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Opinión

La pirámide del Frente Amplio

Por: Adolfo Estrella | Publicado: 15.08.2017
La pirámide del Frente Amplio frente | Foto: Agencia Uno
El Frente Amplio tiene serios problemas con “el abajo” y con “los de abajo”. Son, a la vez, su deseo y su imposibilidad. Su retórica inclusiva, participativa y democrática, de “gobierno desde lo social”, es, una y otra vez, negada por una práctica organizativa cupular en el sentido más clásico y perverso de la política de siempre.

En todo sistema social jerarquizado hay dos líneas de comunicación: verticales y horizontales. Por las líneas verticales transitan conductas de dominio (capturando conversaciones desde la base de la pirámide y entregándosela a la cúpula para que las transforme en intervenciones sobre esa misma base) y de insubordinación (rechazando la captura de conversaciones desde arriba, bloqueando los canales, saboteando). Las relaciones verticales, informacionalmente pobres porque no captan socio-diversidad, se constituyen sobre un eje de orden y adoptan la forma pocos-muchos; desde un centro a una periferia, de arriba/abajo. Hay dos formas de dominio: el autoritario y el (aparentemente) democrático. El autoritario impone desde arriba sin preguntar; el democrático impone preguntando. El autoritario busca vencer, el democrático con-vencer. (Jesús Ibáñez)

Las líneas de comunicación horizontales, informacionalmente ricas porque recogen y producen socio-diversidad, se constituyen sobre un eje horizontal de diferencias e igualdad y adoptan la forma muchos-muchos. Son líneas de diferenciación no jerárquica. Constituyen un eje de equivalencias; buscan la paridad, compartir experiencias, diseñar posibilidades, construir comunes entre los situados en la base. Al hacerlo, cuestionan la misma distinción entre base y cúpula y la forma piramidal de organización social. La pirámide, “ese laberinto vertical”, es una forma hipnótica, dice Christian Ferrer. “El poder y los procesos de institucionalización comparten la forma de la pirámide (..) Es tan antigua que parece haber estado en el mundo desde siempre; es tan sólida que agobia la sola idea de confrontar con ella; es tan hipnótica que ninguna otra figura logra atraer la misma atención”

La captura de información desde la cúpula es un simulacro democrático. Los procesos de consulta ciudadana, aunque se haga en nombre del demos y preguntando, mantienen la forma de la pirámide. Desde tiempos inmemoriales monarcas de todo tipo, emperadores, sultanes, reyes, reyezuelos etc. han demandado información acerca de lo que acontecía en sus dominios. El sueño de poder es la codificación universal de los subordinados, por eso el Estado inventó la esta-distica.

Un proceso de consulta ciudadana reproduce el modelo de la encuesta estadística. Se pregunta a un subconjunto del universo y se diseña un cuestionario, o matriz temática, que también contiene una muestra de los temas y preguntas posibles. Siempre se puede preguntar acerca de otras cosas y de distintas maneras. La encuesta y la consulta ciudadana codifican la realidad desde la visión y los intereses de quien pregunta. A quien responde se le hace elegir entre distinciones dadas. Tiene libertad de elegir entre esas distinciones, pero no de proponer sus propias distinciones de la realidad. A medida que la información va subiendo por la pirámide va perdiendo socio-diversidad porque aumentan los procesos de traducción y codificación. Gana en potencia lo que pierde en distinciones, es decir, en democracia. Las conversaciones vivas y abiertas de la sociedad y de los grupos concernidos en alguna crítica a lo establecido se traducen en enunciados muertos y cerrados, es decir, en eslóganes que, en un primer momento, aportan energía a la acción  pero después la convierten en inercial. “No + AFP” y “No al lucro en educación” son ejemplos de enunciados inicialmente de apertura y luego convertidos, por repetición y redundancia, en enunciados de clausura.

