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Emprendimiento y vulnerabilidad: Mucho más que “tener”

Por: Pedro Hepp Castillo | Publicado: 27.05.2018
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Una medida que podría ayudar a los emprendedores en condiciones informales, es poder mejorar los sistemas de información sobre su Registro Social de Hogares, específicamente transparentar cómo afectan los ingresos al RSH, lo cual permitiría poder hacer algún tipo de planificación informada.

Desde hace algunos años, hemos escuchado como el emprendimiento es utilizado como una herramienta para la superación de la pobreza, sin embargo al focalizar estas herramientas según ingreso, vemos que paradójicamente se perjudica a emprendedores de los sectores más vulnerables. Esto porque el contexto de pobreza es mucho más que la imposibilidad de “tener” algo (relacionada con los ingresos monetarios).

En Chile, actualmente existen cerca de 2.5 millones de trabajadores informales correspondiente al 30% de nuestra fuerza laboral. Esto significa que casi 1 de cada 3 trabajadores chilenos no cuenta con seguridad social (ni AFP ni salud) ni representación legítima (como es el caso de los vendedores ambulantes no organizados).

Además, según la CASEN 2015, la tasa de ocupación en los deciles más vulnerables es considerablemente menor a los con mayores ingreso. Esto podría explicarse por la baja formalización del trabajo en los sectores más vulnerables, sumado a la temporalidad de muchos de estos trabajos.  Su carácter más grave se evidencia al verlo bajo el prisma del género: según la 2ª encuesta nacional sobre mujer y trabajo en Chile (2012) cerca del 63% de las mujeres declara que quiere, pero no puede integrarse al mercado laboral por tener que cuidar a algún familiar o por quehaceres del hogar.

Para paliar la condición de vulnerabilidad enfocada en el ingreso, es que instituciones como FOSIS ofrecen programas de emprendimiento y acompañamiento para personas con negocios en condiciones informales, esperando que al crecer puedan revertir esta condición. Sin embargo estos programas tienen una cobertura muy baja (menos del 2% de su población objetivo para los años 2015 y 2016).

Y a pesar de que Chile cuenta con herramientas de tributación simplificada para pequeños negocios,  tanto para el impuesto a la renta como para el IVA, éstas resultan inútiles si no hay un énfasis en el escenario previo a su utilización o si se prefiere, al “salto” (de pasar de la informalidad a la formalidad) y lo que éste implica.

Algunos economistas, al hablar sobre estos temas, plantean que hay que generar política pública que genere incentivos para formalizarse, como disminuir costos de conformación. Suena simple, ¿no? Que haya menos costos para entrar al “mercado formal”. Pero ¿qué pasa si ese “costo” (o riesgo) significa perder la condición de subsidio que es el único ingreso fijo familiar? ¿O que un hijo pierda la gratuidad?

Actualmente las políticas públicas de emprendimiento han sido pensadas para un sector de emprendedores que tiene la capacidad de correr riesgos, que incluso podrían parecer básicos, pero que en otros contextos significa el riesgo de perder la causalidad de subsidio, que muchas veces es el ingreso más importante para cubrir necesidades básicas o que cubre gastos importantes como lo es la gratuidad universitaria.

Lamentablemente el panorama nacional hace que cualquier persona que reciba algún tipo de subsidio/pensión o quiera postular a uno, ve perjudicado su “Registro Social de Hogares” (RSH) si registra cualquier tipo de ingreso a través del SII (que haya formalizado su negocio, por ejemplo). Insisto, cualquier tipo de ingreso.

Para graficar: Una persona tiene un negocio de venta de tortillas y cuenta con diferentes subsidios para poder pagar diferentes necesidades (como pensión de invalidez, pensión básica solidaria, gratuidad universitaria u otro). Un día un cliente le dice que podría comprarle más si emite boletas, por lo que se formaliza. El SII registra sus ingresos que van directamente a su Registro Social de Hogares, corriendo el riesgo de perder los subsidios y beneficios actuales. Este escenario puede ser peor si el comprador decide no hacerlo más, quedando con deuda y sin subsidio (al menos hasta que actualice su RSH). Todo esto la persona lo realiza con un nivel de información mínimo e intentando comprender el lenguaje complejo que utiliza el SII, los contadores y abogados, lo cual dificulta mucho la toma de decisiones.

A pesar de que se ha hablado netamente de dinero, es importante recordar que la pobreza no es una condición ligada únicamente al ingreso, sino que responde a un contexto, por lo que se debe abordar desde diversas aristas, como son por ejemplo las condiciones que se deben dar para que las mujeres puedan ingresar al mercado laboral dependiente, o puedan desarrollar una actividad independiente con ciertas garantías de bienestar.

Según el informe “Umbrales sociales para Chile 2017” de la Fundación para la Superación de la Pobreza, una de las propuestas que nace del trabajo con líderes sociales de 88 comunas a lo largo del país es justamente disminuir la centralidad del ingreso en el algoritmo de calificación del RSH. Es así como por ejemplo se estaría dando una cierta holgura a la hora de formalizar una actividad económica sin necesidad de que esto perjudique el RSH y por ende la solvencia económica o continuidad de estudios de un grupo familiar.

Programas como el Yo Emprendo de FOSIS han demostrado su valor, sin embargo se debe reforzar el encadenamiento de sus programas (del más básico al más avanzado) para que los emprendedores tengan una continuidad en su desarrollo; ampliar su cobertura y poner especial énfasis en las empresas licitadas que ejecutan estos programas y así ofrecer calidad similar a lo largo del país, asegurando la correcta formación hacia la mejora en las condiciones de ingreso.

Una primera medida que podría ayudar a los emprendedores en condiciones informales, es poder mejorar los sistemas de información sobre su Registro Social de Hogares, específicamente transparentar cómo afectan los ingresos al RSH, lo cual permitiría poder hacer algún tipo de planificación informada.

Por otro lado, si se analiza el caso de los vendedores ambulantes y su constante conflicto con sus respectivas municipalidades, es cuando la economía social toma sentido, pues a través de la conformación de asociaciones gremiales o cooperativas pueden generarse espacios de representación (para tener mejor capacidad de negociación con autoridades) y disminuyen otros factores de riesgo al establecer redes de apoyo y trabajo mancomunado.

Sin duda esto es un desafío de muchas aristas y Chile al menos ha avanzado en cambiar su visión de pobreza solo por ingreso a una visión multidimensional, y por lo tanto no es de extrañar que en este cambio de visión y su implementación deban surgir ajustes a los programas, para que como sociedad podamos dejar de ver la pobreza como una condición ligada a “tener” y avancemos hacia un bienestar más integral.

Pedro Hepp Castillo