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Opinión

Esa cosa espantosa: Mayol y el feminismo en política

Por: Carmen Ruiz B. | Publicado: 21.08.2017
Esa cosa espantosa: Mayol y el feminismo en política | / Agencia Uno
La violencia machista, esta vez, no se inscribe en el improperio (que efectivamente no aparece), ni siquiera en el sarcasmo. La violencia machista se inscribe, más bien, en la omisión a Natalia Castillo como agente político válido, cuestión que hemos visto repetirse en incontables ocasiones, particularmente debates y asambleas, de la izquierda chilena.

Alberto Mayol quiere ser diputado por el Distrito 10. Natalia Castillo, candidata de RD por distrito 10, recurre a La Segunda para acusar a Mayol por intentar bajar su candidatura. Mayol envía audios de WhatsApp a Natalia Castillo y a Giorgio Jackson que luego son filtrados y transcritos por el mismo Mayol. Frente Amplio baja candidatura de Mayol por hostigamiento y malos tratos hacia Castillo. Mayol alude a la decisión del Frente Amplio como una operación sin precedentes digna de la inquisición. Frente Amplio recula y valida candidatura de Mayol por el Distrito 10.

Mientras discurre la desgastada escena Mayol-Castillo-Jackson de lo que hasta hace unos pocos meses conocemos como Frente Amplio, no dejan de emerger acusaciones casi tan problemáticas como la misma escena que las posibilita. No sin espanto, aparecen críticas que leen un oportunismo político en las declaraciones del Frente Amplio: además de daño al feminismo, acarrearía una banalización del mismo. Se dice que en los audios hay dureza, hay ironía, pero en ningún caso violencia de género. La literalidad es el amparo: por más sarcasmo que se deje oír, no hay ataques, no hay agresiones, no hay insultos.

Desde una vereda del Frente Amplio, se acusa a Alberto Mayol de maltrato hacia Natalia Castillo y, además, de no respetar los acuerdos colectivos en torno a la equidad de género. Desde otra vereda, se ataca tal acusación por considerarla una instrumentalización del feminismo. Más allá de debatir en cuál vereda posicionarse, cuestión poco relevante, parece haber un punto que curiosamente, a pesar de su importancia, no ha sido considerado. Al menos, no en su envergadura. Las declaraciones de Natalia Castillo, con todo, permiten abrir tal punto: “Mayol me trató como un títere que hace el trabajo sucio de Jackson”. La figura sin iniciativa del títere, aun así, todavía es demasiado condescendiente con la actitud de Mayol. Recordemos: “¿Trabajo sucio de Giorgio?” es lo que retóricamente pregunta Mayol para explicar las acciones de Castillo, a quien en el mismo audio acaba bautizando como “la amiga de Giorgio”.

A pesar de lo problemático de tratar a alguien como un monigote que solo alcanza visibilidad política por ser la amiga de un hombre, es al dirigirse a Giorgio Jackson cuando se despliega con más evidencia el guiño que no solo se hace entre titanes, sino que además imposibilita cualquier participación que no sea la de los mismos titanes y sus herederos. Dice Mayol a Jackson, no sin sorna: “esa cosa espantosa [la declaración de Castillo en La Segunda] es una declaración de guerra, tú entiendes bien; tuya, no de ella, tú entiendes bien”. Es ese guiño cómplice, dirigido exclusivamente a un “verdadero contrincante que puede entender”, aquello que corrobora –hasta el cansancio– que el feminismo, para muchos, apenas alcanza el lugar de la consigna. No menos violento que un ataque directo, tal guiño desvela que para algunos compañeros de izquierda (y titubean mis manos al escribir ‘compañeros’) la política, finalmente, sigue siendo solo un asunto entre varones.

Natalia Castillo, como tantas, acaso todas, no es más que aquella interferencia invisible, ni siquiera títere, que el deseo machista –y misógino– ha intentado aplacar de modo incesante en la contienda fálica tristemente llamada política. Y su logro parece ser tal, que al erigirse y ningunear toda posibilidad de un lugar no-masculino en la misma política, es ninguneado, a su vez, por sus espectadores que solo pueden ver ataques en lo que se dice y no en lo que se omite al decir. Porque la violencia machista, esta vez, no se inscribe en el improperio (que efectivamente no aparece), ni siquiera en el sarcasmo. La violencia machista se inscribe, más bien, en la omisión a Natalia Castillo como agente político válido, cuestión que hemos visto repetirse en incontables ocasiones, particularmente debates y asambleas, de la izquierda chilena; en el caso de Mayol, no solo en este audio, sino también en varias de sus performances como candidato presidencial. Como en el debate presidencial del Frente Amplio –moderado por Mosciatti–, el excesivo afán de Mayol de tomar la palabra culminó en un diálogo efervescente entre él y Mosciatti que apenas dio lugar a las intervenciones de Beatriz Sánchez.

Hace unos meses, en el primer debate del Frente Amplio que se transmitió en televisión abierta, Beatriz Sánchez le preguntó a Mayol si acaso se declaraba como un candidato feminista. La manera en que Mayol abordó tal pregunta, fue desde un par de cifras en torno a las pensiones. Pues pareciera que para este candidato, cual estadista, el machismo solo es una cuestión de cifras y cálculos de paridad. Es por ello que en su respuesta solo incorpora la variable de género en las pensiones pero no la invisibilización del trabajo doméstico o el efecto de la crianza de los hijos como una problemática más amplia que permite pensar y no solo constatar tal variable. No contento con eso, y para concluir su insuficiente respuesta, el sociólogo agregó que “hay mucho sexismo y los hombres utilizan a las mujeres para crecer en política”. Si trasladamos sus palabras a la escena actual, no solo observamos la repetición de aquello que se deniega sino también la aparición de una nueva interrogante: ¿Quién está creciendo más, en términos mediáticos, con la figura de una mujer en política, es decir, con el sexismo?

En el audio a Giorgio Jackson, Mayol hace una modificación en la transcripción que publica. En vez de escribir lo que dijo a Giorgio al referir a Natalia, a saber, “(…) la denuncia de la mujer que se hace pasar por popular”, transcribe “(…) la denuncia de la candidata que se hace pasar por popular”. No has entendido nada, disparaba, de modo insoportable, la voz de Mayol en la franja electoral a la supuesta tropa de ignorantes que poblaría la comarca chilena. Esta vez, en lo que concierne al feminismo, pareciera ser que las mismas palabras engreídas se devuelven al candidato. Alguien que solo puede ver en Natalia Castillo una mujer y no una candidata, a tal punto de tener que rectificar posteriormente su audio en la transcripción, es alguien que no ha entendido nada de feminismo. Tal vez un poco, solo un poco, demasiado poco.

Carmen Ruiz B.