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La leyenda del «Piojo» Salinas y la guitarra maldita que le regaló Fidel Castro

Por: El Desconcierto | Publicado: 27.04.2018
La leyenda del «Piojo» Salinas y la guitarra maldita que le regaló Fidel Castro | Benedicto «El Piojo» Salinas
Unos meses antes del Golpe de Estado, un grupo de artistas chilenos viajó a Cuba para recorrer la isla cantando. Al regreso, el más pícaro payador del folclor nacional, Benedicto «Piojo» Salinas, trajo consigo una guitarra que el comandante y líder de la revolución cubana, Fidel Castro, le regaló. El instrumento y su historia, producto de las circunstancias, se transformaron en una leyenda sazonada por el boca a boca: decían que estaba maldita, que sonaba como arpa de ángeles, o que simplemente nunca existió. Aquí están las huellas que dejaron el Piojo y su guitarra.

-Yo creo que si la hubiese tenido, varios nos habríamos enterado. ¿Cómo es que nunca supimos?
-Si es verdad, a mí me contó la historia –dijo Iván Vidal, presidente del Sindicato de Folkloristas.
-¿Y por qué nunca nos dijo?

Antes de contestar, se hizo un silencio corto en la mesa donde la directiva del Sindicato almorzaba ese miércoles de enero, en uno de los rincones de la Plaza de Armas.

Y siguieron:

-Porque era peligroso.

Los comensales buscaban aclarar un mito del folklor nacional: contaban que Benedicto “El Piojo” Salinas, uno de los más pícaros y reconocidos payadores en la escena del folklor nacional, había recibido de manos del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, una guitarra. Fue el segundo regalo de Castro al país, después del fusil que le entregó a Salvador Allende cuando visitó Chile, meses antes del golpe de Estado. Luego, el tiempo y el boca a boca sazonaron la historia: decían que era una guitarra que se hacía solo una vez al año; que fue hecha por los mejores luthiers de la isla; que sonaba como si los ángeles estuviesen adentro; decían que el Piojo la perdió hace años, cuando quiso cambiarla por cañitas de vino blanco con manzanilla; o que esa historia del vino era mentira, porque se le quedó arriba de un taxi al que se subió como piojo y que después de eso no la vio más.

También decían que estaba maldita.

O que simplemente nunca existió y que el Piojo contaba la historia para acortar las noches.

Esa tarde de enero, a Iván Vidal le preguntaron si vio alguna vez la guitarra:

-No, pero sí me contó la historia. Yo fui muy amigo del Piojo po, le organicé el velorio: la única vez que los carabineros fueron delante de él. ¿Sabís quién puede saber más de la guitarra? Las hijas del Piojo.

* * *

Por entonces, los mejores cantores y payadores pasaban por el escenario de la Peña Chile Río y Canta. Era fines de los años ’60, y Salinas empezaba a darle forma a su carrera de payador. El músico y actor Pedro Yáñez lo resumió así en una biografía del Piojo Salinas en la web musicapopular.cl: “Fuimos cantores de la Peña a partir del año ’69. De repente hacíamos payas, pero todavía no teníamos el nivel para hacerlas arriba del escenario”.

Para esa época el Piojo ya estaba emparejado con Margarita Marín, la mamá de sus hijos Isidro, Víctor y Yorka.

¿Sabían ellos de la guitarra?

-La verdad es que desconozco ese dato. Con mi viejo todo podía ser. ¡Tenía historias así como para un libro gordo! –dijo Yorka Salinas, la mayor-. Puedo preguntar a la familia.

Siendo payador habitual en la Peña Chile Ríe y Canta, Salinas conoció a Marcela Fredes, la mamá de su cuarta hija, María Belén.

-Yo tenía 18 y él 23. Él era casado, pero me dijo que se estaba separando. Nos conocimos a fines de noviembre de 1970 –recordó Marcela -. Como buen folclorista, iba y venía. Nuestra relación de ahí en adelante fue así.

La cultura de la época era en su mayoría de izquierda. Una homogeneidad que no fue al voleo y de la que el Piojo no escapó:

-No había escritor o músico que no fuera militante comunista –contó Julio Alegría, quien entonces hacía de director musical en el conjunto folclórico Aparcóa y que después, con la llegada de Allende a La Moneda, se transformaría en el representante del Partido Comunista en el directorio de la Universidad de Chile-. Hubo un congreso de las Juventudes Comunistas en el que se había decidido como una de las tareas el preparar el camino hacia un gobierno popular. Por lo tanto había que prepararse en cada uno de los terrenos. A los artistas se nos pidió que elaboráramos un contexto latinoamericano. Eso fue el año 1969.

¿Fue por su militancia que el Piojo conoció a Fidel Castro?

