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Con palabras negar la existencia: “No hay comunidades mapuche en el Maule”

Por: Francisca Vergara | Publicado: 15.06.2017
Con palabras negar la existencia: “No hay comunidades mapuche en el Maule” curico |
El título de esta columna hace mención a un acto de negación que pudimos evidenciar hace unos días atrás, que en el peor de los casos puede tratarse de una constante a nivel regional que no desea ser cambiada y que quizás representa a muchas otras voces. O simplemente tal negación se justifica en la desinformación y la búsqueda inacabada de fuentes acerca del tema mapuche en el Maule.

*Columna escrita en colaboración con Jorge Campos, Antropólogo de la Universidad de Concepción.

A mediados de 2015 realizamos una investigación antropológica en la ciudad de Curicó, Región del Maule. El problema de interés fue la presencia de una comunidad mapuche en esta ciudad, la que resultó ser la primera en la región reconocida por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi). Luego de casi un año de trabajo recopilando datos, revisando documentos, entrevistando a los miembros de la comunidad y compartiendo algunas experiencias con ellos, obtuvimos los siguientes resultados:

1) En el año 2012 la comunidad mapuche Folil Mapu se conformó en Curicó luego de un proceso de migración desde la Araucanía al Maule que venía ocurriendo desde hace décadas. Estaba motivado principalmente por la falta de empleo en el territorio y comunidad de origen, y la oferta de empleos de temporada en la Provincia de Curicó entre otras alternativas.

2) En primera instancia, la conformación fue promovida por parte del tronco familiar migrante originario de la Araucanía, a quienes paulatinamente fueron añadiéndose otros mapuche, tanto migrantes como residentes de la Región del Maule.

3) En el proceso fueron articulándose diversos factores socioculturales que permitieron la co-construcción autónoma de un espacio colectivo en la ciudad, en el que fuera posible reproducir la identidad étnica mapuche y la memoria colectiva que sus miembros traían consigo desde la comunidad indígena de origen en la Araucanía. Mientras que simultáneamente se configuraban redes sociales en la ciudad receptora entre migrantes y residentes que ya estaban asentados en Curicó.

Estos resultados, entre otros, nos permitieron comprender que en el proceso de conformación de esta comunidad mapuche en Curicó, estuvieron en el centro de la acción social tres aspectos fundamentales: la identidad étnica mapuche, la memoria colectiva y la capacidad de agenciamiento para hacer frente a la hegemonía política y a la homogeneización cultural.

En el transcurso de los últimos años, la comunidad ha debido enfrentar diversos desafíos tanto a nivel intragrupal o familiar, como a nivel interorganizacional, local, regional y nacional. Nosotros hemos abordado y expuesto una problemática particular que relaciona a esta comunidad con el patrimonio arqueológico presente en la ciudad de Curicó. Asimismo, la propia historia de la comunidad y su proceso de migración y conformación como comunidad indígena lo hemos expuesto también, y se encuentra disponible a todo público.

Más allá de nuestros aportes como cientistas sociales, la propia comunidad mapuche Folil Mapu se ha abierto paso en el ámbito público, y ha establecido diálogos y relaciones con distintas instituciones representantes del Estado chileno. Desde el año 2012 la comunidad ha trazado su camino con miras hacia la pertinencia cultural en los ámbitos que como mapuche sienten que son de su incumbencia y que les atañe como pueblo originario.

Ahora bien, el acto de negación que planteamos al principio de esta columna consiste en un discurso encontrado en la web, en el cual se da por hecho la inexistencia de comunidades indígenas en la Región del Maule (distinguiéndose de otras formas de asociatividad como las asociaciones indígenas, o las agrupaciones culturales).

Si durante los últimos seis años la propia comunidad mapuche Folil Mapu ha debido enfrentar diversos desafíos, y especialmente prejuicios desde la alteridad chilena y maulina, hoy reciben indirectamente un tipo de reacción que se instala en el plano simbólico de la realidad, y que por ello es capaz de instalarse en el imaginario social, con riesgos de que éste acabe sedimentándose. Es ahí donde el acto de negar la existencia de una comunidad mapuche en el Maule se vuelve peligroso, y por ello proponemos una luz de alerta.

El esfuerzo, los vaivenes, los pros y contras, los prejuicios, los logros, la construcción de un espacio en el cual revitalizar la cultura mapuche que ha sido fructífero, la identidad, la memoria, el sentido de arraigo territorial de la comunidad mapuche Folil Mapu de Curicó. Todo aquello ¿no existe?

Ad portas de terminar la segunda década del siglo XXI, como sociedad ya deberíamos estar conscientes de los desafíos que plantean los diversos pueblos originarios, tanto a nivel teórico y aplicado como también de política pública. La historia latinoamericana nos empuja a abrazar la diversidad sociocultural, y el acto de negar la existencia de un grupo de personas no sólo puede perpetuar el imaginario social de que “nunca ha habido comunidades mapuche en el Maule”. Sino que de paso empuja a negar el componente indígena de la Región, y con ello negar e invisibilizar a aquellos y aquellas mapuche que forman parte de asociaciones y familias originarias del Maule.

Concluiremos repitiendo lo que mencionamos antes:

“El título de esta columna hace mención a un acto de negación que pudimos evidenciar hace unos días atrás, que puede tratarse de una constante a nivel regional que no desea ser cambiada y que quizás representa a muchas otras voces. O simplemente tal negación se justifica en la desinformación y la búsqueda inacabada de fuentes acerca del tema mapuche en el Maule”.

Sinceramente, esperamos que sea lo segundo. Porque aceptando la existencia (quienes aún no logran asumirlo) de una comunidad que luchó para seguir viviendo como mapuche en el Maule, es que podremos pensar una región más diversa y amable, tanto para sus miembros como para todas y todos los mapuche que la habitan.

Francisca Vergara