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Salvemos el mural del paso bajo nivel de Santa Lucia: Obra icónica del arte público en Chile

Por: Gaston Vega Buccicardi | Publicado: 19.12.2017
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Como equipo detectamos dos grandes amenazas para el mural y paso bajo nivel: el descuido de la obra, por mantención y olvido de su importancia, y por el desarrollo de la propuesta de la explanada del Santa Lucia por parte del municipio de Santiago.

Esta columna nace como respuesta al artículo publicado en Las Últimas Noticias donde se promociona el nuevo proyecto de inversión del municipio: 1.171 millones de pesos para tapar el paso bajo nivel de Santa Lucia y dar un acceso más amplio al Cerro Santa Lucia. En este mismo artículo, el arquitecto Pablo Allard comenta la bondades del proyecto pero hace ver lo siguiente: “no hay que olvidar que ese paso bajo nivel es un bello ejemplo de arte cinético en Chile, así como parte del escaso patrimonio moderno en Santiago, por lo que sería muy bueno integrarlo y destacarlo dentro del nuevo proyecto”.

Tristemente esto último está lejos de suceder; peor aún, será un daño irreparable para la obra, y como miembro del equipo que busca obtener la categoría de Monumento Nacional de la obra, y este daño nos hará perder una obra única e icónica del arte público y del arte integrado en Chile.

Foto aérea Mural y paso Bajo Nivel Santa Lucia. Archivo: Gaston Vega Buccicardi.

Un poco de historia y contexto

A finales de la década de ’60 se promulga una ley histórica para el mundo del arte: la Ley Nemesio Antúnez, del 21 de noviembre de 1969. Esta ley dio impulso al desarrollo de obras de artes en las edificaciones y obras del Estado. Dentro de sus primeras obras emblemáticas está el mural para el paso bajo nivel del Santa Lucia (o paso inferior Santa Lucia).

El paso bajo nivel es parte de las obras definidas en el Plan Regulador Intercomunal de Santiago (PRIS) y el plan de Transporte para Santiago, ambos de la década del 1960. El paso bajo nivel buscaba dar la accesibilidad norte al proyecto San Borja, en construcción durante el gobierno de Frei Montalva. Esta obra además debía coordinarse con las obras de la Línea 1 de Metro y fue desarrollado por la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU).

Junto a esta necesidad urbana de un Santiago que se modernizaba, se sumó el requerimiento de desarrollar un mural que se integrara al proyecto de obras civiles. Esta obra de arte integrado, es decir, que se relaciona con el soporte y el contexto de la misma, fue llamada a concurso público con tres grandes requerimientos: toda propuesta debía considerar el ir asociada a una empresa que proveyera de un material de revestimiento para la obra; se debían presentar planos, especificaciones técnicas, un programa de trabajo y los honorarios de cada profesional (incluidos los artistas); el comprometerse a cumplir con una cantidad de tiempo definido (180 días). Estos requerimientos generaron álgidas discusiones en los diarios y revistas. Kurt Herdan, artista visual, en un artículo en revista Ercilla, reclama lo siguiente: “en realidad es un concurso para las empresas. El artista figura como un agregado a la cola”.

En este momento el mundo del arte visual en Chile está en el apogeo de la tendencia del arte abstracto, en esta década tendrá a sus más importantes exponentes: Gregorio de la Fuente, Matilde Perez, Ramón Vergara Grez y Ricardo Yrarrazaval, entre otros. Todo este periodo fue revisitado en la exposición de marzo de este año en el Centro Cultural Palacio de la Moneda, donde por primera vez se revisó los dos periodos de este arte en Chile, cuya curatoría estuvo a cargo de Ramón Castillo. Gran parte de estos artistas participan en este concurso, ganando el equipo del Taller de Diseño Integrado conformado por Eduardo Martinez Bonati, Carlos Ortúzar e Iván Vial, tras ganar el primer y segundo lugar, el equipo presento en total cuatro.

La propuesta ganadora planteaba una propuesta de arte cinético desarrollado en conjunto a la empresa de revestimiento cerámicos IRMIR, en la cual sobre un fondo blanco se desarrollan líneas de colores de tres tonos azules, blanco y una de color rojo. Desarrollado en teselas de gres cerámico de formato 2×4 cms. y 2×2 cms., y una tesela especial para las esquinas con canto redondeado. La propuesta buscaba guiar al conductor a pasar por el paso bajo nivel, es decir, una obra que se comprendía mientras se transita en el vehículo o como peatón en movimiento.

