Carta para Mayol: ¿Y quién erís vo’?

Sra. Directora:

Alberto, ¿cómo estás? Quiero contarte que con varias personas militamos en una organización estudiantil que luego derivó en una agrupación política que, a su vez, quebró. Sin embargo, mis ex compañeros de militancia -yo renuncié- siguen en el Frente Amplio.

En pocos pero intensos años de militancia hicimos cuanto pudimos: organizamos cuanta tallarinata se necesitaba para recaudar fondos; armamos cuanta campaña de federación universitaria se nos presentó; hicimos una cantidad industrial de afiches en Photoshop a la velocidad de la luz. ¿Hay que panfletear mañana? Vamos. ¿A las 7 am? Vamos. Hicimos y asistimos a talleres de todo. Nuestra militancia era más que campañas, talleres y marchas. Nos hacía tremendamente felices, pero no militábamos para ser felices. Era para cambiar algo, por mínimo que fuera. Sin embargo, desde una organización política pequeña muy poco se puede hacer y cambiar. Por eso se necesita al Frente Amplio.

No te asustes, no vengo a criticarte por cuico -también lo soy-. Vengo a contarte que militando aprendí que los problemas internos, internos son. Que los medios de comunicación no son pañuelo de lágrimas. Que la militancia es para un proyecto mucho más grande que el mismo Frente Amplio y más grande que una candidatura.

Quiero contarte otra cosa. Cuando comencé a militar, era el año 2012. Desde ahí que escuchaba cosas como “movimiento amplio”; “movimiento político-social amplio”. Eran nombres de las distintas tesis que discutíamos para perfilar lo que hoy, cinco años después, se llama Frente Amplio. En todo caso, se viene hablando de hace más de 15 años.

A lo que voy, es que ha costado un mundo armarlo. Tú sabrás que las organizaciones precursoras del Frente Amplio son bastante antiguas y tienen un perfil muy bajo hoy. No son ni siquiera partidos, y lo sabes. Existen desde hace muchísimo más tiempo que Revolución Democrática, antes de que Giorgio Jackson fuese presidente de la FEUC, y eso sí que lo sabes.

Mayol, no puedes reclamar que compites en desigualdad de condiciones. Claro, la cifra repartidora te jode un poco, y lo lamento. Quiero presentarte gente que sí compite en desigualdad de condiciones: Doris González, por dar un ejemplo. Sé que la conoces. Hasta Rojo Edwards ha hecho menos escándalo que tú. No paro de pensar: ¿A qué viniste? ¿A reventar un espacio que, por su juventud, es frágil? ¿A ser un neo Marcel Claude?