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Opinión

Piñera, extremismo y corrupción: El caso Exalmar y las leyes pesqueras a favor de 7 familias

Por: Pablo Fernando González | Publicado: 11.05.2017
Piñera, extremismo y corrupción: El caso Exalmar y las leyes pesqueras a favor de 7 familias A_UNO_ley de pesca |
Chile, teniéndolo todo para convertirse en un país líder en productos para el consumo humano para la alimentación saludable basada en una industria apalancada en ciencia y tecnología de última generación, sigue viendo un obstáculo en la corrupción y el negocio de la especulación.

Durante el período en que Piñera se encontraba al frente del gobierno se ha revelado que su fortuna personal coincidió con Rodrigo Sarquis -uno de los poderosos de las 7 familias que ha terminado controlando la riqueza pesquera de Chile- en su inversión en Exalmar. El giro de esta industria peruana es la producción y exportación de harina y aceite de pescado que se elabora con anchovetas, la principal pesquería mono específica del mundo y que se encuentra al frente de las costas de Chile y Perú. La inversión no tuvo como fin aportar un valor agregado a esa industria sino que fue de carácter especulativo ya que, de fallar la Haya a favor de Perú producto del litigio que ese país tenía con Chile, el valor de sus acciones se dispararía.

Piñera, un estudioso de las oportunidades de los mercados, estaba al tanto que en Chile los que se han convertido en millonarios en el sector pesquero no han surgido de proyectos de innovación ni de emprendimientos visionarios con inversiones en I+D  como ocurre en los países desarrollados, sino que han surgido de entre los controladores del negocio de la harina y aceite de pescado de la mano de la corrupción. Él tiene un conocimiento profundo acerca de que la especulación financiera a nivel global saca ventajas de las asimetrías del mercado por lo mismo estar en el lugar correcto para tener información estratégica pasa a ser fundamental para tener éxito, y lo segundo es que los casos de corrupción más exitosos en Chile son los que han conseguido cooptar la política, ya que ésta es la que puede proveer de leyes para hacerse de la propiedad y explotación en condiciones de privilegio de recursos naturales estratégicos de un país

Leyes Piñera y la falacia de su defensa de la economía de libre competencia

El pasado 10 de abril La Tercera-Negocios rescató lo sucedido en el período del gobierno de Piñera: «Como una situación que le genera mucho dolor califica el empresario Roberto Angelini el proceso que tiene a Corpesca -empresa que preside- formalizada por eventuales delitos de soborno a diferentes políticos, lo que habría tenido como objetivo obtener mayores beneficios en la Ley de Pesca, conocida como ‘Ley Longueira’ y aprobada bajo el gobierno de Sebastián Piñera» .

Sin embargo, lo que no ha dicho Angelini es que el «mucho dolor» producto de estos «eventuales delitos» le ha significado ganancias multimillonarias a su industria de harina y aceite de pescado , ya que con las leyes Piñera consiguió el monopolio absoluto de la principal riqueza pesquera de nuestro país -casi un millón de toneladas de anchovetas por año-. Recursos que, de haber existido una economía de libre competencia y un país donde imperara el Estado de Derecho, le habrían resultado imposibles de conseguir.

De la mano del gobierno de Piñera, el grupo Angelini-Corpesca consiguió monopolizar el 90% de la anchoveta, la principal riqueza pesquera de Chile, para sus negocios de harina y aceite de pescado. Mientras tanto, más de 15 pymes localizadas de norte a sur del país dedicadas a elaborar anchoas para el consumo humano nos enfrentábamos al cierre de las últimas fábricas sobrevivientes. Un par de ellas arrancaban con sus operaciones hasta Perú, porque en nuestro país no existen las condiciones mínimas para su viabilidad por el cerco de los grupos económicos las que tienen cooptado el Congreso, la Subsecretaría de Pesca y a nuestras instituciones del Estado.

Esto es un extremismo insoportable del que participan Angelini y las 7 familias, ya que los anteriores, por tener el poder del dinero y redes de corrupción entre las élites políticas, han impuesto vía corrupción y de esta manera por ley, que nuestro país quedé amarrado a la producción de harina y aceite de pescado, en vez de abrir las oportunidades a la innovación para agregar valor a nuestras principales riquezas pesqueras.

Leyes Piñera, corrupción y devastación de nuestra riqueza pesquera

La Ley Longueira y la Ley 20.560 -de la autoría de Piñera y Longueira e implementada por la Nueva Mayoría de Bachelet, Céspedes y Súnico-, son parte de la corrupción instalada por ley en el sector pesquero y en la institucionalidad de nuestro país.

