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Opinión

Una lectura comunista de Evangelion y Godzilla

Por: Nicolás Ried | Publicado: 19.02.2018
Una lectura comunista de Evangelion y Godzilla nico 1 |
La pregunta con la que Anno lidia aquí es la primera pregunta del comunismo, la pregunta primigenia sobre la comunidad: ¿por qué ser algo en común y no simplemente muchos por separado? Esta cuestión se refleja en el modo en que Anno utiliza el cuestionado final de Evangelion.

Vez tras vez, los japoneses recuerdan el trauma de las bombas nucleares, ya sea en la forma de ceremonias conmemorativas o de las imágenes que exportan hacia el resto del mundo. Godzilla es, probablemente, el más claro ejemplo de eso: un colosal monstruo nacido producto de los desechos nucleares dejados por los efectos de las bombas de Hiroshima y Nagasaki que ataca sin objetivo ni piedad a un sorprendido Tokio. Godzilla (ゴジラ, Gojira en japonés, “la encarnación de dios” en castellano) es la representación de ese desastre que afecta a la isla y que destruye todo a su paso, no tanto por su propia capacidad destructiva, sino por la incapacidad de actuar como unidad de todo el país. Eso es lo que se ve de manera más clara que nunca en la última producción que relata la historia del más grande de los monstruos: Shin Gojira (2016) es una de las más tenebrosas películas sobre Godzilla, no tanto por la cantidad de destrucción, sino porque el titán casi no es protagonista. Este filme ha sido criticado negativamente como uno que carece de las tradicionales escenas de destrucción y que pasa de largo las intenciones del monstruo, enfocándose mucho más en el conflicto de los humanos al momento de decidir sobre qué hacer. Y eso es cierto: Shin Gojira, a ratos, parece mucho más un drama político, en el que nadie es protagonista que un filme sobre la amenaza del gran monstruo. Los fanáticos de Godzilla proclaman que en esta entrega Godzilla es una excusa para hablar de política, pero esa crítica debe ser atendida en función de quien está detrás: el director no es otro que Hideaki Anno.

Hideaki Anno pasó a la historia por crear el animé más influyente de todos los tiempos. Neon Genesis Evangelion (1995 — 1996) nos relata la historia de Tokio-3, capital de un devastado Japón que se defiende a duras penas de los “ángeles” (o “apóstoles” según la traducción), unos monstruos que atacan consecutivamente y sin razón aparente. Como arma de defensa Tokio-3, como último bastión de la humanidad, cuenta con los EVA, unos robots gigantes pilotados por ciertos jóvenes con los cuales se simbiotizan. Sobre Neon Genesis Evangelion podría decirse lo mismo que se dice de Shin Gojira: los ataques de los ángeles sobre Tokio-3 pueden entenderse como una simple excusa para hablar del modo en que los habitantes de la ciudad se relacionan, en particular en cómo son las relaciones íntimas del protagonista, Shinji. El animé se desarrolla entre esta trama exterior, de los ataques y defensa de los ángeles, y una trama interior, que atraviesa los problemas de Shinji con su padre, con su sexualidad, con la sociedad y con la existencia en el mundo. En la complejidad de esos cruces, los análisis psicológicos, sociológicos y religiosos del animé quedan cortos, ya que se centran en descifrar el significado detrás de cada uno de los personajes, lo que simbolizan cada uno de los 12 ángeles o lo que nos quiere decir el final de la saga, pero no dan cuenta de la pregunta con la que Hideaki Anno aborda esta historia, que podría ser la misma pregunta que atraviesa en su versión de Godzilla.

En términos teológicos, cuando Anno muestra a Godzilla, la encarnación de dios, y a los ángeles, los apóstoles de dios en la Tierra, no nos está hablando estrictamente de dios, sino de su creación. Cuando hablamos de dios, en el fondo estamos hablando de la hermandad de sus hijos, y es por eso que las obras de Hideaki Anno pueden permitirse situar como secundario a aquello que sería lo principal en cualquier otro tipo de relato. El protagonista de las obras de Hideaki Anno no es dios, sino sus criaturas. Es así como en Neon Genesis Evangelion una historia que pasa por detrás de la obsesión por aniquilar a los ángeles es la del Proyecto de Complementación Humana, un ideal a punto de ser llevado a cabo por una organización secreta que no mira con malos ojos la extinción de la humanidad a manos de los ángeles. Lo que este Proyecto de Complementación Humana pretende es la extinción de la humanidad como conjunto de individuos separados, para pasar a ser una única gran entidad inteligente, con un cuerpo y conciencia única y total. La pregunta con la que Anno lidia aquí es la primera pregunta del comunismo, la pregunta primigenia sobre la comunidad: ¿por qué ser algo en común y no simplemente muchos por separado? Esta cuestión se refleja en el modo en que Anno utiliza el cuestionado final de Evangelion. Hasta hoy el final de Evangelion es un tópico de discusión apasionada por quienes han enfrentado la obra, sobre todo porque se habla de dos finales: uno, el de la serie, que rompe con la narración de la historia y se centra en la intimidad psicológica del protagonista, mostrando una sucesión de imágenes traumáticas que parecen tener poco sentido hilado; y un segundo final, producido en gran parte por las protestas ante la ininteligibilidad del “primer final”, que se relata en el filme The End of Evangelion (1997) donde se muestra el fracaso del proyecto de complementación humana y el simple fin del mundo. Si leemos ambos finales en atención a que Anno está reflexionando sobre la pregunta comunista, podríamos sostener que el primero de los finales nos muestra el éxito de la complementación humana forzada y el segundo nos muestra el fracaso de la complementación y el subsecuente triunfo de la individualidad. Con Evangelion Hideaki Anno instala la pregunta comunista, mostrando dos posibles soluciones. Más allá de lo que pueda significar cada uno de los símbolos presentes en la obra, cada una de las respuestas, habría que situar a Neon Genesis Evangelion en la extensa tradición de reflexiones críticas sobre la individualidad, e incluso en la más extensa tradición de discusiones sobre el comunismo al devolvernos esa pregunta.

Esa pregunta comunista, latente en Evangelion, está presente en la reflexión por el actuar en comunión de Shin Gojira: el triunfo o no de Godzilla depende de la capacidad de Japón (y del mundo) de complementarse y actuar como un gran monstruo gigante. Un momento del filme es clave, cuando los técnicos y políticos a cargo caen en cuenta que han dejado de lado sus diferencias y ahora trabajan “como si fueran uno”, momento después del cual logran frenar la amenaza del monstruo. Así es como Godzilla, una vez más, no es la representación explícita de las bombas nucleares, sino de la posibilidad de la humanidad de dejar de lado la obsesión por la individualidad y superar el miedo a ser una gran sola cosa común.

Nicolás Ried