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Los 4 momentos en que Chile se comprometió a negociar una salida al mar para Bolivia

Por: Francisco Parra | Publicado: 20.03.2018
Los 4 momentos en que Chile se comprometió a negociar una salida al mar para Bolivia mar-para-bolivia |
Desde los propios firmantes del tratado de 1904 hasta los últimos gobiernos de Bachelet y Morales. Han pasado más de cien años y Chile se ha ofrecido en más de una ocasión a negociar una salida soberana al Océano Pacífico para Bolivia.

El juicio entre Chile y Bolivia en la Corte Internacional de Justicia de La Haya se ha tomado la agenda, con las respectivas alegaciones de cada parte respecto a la demanda interpuesta por el país altiplánico.

Vale aclarar que la demanda no aborda el derecho de Bolivia a tener una salida soberana al mar. Lo que hace es que La Haya inste a Chile a sentarse a negociar una salida al Océano Pacífico, tal como lo ha comprometido durante varios años y distintos gobiernos.

La base de la demanda boliviana es clara en citar las distintas oportunidades en que Chile reconoció conversaciones por una salida soberana al Pacífico. Todas dan cuenta de una voluntad -por lo menos inicial- del país para solucionar el conflicto.

1. El reconocimiento de quien firmó el tratado de 1904

El tratado de Paz y Amistad de 1904 ha sido y será citado por parte de Chile, a raíz de que ese texto contiene las actuales delimitaciones fronterizas entre ambos países.

15 años después, Emilio Bello Codesido, el canciller que estampó su firma en el tratado de 1904, reconoció la legítima aspiración de Bolivia de salir al Pacífico.

Esto fue a raíz de una presentación realizada por el país ante la entonces Liga de las Naciones. Esto motivo la respuesta de Bello, en ese entonces diplomático en La Paz, quien le expresó al canciller boliviano Carlos Gutiérrez la voluntad del gobierno de Chile de procurarle una salida soberana al mar. El texto de Bello dice específicamente que la salida puede darse «independiente del Tratado de Paz» y apuesta a ceder una zona en el norte de Arica.

Esto fue abordado en manera más oficial en septiembre de 1921 en la propia Liga de las Naciones, cuando Agustín Edwards, jefe de la delegación chilena en la instancia, declaró en la asamblea que «Chile nunca ha cerrado las puertas a Bolivia» y que él mismo está «en posición de asegurar que nada nos gustaría más que sentarnos y discutir los mejores términos para facilitar» la demanda boliviana.

Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Bolivia de 1904

2. Notas de 1950: Corredor en Arica

En la década de los ’40 se inició un nuevo ciclo político en Chile con la llegada al poder de Gabriel González Videla. 

Bolivia estaba expectante y decidió volver a poner la salida soberana al mar sobre la mesa. Según el ministro de Relaciones Exteriores boliviano Aniceto Solares y el embajador en Santiago, Ostria Gutiérrez, González Videla manifestó su voluntad para alcanzar una solución.

Entonces comenzaron una serie de notas diplomáticas entre ambos países para abordar el tema.

Es la nota número 9, de fecha del 20 de junio de 1950. La Cancillería, dirigida entonces por Horacio Walker Larraín, manifestó que el gobierno de Chile, «animado de un espíritu de fraternal amistad hacia Bolivia, está llano a entrar formalmente en una negociación directa destinada a buscar la fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al Océano Pacífico, y a Chile obtener las compensaciones que no tengan carácter territorial y que consulten efectivamente sus intereses».

Una vez más, la alternativa sugerida fue un corredor al norte de Arica, esta vez de unos 10 kilómetros de ancho. A cambio, Chile podría utilizar las aguas del Titicaca, del río Desaguadero y del lago Poopó con fines de generar energía hidroeléctrica para las provincias de Tarapacá y Antofagasta, según consta Luis Rosales Lozada en La importancia del lago Titicaca en las relaciones peruano-bolivianas.

La negociación quedaría en nada al poco tiempo. En Chile asumió como presidente el general Carlos Ibañez del Campo, quien la rechazó de plano. Mientras que en Bolivia los sectores de oposición también criticaron que se negociara en dichos términos.

En el siguiente gobierno, de Jorge Alessandri, el entonces embajador de Chile en La Paz, Manuel Trecco, reconoció los acuerdos iniciales de 1950 y manifestó que «Chile ha estado siempre llano, junto con resguardar la situación de derecho establecida en el Tratado de Paz de 1904, a estudiar, en gestiones directas con Bolivia, la posibilidad de satisfacer las aspiraciones de ésta y los intereses de Chile».

Años después, Eduardo Frei Montalva retomó la posibilidad de un acuerdo que desarrolle energía entre ambos países. En tanto, Salvador Allende manifestó su voluntad política para darle salida al mar, cuestión que quedaría en nada en medio de los conflictos internos que tuvo que enfrentar.

3. Declaración de Charaña

Chile y Bolivia vivieron sendos golpes de Estado en los ’70 por parte de los generales Augusto Pinochet y Hugo Bánzer. Sorpresivamente, durante ambas dictaduras es cuando se estuvo más cerca de lograr un acuerdo que dé salida marítima a Bolivia.

