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Frente Amplio: Los macarras de la moral

Por: Jaime Retamal Salazar | Publicado: 18.08.2017
Frente Amplio: Los macarras de la moral A_UNO_784531 | Alberto Mayol y Giorgio Jackson. Foto: Agencia Uno.
Perdonen los amigos del Frente Amplio, pero los santurrones son de temer. Es la misma hipocresía de siempre. ¿Cachorros de la élite?, ¿boys scouts de la Concertación?

Siempre se ha sabido de los santones de la derecha. Envían a sus hijos a los colegios de la élite Opus Dei y luego directo a “los Andes” o “la Católica”, las universidades que les procuran el cierre ideológico, entre pechoño y conservador. Esos ultramontanos los conocemos hace rato y hoy por hoy se hacen el pino con la llamada ley de aborto que, si habláramos las cosas por su nombre, de “aborto, aborto” no es. Pero para el lenguaje del santón -siempre hipócrita con sus propios pecados y muy, pero muy hocicón para con los vicios ajenos- viene bien ese lenguaje que trastoca la inocencia de la naturaleza en horda diabólica de mil demonios.

No sólo conocíamos hace rato a los santones de la derecha. También conocemos a los santurrones del centro y de la izquierda de nuestra élite política. Despotrican con la moral más rápido -muchísimo más rápido- que el movimiento físico que necesitan para insertar el chip de sus tarjetas de débito mes a mes. El malestar ciudadano no viene sólo de este tipo de resentimiento, viene sin lugar a dudas de la indignación que causa el percibir cómo esta satrapía de políticos de centro y de izquierda se llenan la boca con los principios de la política –la noble política- cuando lo que vemos es un burdo “House of cards” por milimétricos espacios de poder que reportan suculentas sumas de contante y sonante. Nos hemos mal acostumbrado a llamar vulgarmente a eso “poder” o “hacer política”.

El caso es que el mecanismo del santurrón es el mismo sea de derechas o de izquierdas, sea comunitarista o comunista. Y el caso es que las consecuencias de las acciones de esta política santurrona la vivimos cotidianamente justamente aquellos que no tenemos ni arte ni parte en estos dispositivos de la moralina hipócrita. Demasiado rápido tendemos a creer que se trata de sexo, que sólo se trata de sexo, pero la verdad sea dicha, la moralina hipócrita a veces puede regular toda la vida de una persona común y silvestre en aras de la salud pública, el bien común o cuanto principio filosófico encuentre a mano. Su herramienta fundante y fundamental es siempre bio-política, psico-política, antropo-política. Te dice qué debes desear y qué debes pensar. Pero también te prescribe cómo lo debes desear y cómo lo debes pensar.

Es un todo. La moralina es siempre compresiva al mismo tiempo de ser corrosiva. En su forma más violenta es supremacista blanca. Que si eres homosexual, eres raro. Que si eres haitiano, eres leproso. Por eso la moralina es tan peligrosa. Son estalinistas que paranoiquean. Son esclavistas vestidos de virtud.

Lo sumamente novedoso es que la ultra del Frente Amplio también tiene santurrones que comandan, que controlan, que enjuician y que demandan, como el Pastor Soto, que los principios y las tablas de la ley se cumplan a rajatabla so penas del infierno rojo leninista, maoísta, norcoreano o qué se yo.

Son los mismos santurrones de siempre vestidos de feminismo progre, de ciudadanismo cool, de “salvemos a la ballenas de los japoneses horrorosos”. Son los mismos santones, pero en modo “hipster puc” con casco vintage de carbono, arriba de sus bicicletas Trek.

Ojo con los santones. Lo de Alberto Mayol es sólo una treta más, una vuelta de tuerca más. Me dicen que la ultra del Frente Amplio aprendió de la política y de lo político, sobre todo, de los grandes de la literatura filosófica y de los inmensos ejemplos de la Historia (así, con mayúscula). Al lado de todo lo que ha sucedido, todo eso parecen cuentos. Lo que hemos visto es que se leyeron mal unos cuantos párrafos de El Príncipe y que devoraron House of cards. Es lamentable y ojalá reculen por el bien de todos.

Perdonen los amigos del Frente Amplio, pero los santurrones son de temer. Es la misma hipocresía de siempre. ¿Cachorros de la élite?, ¿boys scouts de la Concertación? Les dejo el link con un tema: Los macarras de la moral, de Joan Manuel Serrat.

Jaime Retamal Salazar