Marcela Fredes contó que, como miembro del Partido Comunista, el Piojo fue parte del trabajo cultural en cuanta peña y universidad pudo. La elección de Allende fue también una consagración como uno de los mejores payadores de Chile, mérito suficiente como para compartir con el Comandante durante su visita en 1971.

-Fue una cosa particular, nada así como oficial. Fue prácticamente un carrete, una cosa más pequeña, más íntima, más distendida, porque como Fidel andaba con tanto cuidado, entonces fue una cosa como para que se relajara –dijo Fredes de la vez en que el Piojo conoció a Castro-. Era tan loco: me contó que andaban buscando un cenicero para apagar el puro que estaba fumando Fidel y él le puso la mano. Y Fidel le apagó el cigarro ahí, así que quedó con una quemadura en la palma.

Luego de eso, el Piojo viajó junto al Aparcóa de Julio Alegría a la isla como embajadores culturales, en noviembre de 1972:

-Nosotros íbamos al Festival de la Juventud, en la Alemania Oriental, y justo estaba la posibilidad de pasar por Cuba –recordó Hugo Pirovich, histórico músico del grupo Congreso, que entonces viajó como parte de esa formación de Aparcóa-. Estuvimos más o menos un mes en Cuba.

Los días en la isla se hicieron un relato oral: desde la cancillería cubana explicaron que cualquier registro del viaje previo al Golpe pudo haberse perdido por el cese de relaciones. En la oficina de las Juventudes Comunistas de Cuba tampoco tienen imágenes o documentos de la participación de artistas chilenos antes de la visita de Allende, en 1972.

-Recorrimos la isla tocando en Santiago de Cuba, Camagüey, Pinar del Río, Nuevitas, Guantánamo y La Habana, por supuesto –agregó Pirovich-. Lo primero que pasó cuando tocamos allá en Cuba, en un centro en Varaderos, fue que presentamos nosotros los chilenos para una delegación cubana, y después los cubanos para una delegación chilena. Entonces al final del show, Fidel fue atrás del escenario a saludar y de entrada dijo: “¡Si no es el Piojo Salinas!”.

Parece difícil que no haya registro con esa reacción de Fidel. Pero Juan Francisco Palomo, otro miembro de Aparcóa, contó para la biografía del Piojo: “(durante el viaje) Fue impresionante porque cuando (Fidel Castro) nos vio estaba el Piojo Salinas ahí y le dijo ‘coño, chico, te vi en la Laguna del Inca, allá arriba en la nieve’. Efectivamente él le había cantado en alguna actividad y Fidel se acordaba perfectamente”.

Aparcó a presentaba el “Canto General”, de Neruda. La voz la hacía Mario Lorca, actor y compañero de pieza del Piojo en los días en la isla. ¿Vio cuando Castro le pasó la guitarra?

-Tengo que haberla visto, si compartimos pieza. Pero no fui testigo del acontecimiento cuando se la pasó. Es que el Piojo se robó la película, se llevó muchos homenajes con su rutina. Le ponía picardía, y parece que al cubano le encantó rápido eso. Fue espectacular ver a un cantante chileno así, que fuera tan aplaudido y celebrado –dijo Lorca.

Lo siguiente fue que Aparcóa siguió hacia Alemania, mientras que el Piojo se quedó en Cuba. Cuatro meses, no un año entero, como le había comentado a sus cercanos. Según Marcela Fredes, si volvió fue “porque echaba de menos”.

De vuelta, Salinas traía consigo una guitarra nueva.

-Llegó como al mediodía un día a buscarme a la Corfo, en Agustinas, y me invitó a almorzar. Ahí me mostró la guitarra, porque andaba con ella para todos lados.

Listo. Salinas tenía un regalo de Fidel, quizás el último antes del Golpe: el regreso fue a principios de 1973. Y su resistencia a la dictadura iba a ser por las cuerdas.

* * *

El Piojo Salinas cargaba en su espalda una guitarra hecha en la Cuba de Fidel -y según decía, entregada por el propio líder de la revolución- por las calles del Chile en el que se hacía desaparecer a la izquierda. Sus presentaciones se hicieron itinerantes.

Por otro lado, Marcela Fredes escapaba a Argentina. Y ella de su ex pareja no tendría noticias sino hasta 1980, cuando el Piojo lanzó “Folklore Confidencial”, único registro de su completa autoría.

Seis años después de la producción, el Piojo sintió el Golpe.

-El domingo habíamos celebrado su cumpleaños en mi casa, en Coquimbo. Al otro día él había salido a pasear con su hija Belén y como al mediodía llamó Julio Serey (folclorista). Mi mamá le contestó.

Fue después del cumpleaños 36 de Benedicto Salinas el 30 de junio de 1986.

Cuando llegó del paseo con su hija le contaron.

El Piojo se sentó y lloró.

