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La historia de manipulación y abuso detrás de la primera condena por parricidio en una pareja homosexual

Por: Paula Aguilera | Publicado: 09.06.2017
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El pasado 30 de mayo, la Segunda Sala del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Chillán sentenció a Juan Luis Cartes Quezada (44) –quien ya había sido condenado por femicidio en 2000– a doce años de presidio mayor por el delito de parricidio hacia su pareja, Miguel Ángel Melgarejo (20). Esta es la primera vez en el país que se aplica esta sentencia para una pareja homosexual y según expertos, es un reflejo del cambio de mentalidad en nuestra sociedad sobre la concepción de familia.

Miguel Ángel Melgarejo (20) y Juan Luis Cartes (44) se fueron a vivir juntos en noviembre de 2015. Se habían conocido tiempo antes, en la esquina de Bulnes con Brasil, sector conocido como un “barrio rojo” de Chillán y donde Melgarejo se prostituía. Intercambiaron teléfonos y Cartes contactaba habitualmente a “la Negra” –como le decía, ya que Miguel Ángel era travesti– en busca de sus servicios, y también de compañía y apoyo. Con el tiempo comenzaron a comunicarse a través de redes sociales y Cartes solía darle regalos como chocolates o perfumes, o dinero, e iniciaron su relación que duró cerca de un año. La historia entre ambos terminó con el primer juicio que condena por parricidio a una pareja homosexual en el país.

Juan Luis y «la Negra» convivieron al menos hasta abril de 2016 en tres hogares distintos, en los sectores de Santa Blanca, Parque Lantaño y Los Dominicos, en Chillán. Según se relata en el fallo del juicio, Juan Luis –que trabajaba como bombero en una estación de servicios– quería que Miguel Ángel dejara la prostitución y, por eso, comenzaron a un pequeño negocio de venta de ropa. «La víctima abandonó su casa y se fue a vivir con él, hizo el intento de ser su mujer, según le dijo a su madre (…) y realizaba las labores propias de la casa. Era una relación difícil, había violencia. Cartes era manipulador, violento, amenazó y golpeó a la víctima muchas veces«, expuso el Ministerio Público.

«El pololeo no era secreto, todos sabían, pero Cartes nunca se dejaba ver, no daba la cara. Miguel Ángel llegaba golpeado porque Juan Luis le pegaba y lo echaba, pero luego lo llamaba pidiéndole perdón y volvían a intentarlo», declaró Olga Riquelme, la mamá de la víctima. Juan Luis Cartes Quezada tenía antecedentes de violencia previos: en 2000 se le declaró culpable del femicidio de su conviviente y madre de dos de sus hijos, Rosa Pacheco. «Se supo que la mató con golpes de puño y con patadas, pero no se supo dónde. Fue muy decepcionante lo que vino después, porque mi papá hizo todo lo que pudo, pero apenas estuvo tres años preso», declaró la hermana de la víctima, Johana Pacheco, a La Discusión.

Sin embargo, ni la mamá ni los hijos (Maximiliano, Felipe y Nicolás, de entre 18 y 23 años) de Juan Luis sabían de su relación , y cuando se enteraron –a través de un primo de «la Negra»– no quisieron saber más de él. Cartes además se enteró de que Miguel Ángel tenía VIH, y al hacerse los exámenes para averiguar su estado, estos arrojaron positivos. Ambas cosas se las recriminaba a «la Negra».

A fines de abril, Miguel Ángel dejó su hogar con Juan Luis y se fue a Molina durante dos meses para trabajar en un restaurant. Sin embargo, Juan Luis denunció que le había robado ropa y dinero, y lo siguió hasta la ciudad para increparlo, aunque no tuvo éxito. Olga Riquelme cuenta que la última vez que tuvo contacto con su hijo fue el 23 de junio, cuando hablaron por teléfono y quedaron de juntarse el día 25, pero «la Negra» no apareció. Ante la idea de que algo pudiera haberle sucedido, presentó una denuncia por presunta desgracia. El joven estuvo desaparecido por casi un mes, y a fines de julio, una tía de Juan Luis denunció que su sobrino le había confesado que mató a su polola –se refería a Miguel en femenino– y que había escondido el cuerpo.