Fue el 8 de febrero de 1975 en la zona fronteriza de Charaña. Pinochet y Bánzer se reunieron a firmar el «Acta de Charaña», donde Chile accedió a dar una franja de tierra ubicado entre Arica y la frontera peruana como una medida de compensación por la histórica demanda boliviana. En contraparte, Bolivia debía entregar a Chile con un territorio de superficie equivalente.

Corredor al norte de Arica propuesta como solución al conflicto marítimo

El problema vino del nunca mencionado tercer actor en este lío: Perú.

Dado el Tratado de Lima de 1929, Chile debía consultar a Perú por la concesión de terrenos a terceros en la zona de Tarapacá, cuestión que el también dictador Francisco Morales Bermúdez rechazó de plano. En respuesta, propuso que los tres países administraran el puerto de Arica y el mar frente a la ciudad.

La solicitud fue rechazada por Pinochet y consecuentemente Banzer rompió relaciones con Chile en 1978.

Años después, en 1987, Bolivia, entonces presidida por Víctor Paz Estenssoro, intentó volver a lo propuesto por Pinochet hace más de una década, en lo que se conoció como el «Enfoque Fresco». Sin embargo, ya en el fin de la dictadura militar, Chile rechazó de plano cualquier negociación.

Los dictadores Augusto Pinochet y Hugo Bánzer al firmar el Acuerdo de Charaña de 1975

4. Los 13 puntos y la «desafortunada» frase de Moreno

Si bien se realizaron conversaciones informales durante los gobiernos de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Hugo Bánzer -entonces electo democráticamente-, en la llamada «Agenda sin exclusiones», los pasos concretos hacia un acuerdo sería recién a partir del 2007, con Michelle Bachelet y Evo Morales en las presidencias de Chile y Bolivia.

Ambos países avanzaron en importantes acuerdos de la llamada «Agenda de 13 puntos», que incluía el pendiente tema marítimo. El tema, sin embargo demoró en concretarse. Según consta en el libro La política exterior de Chile hacia Bolivia 1990-2009 de Loreto Correa, «la posición de la presidenta Bachelet, muy proactiva durante los dos primeros años de su administración, tendió hacia la cautela y, finalmente, a la proposición del diálogo al finalizar su mandato».

Hace unos años, quien fuera el cónsul chileno en La Paz durante el gobierno de Bachelet, Jorge Canelas, reconoció que efectivamente se realizó una negociación secreta para un enclave en Tarapacá. “Fue una negociación extremadamente secreta, muy reducida y muy poco compartida con las personas que debieran estar en conocimiento de las líneas básicas de una negociación de este tipo”, afirmó al medio boliviano El Deber.

El tema es que esto nunca se concretó y vino el cambio de gobierno en Chile. Así, irrumpieron en escena Sebastián Piñera y el empresario Alfredo Moreno -hoy ministro de Desarrollo Social-, quien fue nombrado como Canciller y con ello, representante oficial del Estado de Chile en el exterior.

Chile y Bolivia continuaron con los 13 puntos, heredados de la administración de Bachelet. Incluso, el 14 de julio de 2010, el subsecretario de Relaciones Exteriores del gobierno chileno, Fernando Schmidt, declaró que estaban dispuestos a «analizar la demanda marítima boliviana con propuestas factibles, concretas y útiles, en un clima de respeto, sin ningún tipo de prejuicio».

Entonces, el gobierno de Evo Morales presionó para llegar a un acuerdo, instando al gobierno chileno que ofreciera una propuesta. La respuesta del entonces canciller Moreno fue clara: «Chile no tiene temas fronterizos pendientes con Bolivia, ya que fueron acordados en el tratado de Paz de 1904».

La negación directa por parte de Chile de la aspiración boliviana fue la gota que rebalsó el vaso y motivó la demanda marítima ante la Corte Internacional de La Haya.

Bonus Track: La presión internacional

Si bien no se trata de promesas oficiales entregadas por autoridades chilenas, el mundo no ha permanecido independiente en la centenaria demanda marítima boliviana.

En 1979, cuando se cumplían 100 años de la Guerra del Pacífico, la Organización de Estados Americanos (OEA) sesionó en La Paz y resolvió -sin el voto chileno- instar a ambos Estados a lograr una solución.

La resolución AG 426 recomienda «encontrar una solución equitativa por la cual Bolivia obtenga acceso soberano y útil al océano Pacífico (…) tales negociaciones deberán tener en cuenta los derechos e intereses de las partes involucradas y podrían considerar, entre otros elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado y, asimismo, tener en cuenta el planteamiento boliviano de no incluir compensaciones territoriales».

10 años después -en 1989- la misma Asamblea General de la OEA, en su resolución 989, aprobó «reafirmar la importancia que tiene la solución del problema marítimo de Bolivia sobre bases que consulten recíprocas conveniencias y los derechos e intereses de las partes involucradas, para un mejor entendimiento, solidaridad e integración del hemisferio».

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