Destaca la corrupción que compromete a la Subsecretaría de Pesca que, amparada en una creación de Piñera y Longueira como son los pseudo «Comité Científicos»,  permite que los fabricantes de harina y aceite de pescado le den continuidad a la devastación de nuestras principales pesquerías. Esto ocurre con la anchoveta, de la que la Subpesca autoriza se capturen miles de toneladas, a pesar de que hasta el año pasado se encontraba declarada en estado de sobreexplotación en la zona norte y agotada en la zona centro-sur.

Vale hacer presente que por decisión de la Subpesca la anchoveta ha salido de la condición de sobreexplotación, pero las pymes de consumo humano podemos dar fe que el tamaño de la anchoveta que prevalece en los actuales desembarques sigue siendo de juveniles y que esto es un arreglo a favor de los fabricantes de harina de pescado. Conocemos de ello porque este punto es crítico para las pymes ya que somos intensivas en mano de obra, por ello si los desembarques son de pura anchoveta chica  tenemos más costos y nuestra industria ya no es factible. De allí que no resulta extraño que a pesar que la ley Longueira estableció un miserable 1% para el fomento de la industria de productos para el consumo humano, no haya surgido ninguna nueva inversión, ya que un emprendimiento en estas condiciones es ir directo a la quiebra.

El Sr. Céspedes, ministro de Economía que es la cabeza de la Subpesca, no debería ser tan torpe para no entenderlo, ya que la devastación que ha amparado su ministerio no tan solo está al frente de la devastación de la anchoveta, sino que también de la extinción de las pymes que las procesábamos. Este sector industrial creó más de un millar de empleos en Arica por más de una década y fue pionero en abrir el camino a la exportación de anchoveta del Pacifico a EEUU y Comunidad Económica Europea y que desde hace unos años hemos dejado en manos de Perú, perdiendo Chile la expectativa de consolidar una industria capaz de generar miles de empleos.

Otro caso de extremismo y corrupción durante el gobierno de Piñera es el que afectó a la anchoveta que existía al frente de Puerto Montt y Chiloé (Aguas Interiores) que terminó en un desastre medioambiental catastrófico y que lo prueba su desembarque del año 2013 en que  llegó a las 291 toneladas y que obligó a declararla en estado de agotada, después que ésta en los años 2005 superaba las 5.000 toneladas de desembarque y correspondía al único stock en el Océano Pacifico de anchoas sobre los 17 centímetros. El que se enriqueció con su devastación fue la empresa Fiordo Austral, la que tiene entre sus socios a Andrés Navarro un amigo de Piñera e importante socio en algunos de sus negocios .  

Algunos como el rector Peña han acusado como un regalo regulatorio de nuestro Congreso lo conseguido por Angelini y las 7 familias que les ha permitido concentrar en forma monopólica nuestras principales pesquerías ricas en proteínas marinas, aminoácidos, péptidos, ácidos grasos Omega 3 marino, entre otros. En el anterior escenario resulta imposible surja la innovación y nuevos emprendimientos para reorientar el uso de esta formidable riqueza marina que posee nuestro país, como son las anchovetas. De allí que Chile, teniéndolo todo para convertirse en un país líder en productos para el consumo humano para la alimentación saludable basada en una industria apalancada en ciencia y tecnología de última generación, sigue viendo un obstáculo en la corrupción y el negocio de la especulación.

En Chile nadie se atreve a rebatirle el discurso a Angelini de que «si no hay proyectos no se aumenta el empleo» ya que nadie repara que él teniendo el control monopólico del 90% del procesamiento de la anchoveta y del 100% junto a las 7 Familias es imposible surjan nuevos emprendimientos. Peor aún si nos detenemos que su Conglomerado económico ha decidido en su última Junta de Accionistas que solo destinará un 1% a inversiones en el sector pesquero, ya que su negocio no está en nuevos proyectos para  agregar valor a las proteínas marinas y Omega 3 marino contenido en nuestras anchovetas, sino lo que le renta su control monopólico conseguida como un regalo regulatorio por parte de nuestro Congreso y de las leyes Piñera-Longueira, de las que la Nueva Mayoría se ha hecho cómplice al darle su voto y luego no hacer nada por derogar las anteriores. http://www.lemondediplomatique.cl/Chile-es-conducido-a-su-peor-ruina.html

El que Angelini nos pontifique sobre empleo resulta paradójico ya que ello ocurre mientras tiene el control monopólico  de una riqueza pesquera que impide surjan nuevos emprendimientos que exploten su uso en alimentación saludable y mientras sus esfuerzos de inversión mayoritarios están fuera de Chile (70% el año 2016).

Extremismo, miopía país y como la ambición de unos pocos le ha puesto trabas al desarrollo de Chile.

