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Miente, miente, que algo queda: Piñera y la delincuencia

Por: Gonzalo Winter | Publicado: 16.11.2017
La conveniente selección y tergiversación de los datos de la ENUSC no ha sido el único evento desafortunado en la lista de celebraciones que Sebastián Piñera ha realizado sobre su gobierno.

En el debate del lunes pasado, Sebastián Piñera presentó un gráfico con los datos sobre victimización obtenidos por la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) de los años 2010, 2013 y 2016. Según el ex Presidente, los datos demostrarían que durante su gobierno la delincuencia se redujo, para luego aumentar nuevamente durante la presidencia de Bachelet. No cabe duda de que el gráfico estaba distorsionado, y que la forma de medición de la encuesta fue manipulada para presentar mejores resultados. Pero, más allá de eso, lo más cuestionable de todo es la falta de perspectiva con que Piñera pretende enfrentar la delincuencia.

En primer lugar, la encuesta ENUSC sufrió un cambio en la metodología de la medición durante el gobierno de Piñera, en que se eliminaron preguntas y, por tanto, se alteraron los resultados, tal como en aquel momento denunció la oposición. Sabido es que el cambio de un año a otro en estas cifras no es lo más relevante, sino su comportamiento en el tiempo y en realidad, la cifra de victimización se ha mantenido relativamente estable en los últimos años, cuestión que se habría notado claramente si el ex Presidente hubiese mostrado un gráfico con ejes completos y con toda la serie, en vez de elegir según su conveniencia los años para mostrar, donde se vería cómo la variación ha sido hasta la fecha prácticamente marginal. Además, Piñera presenta cifras equivocadas: el nivel de victimización que le atribuyó al final del primer gobierno de Bachelet, corresponde a 2009, la cifra de 2010 es en realidad muy similar a la de finales de su propia administración (25,6% en 2010, y no 30,9%).

En segundo lugar, la referencia que convenientemente hace Piñera es a solo una de las muchas preguntas de la encuesta, acerca de la llamada “cifra general de victimización”. La encuesta consulta en este punto lo siguiente: “Durante los últimos 12 meses, ¿usted o algún miembro de su hogar fue víctima de algún delito?”. El problema más obvio con esta pregunta es que no distingue entre los distintos tipos de delito. Así por ejemplo, si aumenta uno grave como el de violación, pero bajan otros menos graves como el hurto, el gobierno podrá vanagloriarse de haber conseguido un descenso en la delincuencia cuando, en los hechos, el país es más peligroso.

Cabe señalar además, que la cifra de victimización ayuda tan solo a conocer la incidencia de algunos delitos. Por ejemplo, sabemos que un tercio de quienes están en la cárcel cumplen condena por narcotráfico, en muchos casos vinculados a microtráfico, y en estos no hay víctimas que puedan reportarlos en una encuesta.

La conveniente selección y tergiversación de los datos de la ENUSC no ha sido el único evento desafortunado en la lista de celebraciones que Sebastián Piñera ha realizado sobre su gobierno. En 2011, junto al ministro Mañalich, celebraban el cumplimiento de la promesa de gobierno de eliminar las listas de espera del Plan AUGE. Un informe de Contraloría reveló posteriormente que el 44,5% de los casos se resolvió administrativamente, sin una atención de salud de por medio.

Luego, en 2012, Piñera anunció que gracias a su gobierno la pobreza en Chile había disminuido en un 0,7% desde 2009 a 2011. Inmediatamente estalló la polémica en la que se vieron envueltos el gobierno, la CEPAL y el Centro de Microdatos del Departamento de Economía de la Universidad de Chile, debido a la inclusión -forzada desde el Ministerio de Desarrollo Social- de una pregunta sobre ingresos secundarios que no fue debidamente pre-testeada y que cuya incorporación permitió una interpretación errónea acerca de la disminución de la pobreza.

Resulta interesante la insistencia de Piñera de presentar una imagen exitosa de su administración. Más allá de la manipulación de los datos, que por cierto es un elemento gravísimo, permite comparar perspectivas de lo que significa disputar el poder en Chile: desde el Frente Amplio no estamos sólo para ganar una elección y exhibir un “gobierno exitoso” en términos tan estrechos, sino porque queremos transformar la realidad material y la vida cotidiana de todos los chilenos y chilenas.

Gonzalo Winter