Avisos Legales
Opinión

Conmemorar la Nakba

Por: Kamal Cumsille Marzouka | Publicado: 19.05.2017
Conmemorar la Nakba nakba day |
Es necesario restituir el carácter político de la causa palestina en su unidad. La huelga de los presos iniciada hace un mes, nos ha hecho restituir ese carácter político de la causa palestina, versus el discurso humanitario que impone el orden de Oslo.

La nakba, la catástrofe, es la imagen que cristaliza toda la historia de los palestinos. Si bien su nombre ocupa un lugar en el calendario palestino, esa misma imagen es evocada como aquello que condensa el pasado oprimido en cada conmemoración de ese calendario[1]. La conmemoración, como actividad del recuerdo, revela al pensamiento una sola imagen que, condensa el presente y la apropiación del pasado. Conmemorar será entonces una operación de rememoración no, de un evento en particular, sino de toda una historia bajo la seña de una imagen, de una historia como pueblo oprimido.

Walter Benjamin escribía en Parque Central: “El curso de la historia, representado bajo el concepto de catástrofe, no puede reclamar del pensador más que el caleidoscopio en las manos de un niño, que a cada giro destruye lo ordenado para crear así un orden nuevo”. Esto significa que, representar la historia de los palestinos bajo la imagen de la nakba, reclama la restitución de un pliegue en donde la causa palestina aparece como un solo problema político que requiere ser comprendido en su unidad y no particionado. Como el tubo de un caleidoscopio, la conmemoración de la nakba, nos hace ver de modo condesado, como una sola catástrofe, todos los asuntos relativos a los palestinos, en la unidad de un solo problema político.

Esto resulta hoy urgente. Pues, el discurso humanitario instalado desde el orden de Oslo[2] (declaración de principios firmada en 1993) ha ido progresivamente particionando al pueblo, a la tierra y consecuentemente, a la causa política. El pueblo palestino se ha fragmentado – para efectos de la gubernamentalidad y gestión de las poblaciones- en diversos grupos de población: refugiados, ciudadanos de Israel, residentes de Jerusalén, palestinos de Gaza y Cisjordania; si bien algunos de estos estatutos jurídicos y políticas humanitarias, existieron antes de Oslo, no dominaban el discurso político que, hoy es un discurso económico. Ha particionado la tierra en Gaza y Cisjordania. Así, se ha tendido a excluir territorialmente a los palestinos de los territorios de 1948 que, son ciudadanos israelíes, y a separar políticamente al resto de los palestinos, Gaza por un lado, Cisjordania por otro. (Los palestinos con la disputa entre Fatah y Hamas no lo han hecho mal a este respecto). Esto tiende a veces a reemplazar la reivindicación por Palestina y poner en su lugar a Gaza u otra zona. Gaza, por ser víctima de los bombardeos israelíes y estar permanentemente al borde de sufrir crisis humanitaria, últimamente viene acaparando gran parte de la atención y la solidaridad con Palestina. El problema no es la solidaridad con Gaza, pero sí la suplantación de Palestina.

Es necesario restituir el carácter político de la causa palestina en su unidad. La huelga de los presos iniciada hace un mes, nos ha hecho restituir ese carácter político de la causa palestina, versus el discurso humanitario que impone el orden de Oslo. Por ello, en conmemoración de la nakba y en honor a los presos, es momento de restituir a Palestina en su lugar político. No existen grupos de población de palestinos, existe el pueblo palestino. No existen Gaza y Cisjordania, existe Palestina.

[1] Este año hay tres aniversarios particularmente importantes del calendario palestino: la Declaración Balfour, la partición de Palestina y la Guerra de los seis días, que cumplen 100, 70 y 50 años respectivamente.

[2] Hablo de “Orden de Oslo”, en referencia a todo un entramado de instituciones y prácticas políticas y económicas que configuran un orden de cosas: La ANP, las políticas económicas, la coordinación en seguridad con Israel, la división de los territorios, los sistemas de información y permisos, etc.

Kamal Cumsille Marzouka