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Opinión

El sueño sudaca por el suelo

Por: Jorge Sánchez de Nordenflycht | Publicado: 01.02.2018
El sueño sudaca por el suelo migrante | Foto: Agencia Uno
Lo que al menos a mí me queda claro es que la imagen del jaguar o del Mercedes Benz latinoamericano poco y nada tiene que ver con la realidad que enfrentan cientos o tal vez miles de inmigrantes que terminan indocumentados, presos, cesantes, viviendo de la caridad o muriendo desangrados por las puñaladas del modelo neoliberal y su cultura del sálvese quien pueda.

Es curioso que Chile sea uno de los principales destinos migratorios de Latinoamérica, a pesar de tener una de las leyes migratorias más arcaicas y jodidas de la región y unos sueldos que en la mayoría de las familias no alcanzan para cubrir el costo de la vida si no es hipotecando hasta las muelas, cuestiones básicas que otros países del barrio tienen harto más resueltas.

Es curioso que cada vez lleguen más extranjeros, profesionales u obreras buscando mejor suerte en una franja de tierra donde el trabajo y las pensiones ‘dignas’ escasean, quizás minimizando el hecho de que ‒además‒  somos una sociedad patriotera, racista y miradora en menos (si no me creen, revisen la última encuesta del INDH, según la cual los chilenos se consideran más desarrollados, limpios y ‘blancos’ que sus pares latinoamericanos). Un pueblo de sudacas y mestizos altaneros.

Sin ser un capo en la materia, me atrevo a pensar que la contradicción viene dada por los índices de ‘desarrollo humano’ y crecimiento económico que algunos gobiernos, organismos internacionales y medios de comunicación han instalado como ejemplos de nuestro supuesto bienestar, haciéndonos creer que nuestras tasas de estrés y suicidio, o nuestros terribles niveles de desigualdad y subempleo, son apenas una triste anécdota.

Lo que al menos a mí me queda claro es que la imagen del jaguar o del Mercedes Benz latinoamericano poco y nada tiene que ver con la realidad que enfrentan cientos o tal vez miles de inmigrantes que terminan indocumentados, presos, cesantes, viviendo de la caridad o muriendo desangrados por las puñaladas del modelo neoliberal y su cultura del sálvese quien pueda.

No estoy diciendo que los haitianos o venezolanos no vengan escapando de realidades peores. Solo me pregunto por qué prefieren venir acá antes que a otros terruños del vecindario, como si fuéramos un rincón del edén colgando del mapa, el plan b del sueño americano.

Jorge Sánchez de Nordenflycht