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Opinión

¿Un largo tour…?: Mujeres y violencia cotidiana

Por: Victoria Aldunate Morales | Publicado: 20.04.2017
¿Un largo tour…?: Mujeres y violencia cotidiana victoria |
El estado colonizador que está convencido de que sabe lo que “la otra” no sabe de sí misma, disfraza su falta de ética con discursos. Por ejemplo ese del “empoderamiento”, que ya lo calamos hace rato porque se pesquisa rápido. Es que no disimula siquiera que cree que debe “enseñarle” a “la otra” el “poder” (“empoderarla”).

¿” No eres feliz, autónoma y empoderada”? ¿”No entiendes el amor entre mujeres y la sororidad”? “Hazte ver. Quizás un taller de empoderamiento y género te sirva”

 ¿Y qué es ser mujer?, pregunto. La mujer de unos 50 años se queda en silencio frente a mí y luego de un par de minutos, llora. La segunda vez que hablamos de ello, responde: Perderlo todo y que la usen a una todo el tiempo y toda la gente.

En una conversación con una joven de 25 años que ha estado en varias relaciones de agresión de parte de sus parejas –arriesgadamente- afirmé: Pero no todos los hombres son violentos…. Ella respondió categórica: “No sé, yo no conozco a ninguno”. Esa vez yo me quedé enmudecida.

En una tercera conversación con la mujer más adulta, ella explica: No sé cómo ser feliz, fue tanto el dolor, tantos años… la primera vez que me emborraché con pisco fue a los 15, lo hice para aguantar lo que los hombres me hacían, luego seguí consumiendo para morirme, ahora tengo deseos de consumo para olvidarme de todo.

(Son todas mujeres “en calle”, como se nombra hoy por hoy a la pobreza extrema).

El colonizador –o colonizadora-, de forma omnipotente piensa que conoce aquello que ve[1]. Es decir, cree que entiende lo que está mirando y lo enjuicia en su lenguaje y códigos. Por ejemplo informa: “Mujer dependiente con trastorno de personalidad limítrofe”. O explica: “Su problema es el consumo y no la violencia”, y ese argumento sirve para excluirla de una Casa de Acogida de SERNAMEG[2]. Lo más importante aquí, es que le ahorra un cupo al Estado. El colonizador puede partir en dos a la mujer, con tal de que calce en sus teorías prestadas de occidente y, especialmente, en su economía: y entonces afirma que una misma mujer, en realidad, es dos: una, la que consume/otra, la víctima de violencia.

No hay plata para las mujeres en general y menos para las que viven en la calle y tienen consumo de drogas y alcohol. Es que no son mujeres, importan menos que las mujeres –lo que ya es mucho decir-.

¿“Autonomía”?

El estado colonizador que está convencido de que sabe lo que “la otra” no sabe de sí misma, disfraza su falta de ética con discursos. Por ejemplo ese del “empoderamiento”, que ya lo calamos hace rato porque se pesquisa rápido. Es que no disimula siquiera que cree que debe “enseñarle” a “la otra” el “poder” (“empoderarla”).

Pero hay otros discursos perversos, que recién elabora, y la sospecha nos coloca en guardia (una sabe más por vieja bruja, que por otra cosa).

Desarrollan sus power point y aparece la palabra mágica “autonomía”. Y ahí viene el combo, porque en realidad la violencia contra las mujeres tiene que ver con su falta de autonomía”.

Hay que oír con atención y pérfida sospecha, para saber lo que están diciendo. Y es que adoptaron el concepto “autonomía” –ese que fue tan valioso para nosotras hace una década-, para su propio beneficio y el del bolsillo de los enriquecidos a los que sirven.

La canción dice más o menos así…

– La institución respeta la autonomía de la mujer.

– Y ¿qué sería eso…?.

– Que ella asuma su individualidad ciudadana y cuide su vida…

Ya apareció -oiga usted- la combinación “individua-ciudadana”. Pero hay más, también está la “inclusión- integración”. Por ejemplo: “Integrar urgente a una mujer –de cerca de 60 años que ha estado 20 “en calle”– y ha pasado por muchas instituciones que le han entregado sus servicios sociales auspiciados por el estado… ¡y ya está bueno que se integre!…”.

– ¿Se integre? ¿A dónde? ¿Cómo?

“Qué trabaje”.

– ¿Ya?…

– ¡En call center, vendiendo sanguches o chiclés o algo! Para que no siga aprovechándose de las instituciones con su uso funcional, utilitario. ¡Que desarrolle autonomía!

El estado se cansa de dar teta. Y de haber ninguneado a la gente y a las mujeres, de haberlas menoscabado hasta el punto de la anulación, de haberlas hecho más dependientes que antes para mostrarse como el padre bueno y protector, ahora comienza a reclamarles “autonomía”. “Autonomía” de la misma gente a la que borró de su mapa y memoria.

