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María Galindo, la feminista boliviana que pintó un mural con el Papa masturbándose en el Museo de Bellas Artes de La Paz

Por: El Desconcierto | Publicado: 04.09.2017
María Galindo, la feminista boliviana que pintó un mural con el Papa masturbándose en el Museo de Bellas Artes de La Paz maria |
“Altar Blasfemo” es el nombre de la obra que el colectivo anarcofeminsta boliviano Mujeres Creando pintó en las afueras de uno de los centros culturales más importantes del país altiplánico. María Galindo, una de las activistas de género más reconocidas de La Paz y quien protagonizó esta intervención que remeció a la conservadora cultura boliviana, está de visita en Chile para presentar su nuevo libro «No hay libertad política si no hay libertad sexual».

De nuestro paso por la Casa de los Deseos en La Paz, en febrero de este 2017, nos trajimos una carpeta estudiantil de Mujeres Creando que lleva impreso el Altar Blasfemo, la polémica acción que tensionó las paredes entre el museo, el activismo feminista y la moral católica. Mujeres Creando pintó el muro exterior del Museo de Bellas Artes de Bolivia para denunciar la violencia patriarcal en un Estado plurinacional. Apenas 24 horas estuvo visible el mural, ya que grupos fanáticos lo cubrieron. Para María Galindo, activista de Mujeres Creando, esta fue una acción “poética”, a pesar del odio que sintieron en la calle donde se realizó esta acción. “Nos tiraron agua, nos tiraron basura, nos tiraron yogurt, nos tiraron piedras y nos insultaron”, recuerda María Galindo en esta entrevista. Una réplica del mural será expuesta desde el 2 de septiembre en el exterior del Museo de la Solidaridad Salvador Allende y su último libro “No hay libertad política si no hay libertad sexual”, que es una investigación sobre la homofobia en el parlamento boliviano, se lanza el lunes 4 de septiembre en el teatro de la Universidad Arcis, ubicado en Libertad 53, Santiago.

«Ave María llena eres de rebeldía», inscribe una de las frases grafiteras sobre el muro blasfemo de Mujeres Creando. Imaginándose herejes, las mujeres feministas vuelven en las alturas a ser calificadas de malas mujeres, brujas con aguayos, punks y lesbianas masculinas, que se oponen a como la iglesia crucifica a las mujeres. La casa de Mujeres Creando recibe diariamente a mujeres que tienen problemas legales y de violencia en la familia. Mujeres golpeadas, cholitas que no reciben la pensión de su ex marido, son protegidas y asistidas en un pasillo de la casa. Porque el Estado Plurinacional no ayuda a las mujeres. Por esto mismo, en Mujeres Creando son muy críticas al rol de Evo Morales que muchas veces se apropia de discursos pro género, pero en lo concreto las acciones no cambian las desigualdades hacia las mujeres.

Cuando llegamos a la Casa de los Deseos, en el barrio universitario de La Paz, mientras tomamos un desayuno con papaya de color anaranjado, escuchamos desde los parlantes de la Radio Deseo los nombres y datos de hombres que violentan a las mujeres. Un escracheo o funa feminista que se hace público. Escuchamos donde trabajan hombres que no pagan sus pensiones, hombres que acosan a las mujeres. María Galindo es la voz del programa radial. Su trabajo en la radio es constante, alerta y exigente con un programa diario durante las mañanas de lunes a viernes donde se analiza la contigencia política, la cultura y se arman alianzas de rebeldía.

Como muchas compañeras feministas latinoamericanas, con Galindo hemos vivido a la iglesia como ente persecutor de un deseo marica. Sabemos lo que significa vivir la exclusión de una sociedad donde las pautas pro familia católicas guían la moral social. Galindo narra como en su infancia veía los altares en la iglesia, la llevaba su madre a ver estas instalaciones pictórico artísticas al interior de los templos, altares bañados en oro donde se instalaban cuadros o esculturas de Cristo, la virgen María, el Espíritu Santo o algún ángel bajo la estética barroca y andina. Instalaciones que daban forma a las reglas de la iglesia. Por aquí bosquejaron indígenas los trazos de un catolicismo que se integró a un poder local. Esta misma educación religiosa instalada con violencia desde la infancia es reinterpretada en el “Altar Blasfemo” de Mujeres Creando que se inagura esta semana en el exterior del Museo de la Solidaridad Salvador Allende.

