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«Valparaíso en Colores», la apuesta artística social que se toma las calles del puerto principal

Por: Constanza Cabrera | Publicado: 15.04.2017
Todo comenzó cuando Horacio Silva e Inti Castro emprendieron la iniciativa «La Ruta del Graffiti Porteño», que tenía por objetivo crear grandes murales de buena calidad frente a miradores, en un sentido más bien turístico. Sin embargo, su proyecto dio un giro social: llevar el arte a los barrios a partir de 2010.

Valparaíso se ha consolidado como una de las ciudades chilenas más bohemias y artísticas de los últimos tiempos. Con una gran riqueza arquitectónica, su centro histórico fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Su calles coloridas resaltan en medio de una vigorosa actividad cultural. Y es que la «Joya del Pacífico» nunca duerme.

No obstante, a pesar de las crecientes explosiones de arte, existe un sector de la población que vive en los alrededores de los cerros y en poblaciones aledañas que no alcanzan a tomar siquiera un trozo de estas expresiones humanas. Y es que en el mundo del arte sigue existiendo un halo de elitismo y lujo presentes en determinados ambientes, un mundo al que no todos pueden acceder por tiempo y circunstancias de la vida misma.

En medio de esa atmósfera es que aparece en escena Valparaíso en Colores, la propuesta social callejera que quiere llevar el arte a las puertas de los vecinos porteños por medio de los «mega murales». El Desconcierto conversó con su director, Horacio Silva, quien junto a un equipo de 5 personas estables (entre ellos Inti Castro) y la colaboración de 40 pintores diferentes, además de recibir apoyo de profesionales de la Universidad de Valparaíso, han levantado la iniciativa que espera, se propage a otros lugares.

Cambio de switch

Todo comenzó cuando Horacio e Inti emprendieron la iniciativa «La Ruta del Graffiti Porteño», que tenía por objetivo crear grandes murales de buena calidad frente a miradores, en un sentido más bien turístico. Sin embargo, su proyecto dio un giro social: llevar el arte a los barrios a partir de 2010.

Esto porque identificaron una cierta distancia de las personas con las manifestaciones culturales. «Nosotros queremos que el arte se acerque a la gente y a la vez interprete lo que ellos quieren. A las personas en el fondo les encanta la pintura, la música, pero se sienten distantes y se coartan de ir a ver una exposición. El proyecto justamente se inserta en los lugares donde ellos viven, involucrándolos en el proceso creativo«, explica Silva.

Valparaíso en Colores insertó el proyecto Gerópolis de la Universidad de Valparaíso, en donde antropólogos, periodistas, psicólogos, sociólogos ayudan a los artistas a investigar los barrios en profundidad, para que así los murales representen de mejor manera el sentir de una comunidad. La iniciativa además fomenta la limpieza, se encarga (dentro de lo posible) de mejorar los sitios eriazos y plantar vegetación.

Horacio cuenta que lo esencial de esto es «recuperar los espacios perdidos». De esta manera, cada experto ayuda en su área. «Primero entrevistamos a personas, hacemos focus group y así estamos tardes enteras descubriendo su historia, personajes destacados, ya que todo eso es muy sabroso para interpretar una obra», dice.

De la galería a la calle

En total hay 23 «murales grandes» (muros gigantes de 100 metros o más) y también se han hecho en otras dimensiones llamados «mingas», que es el formato pequeño del proyecto (2 a 3 metros). Bajo él se han pintado 25 muros en tamaños más acotados. Asimismo, el director lo define como una «coproducción vecinal social», porque «queda la identidad, la mano, de lo que los habitantes quisieran ver».

La idea ha tenido el apoyo económico de empresas como BigTime, Blank Canvas o Converse, además de recibir sustento de la Conaf, la municipalidad de la ciudad y el Serviu (en el caso del Cerro La Cruz, que se incendió), entre otros.

«El arte siempre está en el mundo de los artistas y creemos que no debiese ser así, ese mundo de los artistas debería estar al servicio de las personas que no tienen conexión con el arte porque si los artistas viven mirándose el ombligo y sólo producen para ellos, eso no tiene un mayor impacto social«, enfatiza.

