Avisos Legales
Opinión

¿Ganamos un Oscar?

Por: Jaime Coloma | Publicado: 15.03.2018
¿Ganamos un Oscar? una mujer fantastica oscar |
El Oscar no es ni por asomo nuestro. Es total y absolutamente de los hermanos Larraín, de Sebastián Lelio, de Daniela Vega, de Francisco Reyes y de todos aquellos que técnica, creativa y económicamente creyeron en esta hazaña, y lo nombro así porque hacer algo creativo, generar contenidos y pensar es, en nuestra querida y angosta franja de tierra algo difícil, peligroso y aventurero.

Han pasado ya dos semanas y como suele ocurrir en el mundo contemporáneo los hechos se suceden y lo que fue noticia ayer hoy es olvido, sin embargo, la premiación de los Oscar de la Academia no ha dejado de tener sus coletazos de índole político cultural, la entrega de estos mediáticos e importantes premios cinematográficos da para más, para mucho más. Da para reflexionar como se constituyen los discursos nacionales, como los medios tratan y ponen la noticia en primera plana para luego olvidarla y como un acto artístico con una consigna clara establece discusión y posibilidad de profundizar en torno a temas que en general un porcentaje de la población nacional ha preferido ocultar bajo la alfombra. De hecho la cinta, de alguna manera, ha emplazado al gobierno entrante en tanto éste niega y ridiculiza las temáticas asociadas a una posible y necesaria ley de identidad de género, a considerar y pensar sobre el tema, ha develado la intolerancia de un porcentaje no menor de la ciudadanía y ha mostrado lo timorato e incultos que somos respecto a ciertos temas que nos hacen ruido e incomodan. Quizás por lo mismo se da con tanta naturalidad la alegría frente a un triunfo deportivo y la dificultad de aceptar que el arte, así como la ciencia y todo lo que implique pensamiento puede generar cambios profundos y sustanciales en la conformación sociocultural de un país, quizás por lo mismo la prensa y los medios alineados con estructuras más conservadoras de pensamiento no da cabida ni espacio real a instancias de análisis algo más profundos que establezcan juicio crítico, limitándose a la idea de que Chile ganó un premio relevante a nivel mundial en una instancia que además está teñida de glamour y consumo pero que tiene detrás de eso un pensamiento crítico profundo, cuestionador y denunciante, por lo mismo cabe preguntarse: ¿Los chilenos hicimos o hemos hecho algo para decir que ganamos un Oscar?

Vamos por parte: Chile, desde que abrazó cariñosamente y sin contemplaciones al mundo capitalista creando del centro comercial y el consumo una institución casi religiosa, es un país que desprecia y ningunea cualquier manifestación cultural y artística categorizándola de aburrida, latera o grave (no hablo de todos los chilenos sino más bien de un aroma a opinión pública y discurso mediático, ya que, como decía un prócer del teatro nacional, si no aparece en ninguna parte no existe, pero existe, afortunadamente existe). El cine en Chile cuesta hacerlo, cuesta plata, cuesta imponerse, cuesta trabajo creativo y cuesta desarrollarse como industria, en Chile cuesta la cultura, la creatividad, la ciencia, el arte, el relato profundo, el análisis y, ya que estamos en ésta, cuesta la reflexión filosófica, por lo mismo que la efervescencia provocada por el triunfo en la novena entrega de los Oscar me cuesta aceptarla sin mediar una mirada crítica al respecto.

Plantear una temática como la expuesta en la película de Sebastián Lelio, teniendo a una protagonista transgénero y hablar de una historia de amor que trasciende la orientación sexual y la brecha generacional es en sí un acto revolucionario y valiente que nos obliga como sociedad a tratar de abrir nuestra mente a entender algo para lo que evidentemente parece no estamos, de buenas a primeras, capacitados.

Una mujer fantástica rompe los discursos binarios y biologicistas clásicos, desarrolla una mirada empática con un segmento de la población que ha sido históricamente invisibilizado y para colmo de rupturismo lo naturaliza y pone un foco discursivo muy rupturista respecto a la idea que tenemos de amor donde, como decía en párrafos anteriores, un hombre heterosexual, tradicional, con ex mujeres e hijos puede enamorarse de una mujer trans, si de una mujer cuya genitalidad no sea la que biológicamente establecemos como propia del sexo femenino, saben por qué, porque la Identidad de género se da en la cabeza no en los genitales y se establece por situaciones naturales que despatologizan esto. Todo eso se puede leer en diversas capas de entendimiento en la cinta de Lelio, todo eso y posiblemente muchos más.

Teniendo estos simples puntos en consideración, se dan cuenta que el Oscar no es ni por asomo nuestro. Es total y absolutamente de los hermanos Larraín, de Sebastián Lelio, de Daniela Vega, de Francisco Reyes y de todos aquellos que técnica, creativa y económicamente creyeron en esta hazaña, y lo nombro así porque hacer algo creativo, generar contenidos y pensar es, en nuestra querida y angosta franja de tierra algo difícil, peligroso y aventurero.

Agradezcamos que estas personas del séptimo arte nos presentaron ante el mundo y nos dieron a conocer un poco más en el orbe, agradezcamos que nos permiten ver lo pequeños que somos en algunos temas y por sobre todo agradezcamos así como también a tantos otros artistas, científicos y pensadores poder integrar un poco más la idea de que si se puede, que hay que esforzarse pero si se puede.

Jaime Coloma