Habían matado a su pareja de entonces, Margarita Martin; a su cuñada, María Paz Martin; y a su hijo, Isidro Salinas Martin, de 18 años.

La información oficial que entregó Carabineros fue que en la casa de calle Mamiña 150, en La Cisterna, entre la noche del domingo y la madrugada del lunes, tres integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez se habían “suicidado” de manera colectiva al ser sorprendidos en esa “casa de seguridad”: “se encontraron rockets de 90 mm, bombas vietnamitas, cordón detonante, tres morteros, cinco cohetes antitanques LOW, un fusil m-16, 50 kilos de un explosivo llamado anfo, 20 kilos de amongelatina, elementos químicos para la fabricación de bombas caseras, dinamita, literatura extremista, panfletos, banderas y documentación del FPMR, uniformes de combate, envases con esquirlas, miguelitos y pólvora blanca”, según publicó una nota el diario El Mercurio.

No se señaló nada de algún instrumento musical.

El regalo del comandante se lo había llevado al norte.

Después de la noticia, el Piojo consiguió un bus en la carretera y viajó, guitarra en mano, a Santiago de vuelta.

-Fue mucha la pena. Fue terrible porque tuvieron que exhumar los cadáveres varias veces: se estaba probando que no había sido un suicidio, porque es muy extraño que una persona se pegue dos tiros en la cabeza –recordó Marcela.
El informe Rettig reveló que la información oficial del llamado “Caso Mamiña” fue un montaje: las autopsias de los cuerpos mostraron que ninguno tenía pólvora en las manos; además, Margarita e Isidro tenían dos impactos de bala en la cabeza cada uno. “Fueron ejecutados por efectivos de Carabineros, considerando sus muertes violaciones a los derechos humanos de responsabilidad de agentes estatales”, reza en el documento.

Durante los meses que siguieron, el Piojo participó de los trabajos forenses respectivos: fue a ver una y otra vez a su mujer y su hijo muertos.

-Después a él lo sacaron de Chile, lo llevaron a Buenos Aires y de ahí viaja a Holanda. El Partido Comunista fue el que decidió sacarlo –recordó Marcela.

* * *

Era la noche vieja de 1986 cuando el Piojo llegó a Holanda, con su guitarra caribeña. Explicó después, en una entrevista con el diario El Mercurio, en 1995, que su exilio fue porque “me quedé sin trabajo porque se consideró que por el hecho de haber perdido a mi familia me constituía un peligro. Se me cerraron las puertas en todo nivel. Incluso gente que quiso ayudarme no pudo”.

El país nórdico, entonces gobernado por socialistas, sirvió de refugio para los chilenos exiliados. Por esos años, en un centro cultural en Rotterdam la traductora Karim Schoenmaker trabajaba cambiando a lenguaje local la información biográfica de los artistas latinoamericanos que hasta allí llegaban. Entre ellos el Piojo.

-Llegó hecho una ruina, pero yo igual admiré mucho su fuerza, sus ganas de vivir –contó Karim desde Holanda.
“Iba con la sangre caliente por todo el horror que había vivido, el de perder un hijo con todo un porvenir. Vivía encerrado y pasaba tomando. No hacía más que masticar la rabia que llevaba adentro. Sabía que tenía que salir del hoyo porque si me entregaba, les daría la razón a los que habían matado a mi familia. No quise que me exterminaran a mí también”, dijo el Piojo en la misma entrevista de El Mercurio.

Tratando de sobrevivir, Salinas tomó la guitarra que le regaló Castro y comenzó a participar en cuanto evento lo invitaron, llevando no solo su música, sino también las últimas noticias de lo que pasaba en Chile: visitó Noruega, Bélgica, Francia, Inglaterra, Alemania.

En abril de 1987 el Piojo empezó una relación con Karim Schoenmaker. Producto de eso después nació en 1992 su hijo Vicente. Y en febrero de 1994, el Piojo volvió a Chile. “Me hice el propósito de recomenzar mi carrera como artista. Uno piensa que puede vivir sin el aplauso o el halago, pero llega un momento en que te das cuenta que lo necesitas (…) Siempre fui de la idea de que todo lo que a uno le sucede hay que asumirlo. Superé todo gracias a Karim y otros amigos chilenos. El pasado no está olvidado, existe un compromiso interno como persona de asumirlo con su tormento y su tragedia”, contó Salinas en la entrevista citada más arriba. El plan de la época, dice Karim, era que volvieran Vicente y ella con él.

¿Sabía ella de la procedencia de la guitarra, y de su relación con Castro?

-Me contó muchas cosas: de su estadía en Cuba, de su amistad con Fidel, del proyecto cultural del que participó en el tiempo de Allende.