El mural, como lo explica Ignacio Szmulewicz en su libro “Arte, Ciudad y esfera pública en Chile”, “fue diseñado para dialogar visualmente con el conductor vehicular que atraviesa subterráneamente la Alameda, bordeando el cerro fundacional de Santiago y posterior hito urbanístico del siglo XIX. De líneas geométricas y colores planos que se integran a la función  de transporte, al cerro, a la velocidad y las direcciones del paso”.

En poco tiempo el mural se convirtió en referente obligado del arte integrado y su equipo estaría de forma colectiva e individual a cargo de obras icónicas del arte público, desde el monumento a Rene Schneider de Carlos Ortúzar, el mural del Centro de Estudios Nucleares de la Reina de Eduardo Martinez Bonati, quien además quedaría a cargo de la curatoría de las obras para la UNCTAD III, donde Iván Vial desarrollo la obra del panel acústico para el gran salón de conferencias.

Mural y paso bajo nivel Santa Lucia obra de Ortúzar, Vial y Martinez Bonati. Año: 1971. Fuente: Archivo David Maulen de los Reyes.

La situación actual

En la actualidad, el mural se encuentra en malas condiciones, ya que en casi 50 años no ha recibido ninguna mantención, lo que da cuenta de la gran capacidad de los artistas de diseñar y concebir una obra que pudiera perdurar en un entorno como el del mural.

Pelagia Rodríguez, arquitecta experta en proyecto de murales de mosaico y de restauración de los mismos, lleva varios años buscando convencer a la autoridad de la necesidad de restaurar el mural y de protegerlo.

El año 2013, el Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR) realizó un informe sobre el estado del mural, que iba a ser conducente a una propuesta de restauración que lamentablemente no se realizó. Dentro de los daños más relevantes el CNCR plantea que esta la ignorancia sobre el valor del mural, la falta de restauración y daños de la filtraciones en los muros de contención que permiten filtraciones de agua y que afectan al mural mismo.

A principio de este año desarrolle un informe, a partir de la observación del estado actual del mural, que está en propiedad del municipio. Aquí se sumaba los daños futuros del proyecto de la explanada y la falta de un estudio completo de la situación del mural y de un plan de limpieza del mismo.

Declarar para salvar

En esta línea conformamos el equipo de profesionales tras la declaratoria del mural y paso bajo nivel de Santa Lucia, entendiendo la doble calidad del mural: obra icónica del arte cinético y arte público; y obra de infraestructura, primer paso bajo nivel de la Alameda.

Como equipo detectamos dos grandes amenazas para el mural y paso bajo nivel: el descuido de la obra, por mantención y olvido de su importancia, y por el desarrollo de la propuesta de la explanada del Santa Lucia por parte del municipio de Santiago.

La propuesta de la explanada nace el año 2014 como parte de un concurso público que es ganado por Mario Perez de Arce y Arquitectos Asociados Ltda. La premisa de la propuesta es generar una explanada pública que permita una plaza de acceso mayor al cerro y la ampliación de los bordes frente a la feria de pueblos originarios.

Sobre el mural del paso bajo nivel del Santa Lucia, la memoria del proyecto del año 2014, menciona lo siguiente:

A ambos costados del paso a nivel, los respectivos muros de contención están recubiertos por un mural ejecutado en cerámica vitrificada, cuyos autores fueron los artistas Bonati, Ortúzar y Vial, ejecutado aproximadamente en el año 1980 (*este es un error de la memoria, pues el mural se termina el año 1970).

[…]

Las obras proyectadas afectarán parcialmente a dicho mural. La losa proyectada lo cubrirá en una parte importante, el anclaje del sistema de vigas obliga a recortar su tramo superior en el costado oriente y, el atirantamiento del muro oriente, operación necesaria para la solución estructural del conjunto, como consecuencia dejará expuestos los cabezales de los tensores en un tramo superior del muro.

 Entendemos que estos costos están con creces justificados por el alto valor de las conquistas espaciales para el ciudadano.

 Reconociendo el valor del mural en cuestión, el proyecto propone que su restauración sea asumida dentro de los costos de construcción, incluyendo las siguientes obras: 

– Limpieza total del mural.

– Reposición del material faltante de cerámica vitrificada con piezas artesanales nuevas y/o piezas rescatadas de la demolición.

– Iluminación artificial del tramo que quedará bajo losa.

 Los trabajos de construcción que afectan al mural deberán hacerse tomando todas las precauciones para minimizar el daño”.