-Te queríamos preguntar sobre el rol actual de Mujeres Creando como colectivo y el activismo en la Casa de los Deseos.
-Mujeres Creando, a estas alturas, es un árbol. Un árbol que está vivo y que hay que cuidar. Un movimiento no es que existe, un movimiento tiene que mantener la vitalidad con mucho esfuerzo. Yo creo que alguna vez hay que escribir lo que es pertenecer a un movimiento y lo que es cultivar un movimiento, lo que es cultivar una voz. No es un objeto, que lo ves, que lo tienes y ahí está. Nosotras tenemos la casa. La casa es un gran centro social que logra aglutinar a muchos sectores, que logra convocar, pero nunca sabemos si vamos a llegar a fin de mes o no con las cuentas.

-Quisiéramos saber esto que pasó con el mural blasfemo -una acción de Mujeres Creando que intervino a una cuadra del palacio presidencial en La Paz-. ¿Que pasó con este fanatismo religioso que se manifestó frente al mural y que generó un conflicto en medio del espacio urbano en la zona céntrica de la ciudad? ¿Que sucedió ahí durante la creación de este mural que duró sólo una noche?
-Fue muy poético para mi gusto. Dijimos que participamos solo si nos dan los muros externos del Museo Nacional de Arte -que está a 20 metros del palacio de gobierno, a 30 del parlamento y a 10 de la catedral- o si no nos dan el hall de la Vicepresidencia del Estado. Y los chicos me dicen: “¿y algo más? ¿Cuál es el proyecto, cuál es el boceto?”. Se trataba de una bienal oficialista que había invitado a Mujeres Creando por hacer una concesión, una concesión “progre”, como dijeron ustedes. Las paredes del Museo Nacional de Arte han sido por muchos años blancas, de un blanco hospitalario, después algún director las convirtió en rojas, pero el blanco seguía ahí porque nadie intervino nunca las paredes. Además, es una casa colonial que le perteneció al verdugo de uno de los líderes indígenas más importantes desde la resistencia del siglo XVIII que es Túpac Katari. Al final nos concedieron el muro y nos dijeron: “¿cuántos metros quieren?”. “Todo el muro”. Todo. Nos dieron el 90 por ciento del muro y nos dieron muy poco tiempo. Entonces nosotras diseñamos entre tres mujeres -Estela Argolio, Danitza Lunas y yo- un altar blasfemo y un escudo antichovinista, intervinimos conceptualmente y gráficamente el escudo nacional para convertir a Bolivia en un país en destrucción. Era una intervención basada en un concepto sobre todo ecologista, pero también de crítica al patriarcado, porque el patriarcado tiene que ver con la dominación de naturaleza, tiene que ver con el extractivismo, tiene que ver con depredarlo todo. Y un altar blasfemo porque Bolivia está lleno de altares barrocos frente a los cuales hemos crecido. Entonces hicimos un altar que tenía tres cuerpos, en la parte central el Papa masturbándose, estaban nuestros grafitis, y en la parte más importante del altar estaba una mujer crucificada, que estaba siendo crucificada por algún jerarca de la iglesia. Cristo cargando una cruz hecha de penes, que me pareció uno de los diseños más interesantes y la virgen María como virgen pecadora.

-Atentaron contra la iglesia y denunciaron su violencia patriarcal a través de la intervención de los iconos católicos. ¿Cómo fue el proceso de hacer el mural?
-El día de pintar el mural llovió, los andamios eran patéticos y no teníamos dinero para contratar andamios propios, pero logramos pintarlo en 18 horas. Pintábamos las que habíamos diseñado y el resto eran 30 activistas, pero por turnos, porque la amiga que salía del trabajo llegaba, se ponía cualquier cosa y empezaba. Comimos ahí a los pies del mural. Yo estuve todo el tiempo y sé que desde el primer momento se generó una discusión preciosa. Es una calle peatonal, todo el mundo se detenía: hombres, mujeres, mucha gente joven. Cuando ya casi estábamos terminando era un bullicio en la calle, toda la gente discutía en grupos. Entonces fue precioso. Yo sí pienso que se creó un ambiente de deliberación y que todos los medios de comunicación acudieron. Todos pensaron que no teníamos ni permiso ni nada, pero por primera vez en la vida teníamos permiso firmado por el ministro, porque lo habíamos pedido para no caer en “cana”.

-¿Y qué pasó después?
-Al día siguiente de la inauguración, en la mañana, nosotras decidimos inaugurar nuestro mural, pero quisimos hacer una apertura metafórica que la anunciamos por prensa. Entonces nosotras creemos que alguien nos ha enviado gente enemiga del movimiento, hay una misoginia institucional y hay un deseo de que Mujeres Creando desaparezca. Había una masa de gente muy polimorfa, muy compleja. Había también unas 10 personas -como mucho- ubicadas de manera muy estratégica que clamaba porque se nos pegue, se nos humille, se nos castigue y probablemente incluso era una cosa muy dirigida contra mí. Entonces nada, la inauguración nuestra fue bastante dramática, por ese hostigamiento, ese odio, nos tiraron agua, nos tiraron basura, nos tiraron yogurt, nos tiraron piedras y nos insultaron.

