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Opinión

«Los Niños de la Rebelión» de Mauricio Weibel

Por: Kena Lorenzini | Publicado: 13.08.2017
«Los Niños de la Rebelión» de Mauricio Weibel libro weibel |
Un libro que hace tantas conexiones entre estos niños y momentos clave de la lucha contra la dictadura, cómo el encuentro de armas en Carrizal Bajo cambiaba la dirección de su lucha. Cómo ellos habían logrado unirse desde la Democracia Cristiana al MIR generando acciones donde los adultos seguían sólo debatiendo, lentamente comienza a desperdigarse, a tomar dispares caminos.

“Estos Fragmentos de memoria” dice Mauricio  …y sí, son fragmentos, curiosamente a mi primer libro le puse Fragmento Fotográfico…porque la memoria de Chile en dictadura está dispersa en fragmentos, en distintas hablas, obras, narraciones, imágenes que es necesario ir uniendo, conociendo para poder contar nuestra historia, la de los perdedores, porque perdimos, Los Niños y las Niñas de la Rebelión perdieron, y eso me ha dolido.

Cuando inicié la lectura del libro fue autorreferencial…pero si yo para el golpe tenía 13, era una niña, una niñita…vivía en Talca, creía en el Plan Z, que las “nanas” tenían metralletas debajo de sus camas y nos iban a matar a todxs, Menos mi nana, obvio. Creía que Pinochet nos había salvado, mientras otros cabrxs de mi edad pensaban en Chile, en la justicia, se organizaban, portaban armas, hacían de correo.  Iniciar la lectura fue emocionalmente intensa, angustiante porque cuando se adentra en los 80 yo era reportera gráfica, y en mi fotografiar nunca imaginé el nivel de organización que podrían tener esos niños y niñas, estxs escolares, que se manifestaban. Eran quiénes sostenían la protesta callejera, pero eran invisibles, los visibilizados eran los políticos que parecían hacer grandes cosas con su hablar, salvo excepciones.

Esta narración desde la voz de los propios protagonistas contándonos cómo fue  la rebelión de los niños, hablándonos de sus ideales pero también de sus miedos, niños de 13 , 15, 17 años que pensaban y actuaban asumiendo  un deber como adultxs, y que algunas veces no estaban capacitados y fueron abandonados por las orgánicas. Este libro pone como eje la municipalización de los colegios, de cómo el aparato represivo entró a los colegios, creó sistemas para investigar a profesores y alumnos, coladores de inteligencia, seguimientos, amenazas, y el horror de los delatores, el escalón más bajo de lo abyecto.

Un libro que hace tantas conexiones entre estos niños y momentos clave de la lucha contra la dictadura, cómo el encuentro de armas en Carrizal Bajo cambiaba la dirección de su lucha. Cómo ellos habían logrado unirse desde la Democracia Cristiana al MIR generando acciones donde los adultos seguían sólo debatiendo, lentamente comienza a desperdigarse, a tomar dispares caminos.

Este libro visibiliza a una parte basal de quienes dieron fuerza a las “Protestas Nacionales” esas protestas que comienzan un 11 de mayo de 1983 y que tenían estructuras y formatos diversos según el territorio: el Paseo Ahumada, los colegios, el centro de Santiago, las poblaciones. Eso yo lo fotografié incontables veces, yo era una veinteañera pero veía a estxs niñxs, los estudiantes, y me sobrecogía su valentía, pero nunca se me ocurrió que había un plan: las bombas molotov, las barricadas, las rondas, las piedras y la retirada.

No quiero contar contenidos del libro sino sensaciones, impresiones. Para quienes vivimos la dictadura y no tuvimos la fortuna de vivir la Unidad Popular, la dictadura cívico militar no era la pérdida de nuestro proyecto, épico en tantos sentidos, sino la pérdida de nuestro presente y futuro, probablemente sentiremos al escuchar en el libro la voz de estos jóvenes que no arriesgamos ni la mitad que ellos por evitar los horrores, que ellxs fueron los héroes anónimos, con la pasión, el miedo pero, también con la imprudencia de la juventud, de saberse eternos a pesar de todo.

Yo recuerdo el año 1986 como el año decisivo, así los jerarcas políticos lo habían decretado y nosotras las mujeres, yo pertenecía a la orgánica “Mujeres Por La Vida” nos pusimos con todas nuestras fuerzas, entregadas por la convicción para que así fuera, y no lo fue…leyendo este libro me enteré del por qué. Fue tan decepcionante, éramos tan fuertes, pero no fue suficiente.

Pero ellos, los despreciados y temidos actores de los aparatos de seguridad años que venían investigando todo sobre la vida de quienes creían estar siendo cautos. Aparatos que en connivencia con los ministros de educación, profesores, líderes de las juventudes pinochetistas, tenían a estxs niñxs en la mira, los estuvieron todo el tiempo…era urgente la municipalización, la entrega de dinero a manos privadas, poner en su lugar a los más pobres y para eso había que sacar fuera del sistema educacional a quienes se oponían …desde relegarles hasta asesinarles o hacerles desaparecer.

Con el tiempo se empieza la negociación para sacar a pinochet de la cabeza del país …y en eso los jóvenes no tuvieron “pito que tocar”, no son nadie, no reconocidos, y dentro de sus propios grupos comienza a desgranarse el choclo…se acordará una salida hacia lo que muchos creímos que sería una democracia y estxs jóvenes lo aceptan. A unos les fue bien en la vida porque siguieron siendo consecuentes, a otros mal porque se perdieron con lo aprendido en el uso de armas, otros se olvidaron y se asimilaron al nuevo sistema y hoy gozan de lo que ayer intentaron derrocar con sus vidas.

Quienes no vivieron la dictadura tienen una nueva oportunidad gracias a Mauricio Weibel que nos entrega a través de este fragmento de la memoria de Chile, conocer a estxs niñxs y jóvenes, donde David logra darle fuertes golpes a Goliat, lamentablemente, nunca mortales, pero no por ello menos gloriosos. Chile es más dado a reconocer víctimas que mártires, se esconde a estxs luchadores de 13 años, de 15 años que tomaban decisiones a veces sobre otros niños de su edad o menores o mayores…no les cuento más …la pasión de conocer la historia de los vencidos a mí me hizo sentir vencedora.

 

Kena Lorenzini