La propuesta se enmarca en lo artístico cultural social. Cada barrio tiene una historia propia, personajes distintos y, para Silva, eso no ocurre solamente en Valparaíso, sino en cualquier parte del mundo. Entonces ese contenido, que lo denomina como «patrimonio intangible«, es lo que el proyecto «se encarga de desenterrar».

«Lo desenterramos y convertimos en arte, lo ponemos en la pared y los vecinos en general quedan completamente satisfechos y orgullosos porque el arte que está pintado ahí es su historia, son sus contenidos, es su orgullo», cuenta.

Los boxeadores

El proyecto ha pintado 3 muros en cerro La Cruz, realizados por la agrupación «Aztecas». En ese lugar apareció una particular historia de unos feriantes que al mismo tiempo eran boxeadores y se dedicaban a ese rubro. Horacio cuenta que conversando con la gente del sector descubrió que era un lugar de muchos amantes del box, algo muy típico del cerro.

«Eso a nosotros nos llamó mucho la atención y el artista lo interpretó bien, dibujó a un feriante vendiendo sus verduras, a la vez que tiene unos guantes de box colgados en el cuello entonces es súper gráfico, muestra la historia que sucedió por décadas», señala.  Además, los murales han plasmado personajes típicos como «el organillero». En la Quebrada de la Calaguala un historiador contó que se asentaban los changos y para el proyecto, todas estos relatos tienen contenidos históricos «muy interesantes de pintar».

En búsqueda de la memoria perdida

Para Horacio, la iniciativa también puede «generar una especie de protección de las invasiones culturales exógenas», ya que los pequeños «van a tener mucho más claro de dónde son». Es es un arte que está relacionado con el pasado, la historia, con los ancestros, con la cultura.

«Queremos recobrar esa memoria porque también estamos pensando en el futuro, esto puede crear una base sólida en los niños, jóvenes, que vienen y tienen una cercanía con el grafitti, el muralismo y si un artista pinta esta historia, los niños van a tener cercanía con estas temáticas«, expresa el artista.

El proyecto, que intenta «unir a abuelos y nietos«, está hecho consensuadamente, con una línea editorial de lo que se quiere para el país, el futuro y que las personas «tengan una base cultural sólida de la que hay». «La gente está en otra, vive desconectado de eso, entonces al llegar esta belleza se cambia de actitud, se pone más alegre, se arma toda una sinergia positiva, un quiebre positivo que mejora el ambiente y las caras de las personas«, apunta Silva.

Hacia otros lugares

Valparaíso en Colores espera expandirse a futuro para llegar a otras ciudades y poblaciones con poco acceso al arte. Horacio revela que existen muchos barrios abandonados y sería provechoso llevar e incorporar la alegría a otras personas. Actualmente están en plena campaña para llevar el proyecto a otras ciudades del país.

«Sabemos que esto no va a mejorar el nivel de vida económico de las personas, pero sí va a mejorar la percepción de sus barrios. Esto contribuye mucho a las necesidades de las personas porque cambia para bien su ambiente. Queremos enseñar conceptos como aseo, limpieza, barrios ordenados, y eso en el fondo genera buen vivir«, asegura.

La iniciativa es consciente del arte como un agente transmisor de conceptos, es por ello que se esmeran en entregar nociones constructivas apuntando al desarrollo de las personas. El director de la iniciativa insiste en que «esto motiva un despertar».

«En muchos barrios que hemos llegado han ocurrido bastantes desarrollos post a Valparaíso en Colores. Por ejemplo, en el Cerro Larraín están en pleno proceso de mejoramiento en el ámbito de la instalación eléctrica, techos, filtraciones de agua y eso fue porque los vecinos después del proyecto artístico se motivaron y se unieron, crearon una organización vecinal y postularon a un fondo«, recalca. Lo mismo pasó en Cerro Barón, en donde se ganaron un proyecto de seguridad porque «la gente quedó motivada» al ver que existen posibilidades de que las cosas puedan cambiar para bien.

«Hemos desarrollado el arte a cabalidad, pero nos gustaría implementar más áreas verdes porque es súper caro. Lo hemos hecho (no como quisiéramos) y nos gustaría entregar más vida, más verde. Próximamente queremos unir arte con naturaleza», finalizó.

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