-Esa misma Bienal, ya que era tan prestigiosa, ¿no tenía seguridad para las obras?
-No, esta Bienal decidió que no: “a estas las utilizamos para legitimarnos, pero no las asumimos”. Mientras nosotras estuvimos inaugurando, mucha gente empezó a intervenirla con bolígrafos, con frases, muchos insultos, un trauma con el pene porque habían penes por muchas partes, una reacción traumática también de hombres jóvenes con el pene, lo tajaban, tenía que desaparecer el papa masturbándose, era lo peor. Nosotras considerábamos que esas intervenciones mientras no terminan en destruir eran parte del mismo proceso que habíamos desencadenado nosotras, porque por eso pedimos la calle. Y una noche ya fueron con rodillos y pinturas. Monjas y curas rezaban el Ave María mientras cubrían el altar blasfemo. Y ahí el museo no hizo nada, pero nada, nada. De salir a proteger, de decir esto es una obra de la Bienal. Nada. La conferencia episcopal sacó un comunicado, dijo “el pueblo de dios ha condenado una obra blasfema”. Apoyó ese acto. Entonces para mí, sinceramente, fue muy poético, fue muy lindo yo creo que fue además algo que queda escrito en el imaginario, que es lo que a mí me interesa. Nosotras nunca hemos sido personas que nos aferramos al objeto. Al objeto mural, al objeto grafiti, al objeto… no hay objeto, nuestro objeto es la construcción de utopías, la construcción de atrevimiento, la construcción de derribar límites impuestos. Ahí nosotras derribamos un límite. Esto no se puede permitir. Y hemos sacado una carpeta escolar con ese material y la carpeta se vende súper bien, porque claro, ha quedado como escrito en la memoria popular y yo estoy más que contenta. Yo creo que esto le hizo bien al movimiento, le hizo bien a la ciudad, hizo un remesón muy fuerte en la escena artística boliviana, así que nosotras encantadas.

-¿Qué pasa con esto de confrontarse a este fanatismo religioso, estos cristianos que aparecen y satanizan?
-Nos hicieron un gran favor. Cuando tú cuestionas a la iglesia que sataniza. Porque el mecanismo de la iglesia es satanizar lo diferente al otro, diciendo “oye tú estás inventando, eres una histérica, esta es una iglesia de amor y no sé qué, no sé qué”. Sin embargo, cuando pones su fanatismo en evidencia, nuestro altar se convirtió en un espejo que los reflejaba, que los incomodaba, por eso tuvieron que hacer un acto de rezar. Entonces a mí me parece muy bien que ese fanatismo que está muy escondido, muy camuflado en un mensaje de amor salga a la luz. A mí me parece que eso es muy importante.

-Nos pareció muy interesante cuando vimos esta investigación que estaban realizando de “Representantes a representados” sobre la homofobia en el parlamento boliviano. En Internet hay un video en que tú entrabas al parlamento, subías a un despacho que te entregaron y nos pareció un acto muy interesante, porque por primera vez los parlamentarios, la gente del gobierno, podían quedar en evidencia en su homofobia frente a una activista lesbiana. ¿Nos puedes contar cómo se ha desarrollado esa investigación?
-El libro está compuesto de entrevistas. Creo que ha sido una estrategia además original, a quienes nadie les pregunta hoy tienen que responder. Entonces en ese sentido es el juego de “representantes a representativos”. Y creo que se han sacado cosas muy interesantes. Por ejemplo, la espeluznante similitud entre derecha e izquierda a la hora de hablar del cuerpo, a la hora de hablar mariconería y a la hora de hablar de sexualidad. Otra cosa es que en Bolivia se ha aprobado la ley de identidad de género, pero la política conservadora respecto de las mujeres y la penalización del aborto está ahí intacta. Todas estas contradicciones funcionan como un comodín para tapar su cara progresista, y la mariconada boliviana no se quiere dar cuenta de eso. No se quiere dar cuenta para nada.

María Galindo en Santiago de Chile

Presentación libro «No hay libertad política si no hay libertad sexual» de María Galindo
Lunes 4 de septiembre, 19 horas
Teatro Arcis, Libertad 53, Santiago (Metro ULA)
Modera e introduce: Camila José Donoso, cineasta feminista
Presentan: Hillary Hiner y Angie Mendoza (Coordinadora Feministas en Lucha, CFL); Jorge Díaz y Cristeva Cabello (Colectivo Utópico de Disidencia Sexual, CUDS)

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