James Hamilton: «Las leyes deben incorporar como individuos de igual dignidad al niño y a la mujer»

Intensa fue esta nueva edición del programa «Llegó Tu Hora», de TVN, que contó con James Hamilton como invitado. Víctima y denunciante de los abusos del sacerdote Fernando Karadima, el médico expresó duras críticas hacia la jerarquía eclesiástica.

A juicio de Hamilton, uno de los principales problemas de la Iglesia es la mujer. «El rol de la mujer en la Iglesia es un rol de esclavas», dijo, agregando a manera de ejemplo que «cuando Cristo muere, hay dos mujeres junto a él; el resto ‘apretó cachete’, como ratas.»

Para el médico, algo que no puede dejar de pasar, a consecuencia del caso Karadima, es la reestructuración de las leyes chilenas. «No me importa nada lo que pase en el Vaticano. Me importa lo que pase acá», sostuvo, recordando que situaciones de violencia hacia niños o mujeres que hace 50 años no eran consideradas delito, hoy sí lo son. «Los legisladores deben salir de su enmohecimiento», manifestó.

Hamilton ahondó en el tema legal señalando que «a lo mejor los abogados me van a odiar, pero creo que la imprescriptibilidad debe favorecer a la víctima, no al agresor (…) Mientras más tiempo pasa, mejor es el testimonio del afectado, por eso en muchos países se apunta a la imprescriptibilidad de estos delitos». Insistió en la necesidad de reevaluar todas las leyes «especialmente en dos ámbitos: los niños y la mujer. Cambiar todo, incorporando como individuos de igual dignidad al niño y a la mujer», subrayó.

Acerca de la decisión de los obispos de poner su cargo a disposición, Hamilton fue tajante en decir que «se tienen que ir todos y los que siguen detrás (…) Los obispos amparan una red de pedofilia. Eso no tiene solución con ningún perdón ni acto, esta gente debiera ir a la cárcel, debieran ser perseguidos legalmente como cualquier persona que está en una asociación ilícita».

«No creo en un arrepentimiento real de los obispos», agregó. » Pero curiosamente siento que el Papa Francisco sí fue sincero».

Consultado respecto a sus creencias religiosas, el médico afirmó: «No soy católico. No creo en el dios de las religiones». En lugar de eso, añadió, «soy un enamorado de la vida, de todo lo que está».

«El cerebro se nutre con el afecto, los niños crecen en el afecto, en el amor, en la contención… Nuestra religión debería ser la del explorador, la de enamorarse del mundo, de todo lo que no conocemos… ¿Por qué ponerle el nombre de Dios a lo que no conocemos? No debemos funcionar por la culpa o el temor», sentenció.