-Entra al alcoholismo el Piojo de una manera muy fuerte cuando vuelve a Chile. Ya para mí se hace difícil también porque viene para acá y se largaba a tomar con todo el mundo. Yo no te digo que no tomaba: yo tomaba igual, pero la cortaba. El Piojo no la cortaba. Después prácticamente dejó de payar. Quedaba en un estado, cuando tomaba, que no se acordaba -contó Mario Cárdenas, amigo puertomontino de Benedicto Salinas, que lo acompañó en sus primeros años de regreso en Chile. ¿Acaso vio él la guitarra que Fidel le regaló?

-Una noche estábamos en su casa y me dice: ‘Esta guitarra vino de Cuba, me la regaló el compañero Fidel’. Me cuenta la historia y sí sé que esa guitarra la hacía un artesano en Cuba y que esa guitarra se hacía una vez al año. No era una guitarra cualquiera. No sé por qué razón, quizás porque le cayó bien a Fidel con sus chistes, que se la regaló.
Otro de sus amigos, contó Cárdenas, fue Roberto Parra León, el histórico guitarrista que acompañó durante toda su carrera a Tito Fernández, “El Temucano”.

-Pasó mucho tiempo y en otra borrachera más, el Piojo viene y le dice a Roberto: ‘Mira, ya es hora de que te entregue la guitarra’. Y se la entrega en un acto solemne donde se curan hasta las patas. Roberto le entrega otra guitarra al Piojo para que no se quede sin nada. Y esa misma noche, curado, el Piojo la pierde. Ahí termina la historia –recordó Cárdenas.

Pero la historia no fue del todo así, porque María Belén, la hija del Salinas con Marcela Fredes, estaba con él cuando la cedió.

-Yo tenía 15 años cuando se la regaló. Fue un día que estaban chupando mi papá y el Roberto Parra en su departamento. El hijo del Roberto tocó una canción argentina, un tango que sale en la película “El tango feroz”. Le dijo que la guitarra tenía que estar bien cuidada, así que se la entregó a él –recordó María Belén-. Sonaba como arpa de ángeles.

Eso fue en 1994. Parra León la tuvo hasta en 2000, cuando murió de un ataque cardiaco.

Ocho años más tarde, el 18 de febrero de 2008, a las 19:00 y con 59 años, Benedicto Salinas murió en el hospital San José producto de una falla hepática crónica descubierta algunas semanas antes.

-Al final la guitarra nunca se la llevó nadie. Quedó ahí, guardada. Por lo menos hasta hace ocho meses, más o menos, que mi mamá sufre un infarto cerebral. Se logra reponer y después, conversando, me dice: ‘Lo que más tenía presente era salir de la crisis. Me prometí a mí misma que una vez saliendo, yo tenía que entregarles las guitarras de tu papá’. Y eran cinco guitarras para cinco hermanos –contó una noche de marzo Luis Parra Fuentes, hijo de Roberto Parra León y Margarita Fuentes, en su casa en La Florida.

Fue casualidad que él recibiera la de Fidel.

* * *

Cineasta de profesión, Luis Parra confirmó que fue su hermano Roberto el que tocó la canción “El Oso”, de Antonio Birabent, frente al Piojo.

Mientras recodaba la historia de la guitarra y cómo llegó hasta él, esa noche de marzo Luis Parra sacaba cuidadosamente una guitarra de un estuche de metal, y contaba los planes que tenía para ella:

-Se llamaba “La guitarra de León”, y era la historia de cómo un cabro chico, mi hijo León, de dos años y medio, tiene una guitarra con la media historia. Pensé en hacer un documental que hiciera el recorrido del instrumento –pero no consiguió financiamiento para hacer la película, contó luego.

Después de haber sacado la guitarra del estuche, Luis mostró el sello gastado por los años en la boca del instrumento: “Industria musical. Consejo nacional de Cultura. Habana – Cuba. Víctor O. Gallardo. Julio de 1972”. Y atrás del clavijero, donde se afinan las cuerdas, una delgada lámina roja de metal con letras sobresalientes señala el nombre del dueño original:

“Piojo Salinas”.

-Se llamaba “La Muda”, porque según mi papá, no se callaba nunca –explicó Belén Salinas.
-Le puso “La Muda” porque el Piojo no sabía tocar más de dos acordes –dijo Iván Vidal, del sindicato de folkloristas.
-Esa guitarra me hace pensar que fue el motivo por el cual mataron a su señora y a su hijo. A la larga, fue como regalarle una pistola a un niño: en algún minuto se le va a disparar, teniendo un origen totalmente distinto. Claro, en el fondo en esta idea de documental sostengo que esta guitarra fue una metralleta que le regaló Fidel, pero que disparó canciones –contó Luis Parra, sosteniendo entre sus manos la guitarra que Fidel Castro le regaló al Piojo Salinas.

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