Autor: Gaston Vega Buccicardi

Razones para apoyar la defensa del mural

Como profesional dedicado a temas de patrimonio moderno y su puesta en valor, con una futura restauración por parte del estado,  hay tres grandes razones para apoyar la defensa del mural:

El valor de la obra: El mural del paso bajo nivel de santa lucia es una obra sin igual, que testigo de la genialidad de una gran época de arte visual y la cultura chilena, que recién 60 años después estamos valorando con la exposición de “La revolución de la Formas: 60 años de arte abstracto en Chile” y de los cuales aún tenemos protagonistas vivos, como es el caso de Eduardo Martinez Bonati. No se puede reemplazar, y eso es en parte por las lógicas tras el arte integrado. No creo que las alteraciones propuestas por el proyecto sean menores, son graves y alteran de forma drástica la obra y su comprensión para el futuro.

Se daña el mural: Se demuele el puente peatonal, se destruye el mural que hace de antepecho a la alameda, imagen icónica del mural tanto en el concurso como en la experiencia del observados, ya que en es un elemento que marca el acceso al paso bajo esta avenida. La explanada en si cambia la situación de la obra, destruyendo el sentido de la misma, pues la caja abierta prepara al espectador informándolo de la aproximación al área cerradas. Y por último, el ensanche frente la feria de lo pueblo originarios (a través del muro oriente, los atirantamientos en el muro oriente (y poniente) y la demolición de al menos a ambos lados del ultimo metro del mural son un alto precio por las “conquistas espaciales para los ciudadanos”.

Las alteraciones no cosméticas al mural va más allá de cualquier sentido y sin asesoría de profesionales pertinentes en la comprensión de la misma (más aun uno de sus autores sigue vivo), escondiéndola de los mismos habitantes a los que pretende atender con la explanada. Esta despreocupación se puede asignar a la falta de conocimiento real de los ejecutores y de las autoridades de la obra en sí, lo cual es grave pues el municipio de Santiago tiene el privilegio de ser receptor de referentes importantes de murales de este tipo, sin decir que tiene en sus límites al museo nacional de Bellas artes y al Museo de Arte Contemporáneo, entre otro museos.

No tiene justificación real el proyecto de la explanada para tapar el mural: El proyecto se funda sobre un supuesto falso: la necesidad urbana de recuperar un espacio de conexión con el cerro Santa Lucia y que se perdió con el paso bajo nivel.

Al revisar fotos de época antes de la obra y con las plantas de arquitectura del mismo se hace ver que el edificio de acceso al cerro no solo nunca considero un acceso lateral, sino que aunque realizara no genera una mayor accesibilidad pues a las dos escaleras que llevan a los niveles superiores del cerro solo se puede acceder en un punto el acceso actual por la Alameda y cuyo ancho es igual a planteado por el puente peatonal que hace 48 años plantearon el equipo de Martinez Bonati, Ortúzar y Vial.

Más aún me sorprende el reclamo sobre la conquista social del espacio público, siendo que la explanada se emplaza al lado de una de las mejores plazas que se dan a lo largo de la alameda, como es la Plaza Vicuña Mackenna.

El cerro Santa Lucia necesita más y mejores accesos, pero eso no se da desde su acceso hacia la Alameda y esto es parte de su mismo encanto: sus dos escaleras curvas que nacen en un punto para llevar al nivel superior, cobijando una pileta, cuyo ancho es igual al de las escaleras, y que se recoge en el puente peatonal del proyecto del 1970. Muchos estudios plantean que el cerro santa lucia debería tener una acceso por Victoria Subercaseaux, tapando el paso bajo nivel de Lira e integrándose de mejor forma al barrio Lastarria.

Con los mismos fondos se puede reparar daños históricos del cerro, habilitar de forma permanente el ascensor de Huérfanos y restaurar el mural del paso bajo nivel de Santa lucia, recuperando de manera real este espacio público para la ciudadanía. Así iluminadas y restaurado el mural puede ser disfrutado por las 500 mil visitas que tiene el cerro anualmente.

Chile con su recién aprobada ley del ministerio de las Culturas, Las Artes y el patrimonio no se puede dar el lujo de perder obras de artes como esta, ya la pérdida del mural del Apumanque de Matilde Perez, lo daños del mural de Gregorio de la Fuente en el Parque juan XXIII y los rayados del Museo de Arte Contemporáneo son para avergonzarse como ciudad. Hoy la ley de Monumentos Nacionales no graba automáticamente el arte público, quizás la próxima lo haga, pero hoy debemos declarar para salvar esta obra de los efectos de una explanada.

Hay que defender esta obra desde la ley de Monumentos Nacionales, realizando una declaratoria acelerada para que no se pierda de forma permanente un icono de nuestro periodo moderno de la ciudad.

Te invito a conocer la historia del mural, recorrerlo y apoyar su declaratoria y restauración.

Foto del Mural año 1970, mientras se estaban instalando las teselas cerámicas. Fuente: Casa Museo Eduardo Frei Montalva.

Gaston Vega Buccicardi