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Ya se van a acostumbrar a que el lesbianismo existe

Por: Javiera Court Arrau | Publicado: 28.09.2017
Ya se van a acostumbrar a que el lesbianismo existe marcha orgullo | Agencia UNO
Cada vez que alguien me pide que “no se me note”, me esta diciendo que le doy vergüenza. No quieren que su entorno sepa que entre sus seres queridos “hay una lesbiana”. Y cuando una persona que te conoce te dice «es que van a haber niños», tú escuchas fuerte y claro que eres una persona que podría significar un daño o un peligro a esos niños.

Nos despedimos y crucé la calle. Con cada paso que daba mi pulso se aceleraba más y más. Bajé del ascensor, saqué la llave de mi bolsillo y tiritaba. Me tiré a la cama y lloré como no lo hacía hace mucho tiempo. Traté de calmarme: rabia, humillación, pena. Pena.

Ya me lo habían pedido y nunca asentí. Mi mamá me lo había rogado mil veces y jamás dudé de mi oposición. Terca, siempre. Sin embargo esta vez no puse ningún obstáculo, ni una mala cara, ni si quiera pregunté el por qué. Solo acepte la condición y conversamos de otra cosa.

Logré respirar un poco. Me sentí una basura primero. Es que tantas veces me lo pidió mi madre. Tantas. Seguro mi amiga llegó a su trabajo habiéndose sacado un peso de encima, es que le costó tanto preguntar. Estoy segura que nunca quiso hacerme daño y que no imaginó, hasta ahora, que en ese momento yo estaba abatida en mi cama sin consuelo, con pena. Mucha pena.

Llamé a mi novia y le conté entre sollozos que me pidieron que “no se nos notara nada en el matri”. “Es que va gente de la pega y de la familia”, argumentaron. “Además habrán muchos niños”. Ésta última dolió mucho. Amor, no sé si quiero ir.

La semana siguiente a esa conversación fue fatal. Aquel intercambio de palabras rondaba mi cabeza. Las mil veces que a mi vieja le dije: “Entonces no me invites”. Mis convicciones, mis discursos e ideales. Mi lucha. Mi amiga.

Fuimos al matrimonio, estuvo increíble. No le hicimos caso. No vi ninguna mala cara, no traumamos a ningún niño –o eso espero–. Los novios brillaban y los invitados disfrutamos de un evento increíble. Lo importante era que se celebraba el amor.  Y el amor ganó en esa noche maravillosa.

¿Cual es el problema?

Cada vez que alguien me pide que “no se me note”, me esta diciendo que le doy vergüenza. No quieren que su entorno sepa que entre sus seres queridos “hay una lesbiana”. Son muchas las personas LGB que también lo piden.

Cuando por fin me convertí en activista entendí que esta lucha se vive a la luz del día. Que la visibilidad es el camino a la normalización y que no es solo una postura política, sino que el orgullo se trata, principalmente, de amor propio. Ser feliz.

Aceptar esconderme es estar de acuerdo con que mi orientación sexual es un problema. “Es que van a haber niños”. ¿En serio? Cuando una persona que te conoce te dice eso, tú escuchas fuerte y claro que eres una persona que podría significar un daño o un peligro a esos niños. Vivimos 8 meses con un sobrino y estoy segura que la conexión que tuvimos no fue ni dañina ni peligrosa.

El problema son los adultos. Es que les incomoda. Un beso en el metro. De la mano en el parque. En la pista de baile o la comida del trabajo. No se preocupen. Ya se van a acostumbrar.

Javiera Court Arrau