El año 2012 mientras Piñera estaba al frente del gobierno las capacidades que lo destacan como un especulador exitoso no le sirvieron de nada a la hora de la caída de nuestras exportaciones, las que se acentuaron al final de su mandato y llegaron a los 74.000 millones de dólares (2014). Después de haber alcanzado los 81.000 millones de dólares el año 2011, se mostró su incapacidad para revertir los efectos de la crisis global de las exportaciones de productos de baja complejidad entre ellos cobre y harina de pescado.

Peor aún dejó de lado las advertencias del  director del Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, Ricardo Hausmann, y respaldó por esa misma fecha que Corfo creara el Fondo de Riesgo Fenix por 100 millones de dólares para favorecer la prospección minera, aunque Hausmann en el Foro Anual de la Industria 2012, organizado por Asimet, hizo un diagnóstico de mucha crudeza del modelo chileno que se sostiene en la minería y que coincidía con la crisis de nuestra economía la que se prolonga hasta ahora : “Cuando le digan ‘no somos diversificados porque somos ricos en recursos naturales’, pues bájense de esa mula, eso no es verdad, ustedes son países de ingresos medios porque tienen recursos naturales y no van a convertirse en un país rico con recursos naturales, porque ningún país rico con esas características son tan poco diversificados como ustedes”.

Un alto ejecutivo de un Fondo de Inversión  durante el gobierno de Piñera transparentó por la prensa la crítica a que las platas públicas que administraba Corfo tuvieran como destino la inversión en Ciencia y Tecnología, y porque era mejor apostar por la minería, una miopía de la que se hizo parte Piñera que le ha costado caro a Chile «… gran parte de los recursos que el gobierno destinaba a investigación y desarrollo pasaban directo a los oferentes, principalmente a los centros de investigación de las universidades, que tienen cautivos los flujos provenientes de organismos tales como Conicyt, Fondecyt, Iniciativa milenio, entre otros».  Los resultados de estas decisiones equivocadas  las  estamos pagando ahora , ya que Chile ha seguido cayendo en sus exportaciones hasta alcanzar los 59.000 millones de dólares el año 2016 y resulta que casi 20 mil millones de dólares de esa caída con respecto al año 2011 la explican los menores precios de las exportaciones mineras.

Lo anterior ocurre en medio de un Chile que ha alcanzado una cifra record de 9 mil jóvenes talentos con grado de doctorado muchos de ellos obtenidos en Universidades de prestigio mundial, donde cientos de ellos tienen especialización en biotecnología, biología, nutrición, bioquímica, que resultan fundamentales para reorientar por ejemplo, la explotación de las anchovetas que constituyen nuestra principal riqueza pesquera país rica en proteínas marinas, aminoácidos, ácidos grasos saludables que resultan de valor estratégico  para la elaboración de productos de alta complejidad para la alimentación saludable para los mercados globales, pero que hoy no tienen espacio para la innovación ni para el emprendimiento y menos para conseguir empleos competitivos. Vale denunciar que hoy tan solo 1.200 de nuestros jóvenes talentos tienen ocupación estable, y que el resto deambulan desorientados por la falta de oportunidades aunque son un grupo de expertos formidable con los que cuenta el país para conseguir un salto cualitativo de nuestra economía.

Mientras Angelini y las 7 Familias, en el caso de las anchovetas, o la tienen bajo su control monopólico recurriendo a la corrupción o les sirve a especuladores como Piñera -caso Exalmar- para sus apuestas de carácter especulativo en el negocio de los comodities. De allí que no resulta extraño que los anteriores  quieran mantener sin alteraciones este negocio monopólico que les produce utilidades multimillonarias y quieran  perpetuar a nuestro país como una economía basada en la exportación de productos de baja complejidad. Tampoco resulta extraño que Piñera y los grupos económicos llamen como extremistas a quienes quieren terminar de raíz con la corrupción ya que temen el fin de sus privilegios. Es comprensible que consideren extremistas a quienes pretenden crear las condiciones para cambiar nuestra matriz productiva de la mano de la innovación y de los emprendimientos basados en ciencia y tecnologías de última generación, ya que temen ser los principales perdedores en ese escenario.

Hoy en Chile nuestra institucionalidad está dando la señal que existen más incentivos y reconocimientos a los negocios que recurren a la corrupción y a los negocios de especulación que a los emprendimientos con fortaleza en Investigación, Desarrollo e Innovación, a pesar que todos los expertos señalan que son estos últimos – los extremistas- y no los primeros – los corruptos-  los que podrían hacer que Chile se encamine al desarrollo.

Pablo Fernando González