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Opinión

Los márgenes de la ayuda sanitaria en un escenario de control social de los cuerpos de locos y locas

Por: Sergio Martínez Gutiérrez | Publicado: 20.04.2018
La psiquiatría puso en condición de interdicción a una persona, explicó sus comportamientos mediante una pretensión, diagnosticó con muy poca precisión; y no necesariamente por temas de capacitación o formación de especialidad, sentenció de por vida con el rotulo de “enfermo mental” a José Vergara.

Es increíble, la cantidad de situaciones que ocurren cotidianamente, donde las vulneraciones de nuestros derechos se hacen a vista y paciencia de todos y nadie hace nada.

Lo que ocurrió con José Vergara está en este orden, un joven pobre de la comuna de Alto Hospicio, consumidor de drogas, que posee una enfermedad mental aparentemente esquizofrenia, que en ocasiones a decir de la madrastra, se ponía agresivo, y que deambulaba por las calles.

Este razonamiento, define a lo menos de dos formas la relación que la cuadrilla de carabinero tendría con José Vergara, una en relación al cuidado de la población que está en riesgo producto de un sujeto “peligroso” y lo segundo, control sobre “los cuerpos de los locos”, que atentan con el orden social. Esta idea se sustenta, en que el sujeto no tiene control sobre si mismo, principio inequívoco de locura, y por lo tanto, debe de ser controlado, “contenido”, reducido por la policía en nombre de la psiquiatría y en pos de un orden social.

La psiquiatría puso en condición de interdicción a una persona, explicó sus comportamientos mediante una pretensión, diagnosticó con muy poca precisión; y no necesariamente por temas de capacitación o formación de especialidad, sentenció de por vida con el rotulo de “enfermo mental” a José Vergara. Una psiquiatría por lo demás que te dice que estas enfermo, pero no te atiende, te receta medicamentos, pero no te los proporciona, etc. etc..

El poder psiquiátrico; fundamento de lo judicial, esgrimió en el acto, mediante informes, mediante el relato de la familia, de los vecinos, de su mismo equipo tratante, etc., “la gravedad del cuadro” y por lo tanto, fundamentó el despliegue de todas las posibilidades de “ayuda” que el Estado tiene para “estos casos”. Esta forma de mirar lo anormal, fue el principio rector del accionar de la cuadrilla de carabineros (tomarlo y llevarlo fuera del área urbana y abandonarlo en la pampa) fue la concreción estigmatizada de lo que se debe de hacer en estos casos (“un machetazo y dos cortos”) y el rol implícito que se le asigna. Son los carabineros desde esta perspectiva, el instrumento que la sociedad en su conjunto se ha dado para controlar y protegerse de todo lo peligroso, y “el loco” está en esa condición.

Una de las razones que de forma implícita pero central definen el veredicto, tiene que ver con el tratado de la locura, lo peligroso y las acciones de rehabilitación, esa visión hegemónica de la psiquiatría (que además es asumida por la familia que llama a carabineros) ya había sentenciado (tal vez sin darse cuenta) la conducta de José y por lo tanto, la condición de ser sujeto de control sanitario (psiquiátrico) y de sanción (control policial), esto a nuestro entender, es lo que permitió que frente a nuestros ojos, el Estado a través de sus aparatos policiales, hiciera lo que hizo y dejara libres a los carabineros y deambulando como anima, a José Vergara.

Sergio Martínez Gutiérrez