Avisos Legales
Opinión

«En cuerpo y alma»: El lado material de los sueños

Por: Ivana Peric M. | Publicado: 12.02.2018
«En cuerpo y alma»: El lado material de los sueños cuerpo |
El establecimiento de esta relación entre el mundo de los sueños y el mundo de los cuerpos, que habitan uno en forma de animales y otro en forma de humanos, se traduce en la pregunta fundamental acerca de si existe una separación reconocible entre alma y cuerpo, o mejor entre afectividad y sexo cuando de amor se trata.

Se dice que los ciervos machos sólo se acercan a los ciervos hembras en la época de celo, momento en el que, por iniciativa del macho, cada uno se separa de la comunidad de ciervos de la que forman parte para encontrarse en solitario y aparearse. En cuerpo y alma (2017), filme de la cineasta húngara Ildikó Enyedi, se inaugura con una escena en la que se muestra la interacción entre un ciervo macho y un ciervo hembra en un bosque dominado por el sonido de los copos de nieve que caen como queriendo dictar la frecuencia con la que se cruzan sus miradas. Dicha escena aparece insistentemente a lo largo del filme con las pequeñas variaciones que son predicables de cualquier repetición de la cita entre dos cuerpos. La progresión de la breve historia de aquellos ciervos marca el ritmo del relato del encuentro entre Endré y Mária. Ella es la nueva inspectora de calidad de la carne producida en el matadero de vacas de la que él es su gerente. Tal como lo hace el ciervo macho respecto del ciervo hembra, Endré comienza a mostrar interés en Mária en quien nota un quirúrgico cumplimiento del reglamento sobre certificación de la carne animal que es inversamente proporcional a su habilidad para relacionarse con sus compañeros de trabajo, entre los que se incluye el propio Endré.

En el contexto de la investigación policial por el hurto de un medicamento, que sirve para aumentar la excitación de los animales facilitando su reproducción, le aplican a todos los trabajadores del matadero que tuvieron contacto con la especie hurtada un test psicológico en el que se les consulta, por ejemplo, cuándo fue su primera menstruación o eyaculación, o qué fue lo último que soñaron. En aquel momento, la relación entre los dos ciervos y los dos protagonistas se muestra con absoluta nitidez; los primeros son producto del sueño de los segundos. Es así como Endré y Mária caen en cuenta que hace un tiempo que tienen exactamente el mismo sueño, representando cada cual a uno de los ciervos que se encuentran alrededor de un lago tan pequeño como jamás se haya visto. De ahí en más comienzan una relación mediada por lo que ocurre cada vez que cierran los ojos separados por la distancia habida entre sus camas; su contacto diario progresa desde la verificación de la coincidencia entre el sueño de uno y el sueño del otro a la decisión de juntarse en la casa de uno para soñar lo mismo estando al lado del otro.

El origen de lo que es una incipiente relación entre Endré y Mária se halla entonces en el evento extraordinario que significa no sólo que dos personas sueñen lo mismo y además de forma sincronizada, sino que, como lo sugiere la psicóloga a cargo del test, que en ese sueño representen a dos ciervos apartados de su manada cuyo único contacto físico es el roce de sus narices al momento de tomar agua de un arroyo. Y entonces, lo que ocurre en la realidad entre los dos personajes es anticipado por sus sueños, como si la posibilidad misma de sostener una relación amorosa en estos tiempos dependa de una conexión anterior desprovista de toda corporalidad. En otras palabras, lo que hace que Endré retome su olvidada vida afectiva y que Mária incursione por vez primera en dicho campo se ubica en un dominio completamente ajeno al de la carne que resulta del proceso industrial al que es sometida la vaca y que es el telón de fondo que hace posible el contacto entre el gerente y la inspectora.

El establecimiento de esta relación entre el mundo de los sueños y el mundo de los cuerpos, que habitan uno en forma de animales y otro en forma de humanos, se traduce en la pregunta fundamental acerca de si existe una separación reconocible entre alma y cuerpo, o mejor entre afectividad y sexo cuando de amor se trata. Lo destacable del filme es que nos sitúa ante un escenario en el que los cuerpos han sido aniquilados de igual manera que una vaca en un matadero lo que sin duda impacta en el modo en el que nos relacionamos unos con otros. Sin embargo, el problema del filme de cara a la pregunta fundamental es que muestra una estilización tal de la vida que sin importar cuán comprometido uno esté con la defensa de los animales, la emancipación femenina, o la liberación de los cuerpos, siempre va a ser necesario elegir entre soñar con o besar a otro afirmando la existencia de la distinción entre alma y cuerpo. En esa línea, el desafío que nos impone es buscar el lado material de los sueños al tiempo que el lado onírico de la realidad liberándonos en último término de la necesidad de elegir uno en desmedro de otro.

Ivana Peric M.