Recientemente el Frente Amplio ha realizado un proceso clásico, otro más, de captura de información por parte de la cúpula desde la base. Dice la prensa que “el concejal de Peñalolén (Lautaro Guanca) y uno de los líderes del campamento en las riberas del río Mapocho en 2014 realizó una gira entre Arica y Concepción en su rol, para conocer las principales demandas de cada ciudad, y a partir de esa experiencia, elaboró un informe para el comando de campaña de Beatriz Sánchez”.  El concejal añade que “esta vocería tuvo un carácter más plebeyo, más popular, más de clase”, y por eso, realizó una gira entre la primera y la octava región, que incluyó comunas como Arica, Alto Hospicio, La Serena, Talagante, Parral y Tomé, entre otras. A partir de esa experiencia, el dirigente elaboró un “informe situacional” para el comando de campaña de Beatriz Sánchez (RD)”.  Con ese “documento, el diputado Giorgio Jackson (RD) realizará un diseño de acción que se enfocará principalmente en la educación electoral, enfocada en los sectores que actualmente no votan”

Antes, el Frente Amplio nos había invitado “a construir juntos un programa de gobierno y parlamentario que nazca desde el sentir de la gente y refleje las necesidades y demandas de una ciudadanía soberana” basado en “encuentros territoriales auto-convocados”.

¿Fueron insuficientes estos encuentros? ¿No fueron lo suficientemente “plebeyos”, “populares” y “de clase”? Entre las realidades con las que se encontró este “enviado” destaca “la crisis socio-ambiental que vive la periferia del norte de Chile: niveles de despojo, de discriminación, de contaminación a la población” ¿No sabían de estas realidades? ¿No se suponía que ellos por “provenir de movimientos sociales” son unos conocedores privilegiados de las necesidades sociales? ¿Toda esa información y la máquina de traducción y hermenéutica que requiere terminará en un “diseño de acción” encargado a un dirigente de uno de los doce que conforman la coalición?

El Frente Amplio tiene serios problemas con “el abajo” y con “los de abajo”. Son, a la vez, su deseo y su imposibilidad. Su retórica inclusiva, participativa y democrática, de “gobierno desde lo social”, es, una y otra vez, negada por una práctica organizativa cupular en el sentido más clásico y perverso de la política de siempre. Las últimas disputas a través de los medios por cupos electorales lo expresan con claridad. Por supuesto que se trata de personalismos, arrogancias y codazos típicos de aquellos que entienden la política principalmente como cálculo y como poder. Pero lo que verdaderamente explica estos disparates y mezquindades es la misma concepción ideológica piramidal de la sociedad por muy revolucionarios, autonomistas, libertarios, liberales, ecologistas, humanistas o igualitarios que se definan. La idea de que siempre hay un abajo y un arriba y que el arriba es un vértice estrecho al que sólo llegan algunos a través de sucesivas capas de representación.

Y como subir produce vértigo dicen que son conscientes de que hay volver a “hacer trabajo territorial” para “echar raíces en la sociedad. Pero el “territorio” no es un principio “material” verdadero en sí mismo. Depende de la forma de vincularse en él y de lo que allí se hace. Si por hacer trabajo territorial se entiende que, la escasa, militancia tenga que salir a hacer “puerta a puerta” y decir: “buenas tardes señora, venimos a salvarla del neoliberalismo” no hemos avanzado mucho. Lo grave, es que se piensa al territorio desde un materialismo vulgar y se lo concibe siempre desde un arriba, de ahí la metáfora “echar raíces”.

El Frente Amplio no es una agrupación de “movimientos” es una agrupación de minúsculos partidos que dicen representar o querer representar a movimientos sociales. A través de esta alianza quieren elegir una “bancada” parlamentaria y, si hay suerte, un Presidente o Presidenta.  Tenemos ya cinco niveles de representación: nivel uno: pueblo llano, nivel dos: movimientos sociales; nivel tres: partidos; nivel cuatro: diputados / senadores; nivel cinco: Presidente/a. La pirámide perfecta, excelente filtro para la socio-diversidad y para estabilizar y desactivar cualquier imaginación y cualquier Movimiento.

Lo peor que le puede pasar a un Movimiento es ser codificado desde el vértice. Recordemos que lo propio de un actor en el espacio horizontal es la insubordinación, rechazando la captura de conversaciones desde arriba, bloqueando los canales, saboteando. Aboliendo la misma distinción abajo/arriba.

Un Movimiento radical debe ser imprevisible externamente y previsible internamente. Un Movimiento lo único que no tiene que dejar de hacer es “moverse”, desplazarse, mutar, conectarse con otros en espacios horizontales de “muchos a muchos”, hacerse azaroso. La liebre perseguida cambia de improviso la dirección de su carrera para desconcertar a su perseguidor. El problema es que el zorro evolutivamente ha desarrollado capacidades de anticipación a esos movimientos. Una democracia radical es una democracia de la igualdad que tensiona para abolir la pirámide y poder así anticiparse al zorro.

Adolfo Estrella