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Opinión

Chile Actual (III): La simulación del cambio

Por: Felipe Valenzuela Silva | Publicado: 23.09.2017
Chile Actual (III): La simulación del cambio A_UNO_838547 | /AgenciaUno.
La política formal que se practica en Chile en todo su espectro está subordinada desde hace ya veinte y siete años a la gestión, que ha actuado durante todo este tiempo vaciada de contenido. Lo que no ha estado vaciado es el marketing político, que ha mostrado consignas o enunciados que plantean temas que efectivamente logran hacer sentido en los sectores populares, que convencidos vuelven a caer en la celada o farsa en el momento de votar y que, hasta ahora, han sobrestimado y sobrevaluado la palabra “cambio”.

En las reseñas anteriores, en forma muy escueta miramos algunos aspectos que caracterizan el modelo en que vivimos los chilenos, como la profunda desigualdad de la repartición de la riqueza. No obstante, también mostramos que la gran mayoría de la población accede al consumo de bienes materiales como nunca antes en la historia, aunque esto signifique que, a pesar de que la fuerza de trabajo está compuesta por unos ocho millones trescientas mil personas actualmente, existen hoy más de once millones de endeudados. Un último Informe del año 2016 de deuda morosa, reveló que el número de personas con deudas impagas aumentó a 4,3 millones.

Tal como planteamos en la primera parte de esta serie, en este tercer capítulo observaremos algunos factores que se encuentran a la base de la materialización de una nueva alternancia en la conducción del gobierno chileno el próximo año y que seguirá, desde nuestra mirada, manteniendo situaciones como las mencionadas en el primer párrafo. Es decir, citaremos el carácter y los requisitos que ha desarrollado la política para mantener este estado de cosas, que en definitiva han significado un incremento de los ingresos posibles de los chilenos, causando con esto que se pueda tener a las y los trabajadores sujetos, sin mantener tan tirante la forma de sujeción.

CHILE EN MODO DE SIMULACRO

Siguiendo a Braudillard, compartimos que después de Maquiavelo los políticos quizás han sabido siempre que el dominio de un espacio simulado está en la base del poder, que la política no es una función, un territorio o un espacio real, sino un modelo de simulación cuyos actos manifiestos no son más que el efecto realizado. No deseamos ahondar en desprestigiar la política como se ha estado haciendo en estos años, sino que nos referimos a la tarea que han desarrollado los políticos profesionales, en el fortalecimiento del poder que mantiene el modelo chileno, que entre otras cosas destruye el medio ambiente, explotando con tal intensidad los recursos naturales, que incluso se corre el riesgo de transformar a los recursos renovables en no renovables.

Entrando en materia de simulación, nos interesa destacar el hecho de que como dispositivo de conservación del modelo se habla insistentemente en estos períodos electorales de conceptos como democracia y ética, que a nosotros nos parecen ausentes así como se intentan plantear. Disimular es fingir no tener lo que se tiene, en cambio simular es fingir tener lo que no se tiene, lo primero remite a una presencia y lo segundo o a una ausencia, sin embargo la cuestión es más complicada de lo que parece, porque simular no es precisamente fingir en este caso, porque se dice que se actúa en un marco democrático, en cambio la simulación se refiere a la presencia de instituciones existentes, haciendo clara la diferencia, solo que se encuentra enmascarada. La simulación en este caso cumple el rol de cuestionar la diferencia entre lo verdadero y lo falso, como también lo real de lo imaginario.

En concreto, creemos que la democracia es algo más de lo que existe en nuestra sociedad, pensamos que una democracia efectiva, siguiendo a Stuart-Mill, es aquel sistema que reduce o acorta la brecha que existe entre la clase dominante y la clase que vive de su trabajo. Por otro lado, si entendemos la ética como un conjunto de normas más o menos invariables que dirigen o conducen la vida de las personas de una sociedad, nos encontramos que en el caso de nuestro país se han promovido incesantemente criterios de competencia desde la niñez en los colegios y la importancia del éxito por sobre otros valores, entonces aquellas demandas que se hacen desde la política, se aplican a cuestiones que ya no existen. Creemos necesario un cambio en la matriz cultural ya no apoyada en el mercado, sino en aquellos valores que surjan de la participación del conjunto de la población.

Para cerrar el tema de la simulación deseamos no responsabilizar totalmente a quienes practican la política en los gobiernos post-dictatoriales, mencionando que aquellos que iniciaron la formación de esta nación desde el poder en el ya lejano 1810, reemplazaron el emblema español por un escudo provisorio en que aparecían dos mapuches, simulando al igual que hoy una supuesta inclusión.

ALTERNANCIA EN EL GOBIERNO

Teniendo en cuenta las consideraciones planteadas, apostamos al hecho que en las próximas elecciones se volverá a producir una alternancia simulada, como lo ocurrido en las últimas dos elecciones. Esta afirmación -que se puede considerar temeraria, sobre todo porque estará mediada por un proceso de votación universal- obliga a justificarla con el siguiente argumento:

La política formal que se practica en Chile en todo su espectro está subordinada desde hace ya veinte y siete años a la gestión. Incluso se podría afirmar que llega a ser casi sinónimo de la gestión del Estado, que se ha encargado invariablemente a defender los intereses del capital chileno y extranjero, por sobre los intereses y derechos sociales inexistentes de los chilenos que producen la riqueza. Ha actuado durante todo este tiempo vaciada de contenido, al menos en lo que se refiere a cambiar esta situación de injusticia en la distribución de los ingresos y a optar por algo distinto al renombrado crecimiento. En cambio, lo que no ha estado vaciado es el marketing político, que ha mostrado en estas latitudes su mejor versión, con consignas o enunciados que plantean temas que efectivamente logran hacer sentido en los sectores populares, que convencidos vuelven a caer en la celada o farsa en el momento de votar y que, hasta ahora, han sobrestimado y sobrevaluado la palabra “cambio”.

Desafortunadamente la simulación está apoyada en la falta de información real, o a la insistencia respecto de temas que aparecen como certezas y que no se desmitifican, para esto entregaremos algunos datos oficiales antes de despedirnos.

Codelco entre los años 2001 y 2014, controlando menos del 30 % del cobre en el país, aportó en promedio 3.910 millones de dólares por año al fisco. Por otro lado la gran minería privada, con el 70 % del negocio, solo aportó 2.664 millones de dólares de promedio anual en los mismos años.

*Servicios empresariales se refiere a empresas de publicidad auditorías, etc. Y Servicios Personales son los negocios de la educación y salud en que los chilenos gastamos nuestro dinero.

Distribución del PIB entre remuneraciones y excedentes de las empresas:

AÑO REMUNERACIONES     % EXCEDENTES    %
2003          41,2    46,7
2004          39,1    49,2
2005          37,5    50,6
2006          34,8    50,3
2007          35,2    54,0
2008          36,4    52,6
2009          37,7    52,0
2010          36,1    53,7
2011          37,2    53,0
2012          38.9    52,2
2013          39,9    49,1
2014          38,3    50.9
2015          38,5    50,4

Con estas cifras nos despedimos, esperando que la política se encarne en las personas que día a día con trabajo producen la riqueza de nuestro país, pero que la política se entienda como una expresión de unidad colectiva capaz de generar la fuerza para alterar la realidad para un mejor futuro de nuestros niños y nietos.

Felipe Valenzuela Silva