No son mujeres

Una mujer que habita la calle no está precisamente cuidando su vida. Tampoco es ciudadana. Está borrada tanto de la Ciudadanía empobrecida que reclama –apenas- educación y pensión, como de la Ciudadanía partidaria en su salsa congresista.

Lo que sí, neoliberalmente hablando, es una “individua”, y entonces le cabe la responsabilidad de su propia vida a ella solita. Convenientemente, su “responsabilidad social” es “individual”.

Así, sin comunidad ni ética, ¿Por qué el estado gastaría plata en casas comunales para mujeres? ¿Si ni siquiera lo hace en hospederías y albergues y cuando hay esas instancias, por 30 cupos para hombres tienen 6 para mujeres?

De hecho, ellas importan menos que un hombre en la misma condición: Abandonaron la sagrada familia, lo doméstico, los cuidados; dejaron de ser madres o nunca parieron; se quitaron un marido de encima o jamás lo tuvieron. No son esposas. No hacen el Trabajo Reproductivo que entrega buena parte del producto interno bruto (PIB) al país chileno en donde el 1 % de la población concentra la riqueza.

No son mujeres disponibles socialmente por ende están por su cuenta y riesgo = Autónomas.

Pero como una mujer es una mujer, hombres de su misma condición o no, la obligarán a estar “disponible” para ellos. A cambio de droga, a cambio de espacio donde dormir o a cambio de nada, solamente por mujer.

 Rucos y mujeres

“Dos tipos me dejaron entrar a su ruco, yo tenía dos lucas solamente, pero quería más, entonces uno me bajó el pantalón y me violó, se turnaron, y me dieron otro pa’ fumar, y ya no recuerdo más…”.

 “No duermo porque no quiero, porque en la calle usted sabe lo que le pasa a una, sea vieja o joven, a todas les pasa”.

“Es que usted no me entiende, yo no soy mujer, soy maricona. Por eso muchas veces he tenido que pegarle a varios tipos, porque lo que me hacen ellos, no está bien”

Violencia cotidiana, masiva y personal

Y es que “si no puedes adaptarte satisfactoriamente a la vida, es tu problema, quizás un profesional pueda ayudarte, no trates de cambiar el mundo, mejor libera tu mente. El presupuesto es la ideología individualista, si no puedes hacer algo… es por una falla personal… problemas psicológicos que impiden ser felices, adaptadas y efectivas… La ideología individualista aísla a la gente y arroja la culpa de inadaptación y fracaso sobre el individuo”, explicaba la feminista radical Diana Desmore[3] en los años ’70 del siglo XX, y no ha cambiado, ha recrudecido.

La violencia contra las mujeres y las niñas, la violencia moral contra las mujeres mayores, es cotidiana masiva y personal, el feminicidio es un delito instantáneo, de acción pública, de daño material y que se puede cometer por acción u omisión[4].

Pero en Chile la violencia contra las mujeres no es problema público, sino solamente “familiar” y también por eso, porque ellas no tienen familias, las mujeres que viven en la calle no son “sujetos” de violencia intrafamiliar para las leyes del estado chileno.

Eso sí, dicen que en este CENSO, están contabilizando a hombres y mujeres “en calle”… Pero justamente el día anterior a dicho CENSO, un migrante peruano que vive en la calle, nos cuenta: “Esta noche no hay ruco. Los de la municipalidad estaban retirándolos… dicen que es por el censo”… Debe haber sido un largo tour para los encargados de limpiar el país de rucos; por todas las líneas de tren, puentes, postas, hospitales, sitios baldíos, basurales y demás puntos similares, en todo el territorio. Y es que un ruco –así le llama la gente que vive en la calle y los construye- es una vivienda hecha con cartones latas, sillones y otras especies sacadas de la basura. Los instalan para dormir, consumir y guarecerse del frío, y Chile –este país occidental, civilizado y desarrollado– está lleno de eso… Si no los ha visto, es porque son invisibles al ojo colonizado de la chilenidad.

Referencias

[1] Joane Nestle, lesbiana feminista, artículo “¿Existe una sexualidad feminista?” en Revista “Nosotras que  nos queremos tanto” del colectivo feministas lesbianas de Madrid N° 6 Febrero 1988.

[2] Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género, que actualmente tiene nivel de Ministerio.

[3] Diana Desmore, “La Independencia de la Revolución Sexual”. http://feminismosenlapuntadconhilo.blogspot.cl/2012_09_01_archive.html

[4] “EL FEMICIDIO INTIMO EN LA CIUDAD DE LA PLATA- AÑO 1997-2001, Susana Mariel Cisneros.

* “En Un Largo Tour”. Canción de Sol y Lluvia que inicia “A esta hora justamente a esta hora/Que tu cerebro empieza a cabecear/Con la última telenovela/Quisiera sacarte a caminar En un largo tour Por Pudahuel y la Bandera/Por Pudahuel y por la Legua/Y verías la vida tal como es/A esta hora justamente a esta hora/ En que comienzas a mirar tv/Mentiras por minuto…

Victoria Aldunate Morales