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¿Qué tanto se beneficiarán las regiones mineras de un nuevo boom en el precio del cobre?

Por: Juan Soto Díaz | Publicado: 15.09.2017
¿Qué tanto se beneficiarán las regiones mineras de un nuevo boom en el precio del cobre? Calama | Agencia UNO
¿Qué hace que un trabajador esté dispuesto a enfrentar 10 días seguidos separado de su familia, y aun así no decida mudarse a vivir con todos ellos a la ciudad donde trabaja? A pesar de que por ejemplo un trabajador que viva en la ciudad de La Serena y viaje a trabajar a Calama puede en promedio llegar a recibir hasta un 20% más de salario que si se quedase a trabajar en La Serena, este alto salario muchas veces no compensa el costo de vida que podría implicar mudarse a Calama.

La presencia de grandes lugares de extracción minera y de recursos naturales ha llevado al crecimiento de lo que podríamos llamar ciudades campamentos. Es decir, localidades que tienen una gran fuerza de atracción en términos de empleo pero que, en cuanto a bienes y servicios o condiciones naturales ofrecidas, no generan los suficientes incentivos para que las personas decidan radicarse allí.

Un claro ejemplo de esto es la ciudad de Calama. En la que los mismos pobladores en reiteradas ocasiones han levantado banderas negras y se han manifestado al respecto. El descuido del gobierno central en materia de inversión pública e infraestructura es evidente. Incluso resulta paradójico pensar que uno de los lugares donde se produce una gran parte de la riqueza del país tenga tan mala fama en términos de lo atractivo que resulta para vivir.

La mayoría de las personas decide el lugar de residencia basados en un análisis costo beneficio. Por ejemplo, una persona que desea tener acceso a un gran número de servicios, como restaurantes, teatros, centros comerciales, servicios educacionales y de salud de calidad, podría aceptar mudarse a una ciudad que carece de estos servicios siempre que el salario ofrecido compense el costo de vivir en un lugar sin aquellas cosas que desea.

Es claro que los lugares donde se localizan estos centros de extracción de recursos naturales no han logrado desarrollar el conjunto de características suficientes que hagan atractivo el vivir allí (ni siquiera por periodos cortos de tiempo), provocando que muchos trabajadores decidan viajar cientos de kilómetros a trabajar en estas zonas y disfrutar de las características de otro lugar de residencia.

Estos trabajadores califican dentro de lo que podríamos llamar conmutantes de larga distancia. Y aunque resulta difícil de imaginar, algunos cruzan el país para trabajar en la zona norte, motivados por los altos salarios y los sistemas de turnos mineros. Turnos que van desde los 4 días de trabajo por 4 días de descanso, hasta incluso 10 días de trabajo por 4 de descanso.

¿Qué hace que un trabajador esté dispuesto a enfrentar 10 días seguidos separado de su familia, y aun así no decida mudarse a vivir con todos ellos a la ciudad donde trabaja? A pesar de que por ejemplo un trabajador que viva en la ciudad de La Serena y viaje a trabajar a Calama puede en promedio llegar a recibir hasta un 20% más de salario que si se quedase a trabajar en La Serena, este alto salario muchas veces no compensa el costo de vida que podría implicar mudarse a Calama. O bien, la valoración subjetiva que el asigna a las características de La Serena está muy por sobre el salario que recibe por trabajar en Calama.

Sea cual sea la razón, lo cierto es que estimaciones recientes del Observatorio Laboral de Antofagasta señalan que aproximadamente el 46% de los trabajadores en el sector minero en la región de Antofagasta vive en otras regiones. A pesar de todas estas razones económicas de un fenómeno que no es para nada nuevo, las políticas públicas son el gran ausente en este problema. De hecho, estudiar este fenómeno se ha vuelto complejo dado que se han quitado las preguntas que permitían abordar el problema de las Encuestas de Caracterización Socioeconómica (CASEN) desde 2011 en adelante, y el acortado Censo de Población y Vivienda 2017.

La reciente subida en el precio del cobre presenta una serie de desafíos donde el “laissez faire” no funciona. La falta de políticas públicas en lugar de hacer a estos lugares más resilientes, los hace cada vez más vulnerables a nuevas crisis en los precios de los minerales. La creciente falta de capacidad de atracción de capital humano es un problema que se suma a la disminución de los encadenamientos productivos del sector minero con otros sectores, y a la deslocalización de las actividades más intensivas en conocimiento hacia la Región Metropolitana. Todo esto contribuye a que las regiones donde se localizan estos centros de extracción sean aún más sensibles ante crisis externas. Y aunque muchos de estos lugares se beneficiaran brevemente con la subida en el precio del cobre, probablemente al final del día con muchos de ellos se repita la historia de las salitreras.

Juan Soto Díaz