Cartes reconoció que había asesinado a su conveniente. La mañana del 23 de junio recibió un mensaje de Miguel Ángel, que le contaba que regresaba a Chillán, y quedaron de juntarse. Viajaron por el día a Concepción, y de regreso a la ciudad donde se conocieron, cerca de las tres de la madrugada, fueron al «Valle de la Luna», ubicado en el sector de Quilmo -a 8 kilómetros al sur de Chillán-, donde tomaron cerveza, caminaron y conversaron. Mientras recorrían el lugar, Juan Luis sacó un cuchillo de su morral y apuñaló a Miguel Ángel en el cuello. «Sentía ira por lo sucedido con mis hijos, y también estaba el tema del Sida», explicó el acusado en el juicio. Además, relató que huyó del lugar y regresó durante la mañana con una pala y una frazada, en la que envolvió el cuerpo y lo enterró en un hoyo que hizo, de unos 50 cms.

El pasado 30 de mayo, la Segunda Sala del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Chillán condenó a Cartes a doce años de presidio mayor por el homicidio de Miguel Ángel Melgarejo, en un fallo de primera instancia. “Se cumple (…) con todas las exigencias legales necesarias para tener por establecido el delito de parricidio”, explicó el tribunal.

Primer fallo de parricidio en una pareja homosexual en Chile

Este fallo es la primera sentencia bajo esta figura en parejas del mismo sexo en el país. “El concepto normativo de conviviente (…) resulta también plenamente aplicable a las personas del mismo sexo, porque todas esas relaciones de confianza justifican plenamente la pervivencia del parricidio como un caso agravado de violencia intrafamiliar”, argumentó el ente judicial.

«Hoy día ha ganado la igualdad ante la ley, es decir la postura del Ministerio Público de acuerdo a su principio de objetividad, que es ampliar la protección que da el delito de parricidio a convivientes que son del mismo sexo«, declaró Pablo Fritz, el fiscal a cargo del caso, al conocer la sentencia, según consigna El Mostrador.

La defensa de Juan Luis Cartes esperaba que el delito fuera calificado como un homicidio simple, y argumentaba que la relación entre Cartes y Melgarejo no calificaba como ‘convivientes’ –ya que vivieron juntos durante un período que no fue ininterrumpido– y, en caso de que el tribunal la considerara así, el delito de parricidio no aplicaba para las parejas homosexuales, de acuerdo a nuestra legislación.

“Este fallo tiene dos antecedentes. Primero, la ley de violencia intrafamiliar, que tiene como fin proteger las relaciones de convivencia y que agregó la figura de ‘conviviente’ como posible autor del parricidio y que no especifica que tenga que tratarse de una pareja homosexual o heterosexual (…) Además, el año 2015 entró la ley de Acuerdo de Unión Civil (AUC), donde se permite que las parejas homosexuales adquieran el estado civil de convivientes. La finalidad del legislador fue proteger las relaciones de convivencia homosexual, entonces este fallo va en coherencia con eso, al reconocer distintas formas de familias”, explica Gustavo Balmaceda, Director de Derecho Penal de la Universidad Andrés Bello.

Sin embargo, el abogado penalista Jaime Winter, si bien está de acuerdo con lo planteado con Balmaceda, se muestra escéptico sobre el avance que esto podría implicar. “El delito de parricidio es un delito bastante arcaico, anacrónico, en la mayoría de los países ha desaparecido. Entonces el reconocimiento a los distintos tipos de familias no tienen que venir por ese lado, Chile todavía está al debe todavía con eso y tiene que avanzar mucho más, y esperar que eso lo resuelvan tribunales penales yo creo que es un error. Lo que sí, esto es un reflejo de que la mentalidad de nuestra sociedad ha ido cambiando, de cómo ha ido cambiando la forma de ver la familia en nuestra sociedad”, explica.

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