceso. Es capaz de mezclar lucha y guerra en una sola oración, incluyendo en ella el derecho a la igualdad de género, como si buscar visibilizar las discriminaciones que nos hunden día a día fuera solo un problema inventado o exacerbado. Es más, tiene la desfachatez de criticar a un movimiento que desde sus inicios ha promovido un mayor desarrollo de la humanidad y el buen trato.

Hay varios personajes hoy en día -no podemos olvidar a Tere Marinovic o Henry Boys- que se llenan la boca en discursos, entrevistas y cartas al director hablando del feminismo, palabra que desprecian profundamente. Los puedes identificar fácilmente cuando mencionan la palabra feminismo, las comisuras de los labios se les marcan hacia abajo en un rictus de asco e intentan equipararla con el machismo con burdos ejemplos. Plaza, de hecho, asegura en su carta al director que “las mismas feministas son las que aceptan que no les cobren para entrar a una discoteca. Claro, ahí sí somos diferentes; que paguen los hombres no más. O permiten que la ley les dé preferencia a la hora de quedarse con los hijos luego del divorcio”.

¿En serio quieres hablar de eso, Alberto? Es cosa de hacer un ejercicio a la rápida. ¿A quién beneficia que un local nocturno deje entrar gratis a las mujeres? ¿A ellas dices tú? ¿O al local nocturno que espera que con ese anuncio de “carne fresca” cientos de hombres decidan salir “a cazar” esa noche? ¿Tú crees que a nosotros eso nos llena de alegría y a la vez inconsecuencia? ¿Tú crees que es rico salir a bailar con tus amigas y que un tipo intente de manera agresiva sacarte a bailar toda la noche porque cree que fuiste a la disco a lo mismo que él y no soporta que estés con tus amigas? ¿Qué viene ahora? ¿Decir que si a una chica la abusan en una disco es porque entró gratis y estaba provocando? Te tomaste en serio la viñeta de Malaimagen parece, lo que se te olvidó captar es que era una ironía.

También hablas de que somos feministas hasta que nos divorciamos y nos quedamos con los hijos. Faltó que dijeras que nos farreamos la plata de la pensión alimenticia y que nos quedamos en la casa flojeando, ¿o no? Craso error, si hasta recordando una canción tan machista tuya podemos ejemplificarte el duro camino de ser mamá en Chile:

¿Quién iba a imaginar que en tus entrañas
creció el que ahora te regaña
y todo vuelve a comenzar?

Y ahora es Miguel
el que no quiere que te cases
el que no quiere compartirte
tendrás que decidir entre los dos
Y ahora es Miguel
el que te quiere en exclusiva
el que te pide todo el tiempo
pregúntale a la vida donde está la explicación

El dueño de tus ojos
el heredero de tu risa
te pide que postergues por un tiempo la pasión
no sabe que te mueres
por regalarle hasta la vida
No sabe que es la luz, la maravilla y mucho más
pero algo te estremece y te desvelas
por un amor que se te cuela
por el misterio de la piel

¿Quién iba a imaginar que el de tu vientre
Se iba a oponer a que te encuentres
Con lo que ayer se te negó?

Me gustaría saber qué mujer no quisiera luego de su divorcio o separación a un hombre responsable y buen padre que se hiciera cargo conjunto de la crianza de los hijos, no sólo del pago de una pensión alimenticia que no cría, no consuela y no apoya emocionalmente a una familia. Me gustaría saber de dónde sacas que para nosotros es un privilegio tener que criar a dos o tres niños, mientras hacemos malabares para que alguien de confianza pueda cuidarlos cuando no estamos (porque en la gran mayoría de Chile no alcanza la plata para una asesora del hogar) y sigamos trabajando para llegar cuando se quedaron dormidos y no alcanzamos a ayudarlos con sus tareas. Cuéntame cómo es que el feminismo se regocija en esto.

Dices que gracias a unas valientes que lucharon hasta la muerte hemos alcanzado iguales derechos que el hombre, pero en la práctica en el mundo entero esto no es así. Islandia recién pretende ser el único país en el mundo en eliminar la brecha de género de aquí al 2022. ¿Y Chile? Según los estudios de el Foro Económico Mundial y la ONU, nuestro país alcanzaría la tan anhelada igualdad en 170 años más. Te refieres a las cuotas políticas pero desconoces que el mismo sistema merma que las mujeres puedan optar a cupos de poder.

Dices que estamos actuando desde el odio, pero te respondo, estamos actuando desde el amor, un amor tan profundo y propio que nos fue negado por siglos. Por siglos de que el sistema nos quisiera bien dispuestas, bien arregladas y mal amadas. Un amor que nos hace recurrir a nuestras amigas y compañeras para revelar lo que nos ocurre día a día y que tú no te topas ni por si acaso. ¿Te suena por ejemplo que nuestros planes de Isapre son casi el doble de caros que el de un hombre? ¿Y qué si queremos un pequeño descuento debemos “renunciar al útero” es decir no podemos quedar embarazadas o no será cubierto? ¿Te suena que ganemos de un 17% a un 37% menos por ser mujeres ante la misma pega?

No, no te suena. Hoy la búsqueda de “esas leyes artificiosas” como las llamas tú, están apelando a que podamos caminar tranquilas en la calle sin que nadie nos arrincone o nos trate de tocar, esas leyes buscan que el postnatal sea obligatorio tanto para madres y padres y pueda existir de una vez por todas una crianza equitativa de los hijos, esas mismas leyes buscan que las mujeres puedan liderar cargos donde puedan entender y escuchar a sus pares, esas leyes permitirían que hoy quizás estuviésemos realmente a la par, esas leyes que buscan que una mujer o una niña pueda abortar si es que fue violada, tiene un embarazo que atenta contra su vida o tiene un feto con una grave malformación incompatible con la existencia.

Entre ayer y hoy más de 30 niñas han muerto quemadas en Guatemala en un hogar de menores. Tomaron esta fecha para protestar por los abusos sexuales y vejaciones que sufrían en el hogar de acogida donde estaban. Un incendio acabó con sus luchas por un poco más de dignidad. No estamos lejos de eso, acá han muerto Lissette y muchas otras niñas, víctimas de abusos, negligencias y falta de amor de un Estado y una sociedad que no ha velado realmente por sus derechos. Las luchas feministas son también por todas ellas.

Hoy no buscamos ser musas pasivas, no queremos ser la mujer que gusta cuando calla porque está como ausente. Hoy nosotras también pintamos, hacemos esculturas y nos desvelamos tratando de impulsar un Chile más justo, y el que no pueda ver poesía en ello no debería llamarse artista, queremos ser inspiración por igual, no por ser más o menos y los hombres que lo han entendido caminan a nuestro lado entendiendo que tenemos diferencias, pero mismos derechos que en la sociedad aún no se validan.

También tenemos nuestra historia propia que contar. Si hablamos de pintoras chilenas podemos recordar a Matilde Pérez o Ana Cortés, si recordamos a una escultora podemos destacar a la gran Rebeca Matte, si queremos escuchar una cantante recordemos a la gran Violeta Parra, mujeres hoy son intensamente veneradas y recordadas por su transgresión a la época, y que en su momento fueron incomprendidas, tildadas de locas, recluidas en manicomios, negadas por una sociedad que solo querían que fueran objeto de deseo, objetos familiares para decorar la sobremesa, sin ser partícipes de su propia vida.

¿Me decías que podíamos entrar gratis a la discoteque?

Karen Denisse Vergara