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Opinión

La Continuidad de los Parques

Por: Patricia Mix Jiménez | Publicado: 28.06.2018
La Continuidad de los Parques pcdv-3 |
¿Cómo damos continuidad a los parques, para hacerlos sustentables y para sacarlos del estado de campo de batalla en el que se encuentran hoy?, ¿cómo pueden contribuir a generar comunidad, en lugar de seguir rompiendo vínculos?, ¿qué queremos que ocurra en ellos y cómo?

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandoné por un trabajo que tenía que hacer, volví a abrirla cuando iba en la micro hacía el Quintil.

Podría partir así esta historia, como el cuento del mismo nombre escrito por Cortázar, y terminar igual de mal: haciendo la lectura de lo que nos está pasando, mientras nos está pasando, como el protagonista del cuento.

Cada cual, póngase en el lugar del personaje que quiera y cámbiese cuantas veces quiera, tanto los que están en la trama, o aquellos que no están porque convenientemente “así tenía que ser”, como dice el mismo cuento. En eso consiste creo yo, la magia de la literatura, para eso está bueno desarrollar comprensión lectora, para ser capaz de ponerte en el lugar del otro/a, para querer saber lo que pasa y actuar en consecuencia.

Sin embargo, no es por la trama del cuento por lo que me he servido del relato del escritor argentino, si no por su título: “La continuidad de los parques”. Por este que podría ser el título de la historia de estos días en Valparaíso con la crisis del Parque Cultural, la disputa por la tenencia del Parque Quintil y otros que podrán tener menos polémica, pero no por eso menos conflicto habiéndolos de tantos y de tantos tipos.

Finalmente ese es el tema ciudadano: ¿cómo damos continuidad a los parques, para hacerlos sustentables y para sacarlos del estado de campo de batalla en el que se encuentran hoy?, ¿cómo pueden contribuir a generar comunidad, en lugar de seguir rompiendo vínculos?, ¿qué queremos que ocurra en ellos y cómo?

Lo que ocurre en el Parque Cultural de Valparaíso es lamentable. He estado cerca en varios momentos y por más de una razón y desde ahí es desde donde miro y cuento lo que veo: por error, por omisión, por descuido, por ceguera, por desidia, la crisis se fue ahondando y muchos podrán ser los responsables: entre ellos ciertamente gobiernos y decisiones políticas que no respetaron un proceso, entidades públicas y un directorio que no fiscalizó lo suficiente, trabajadores que, descalificándose mutuamente como práctica habitual y preocupados de sus particularidades, no fueron capaces de conformar el equipo de trabajo que este proyecto requería para su impulso. Responsables también las direcciones, que en el mejor de los casos, cometieron errores. La lista sigue y todos los días puede leerse al respecto en la prensa y en las redes sociales comentarios de los más ácidos y acusaciones de las más bajas e impropias, como la lamentable carta de mi ex vecino Marcelo Mellado en este medio.

Me extraña que entre tanta “bala loca”, nadie “apunte” a quién, no sólo es responsable, sino culpable de lo ocurrido pues tenía a cargo la administración directa de los recursos desde el inicio mismo de la gestión del PCDV. Contratado para esos fines, con alto cargo, altísimo sueldo y con operaciones muy cuestionadas realizadas por él. Sin embargo, aquel no aparece por ninguna parte. ¿Por qué?, ¿Cuál es el afán de buscar no donde se perdió, si no donde es más fácil ver? Que mala práctica esa que tenemos como país, como nos cuesta sincerar intenciones.

Pero por lo pronto, no es el PCDV, o ex Cárcel lo que me convoca en lo inmediato, sino el Parque El Quintil, lugar donde he estado colaborando de manera voluntaria, desde hace casi un año, con la convicción que debe ser un parque de uso público, después de 20 años cerrado al público, convertido en bodega, botadero municipal, estacionamiento de camiones y en un sector oficinas de emergencia y parques y jardines.

Que lo necesitamos como ciudad es seguro, que hay que sacarlo de las sombras y ponerlo a disposición de la comunidad, a resguardo del riesgo que siga vendiéndolo a pedazos, (como ha sido hasta ahora en las anteriores administraciones municipales), ese es y ha sido el fin de las acciones para el mediano y largo plazo. Cuidarlo y abrirlo, gestionarlo y mejorarlo es el  propósito de quienes hemos estado trabajando en la comunidad del Parque, y gracias a ese trabajo es que hoy existe una comunidad que lo utiliza, lo defiende y lo cuida, como quedó demostrado el recién pasado sábado 23, en donde cientos de personas de todas las edades participaron activamente de la apertura del acceso peatonal del Parque. Esto que debería ser para todos y todas un motivo de celebración, es para algunos motivo de conflicto y disputa, como si la participación y la iniciativa ciudadana fuera un problema.

El inicio del cuento: La fundación Reciclo presentó un proyecto de Innovación Social al GORE de Valparaíso. Este proyecto contó con el apoyo de la Universidad Santa María (pues el fondo pedía respaldo técnico de una universidad) y fue ésta última quien solicitó, para los fines del proyecto,  el permiso de uso del espacio. El municipio aceptó, comprometiendo su apoyo institucional al proceso que contemplaba recuperar la casa y su entorno, además de una habilitación que la convertiría en un parque de uso comunitario destinado a la educación y prácticas colaborativas medioambientales, culturales y sociales. El proyecto contemplaba también que una vez concluidos los trabajos, habría un proceso de apertura a través de actividades y la generación de una nueva organización comunitaria sin fines de lucro, que resguarda y diera continuidad a lo realizado mediante una gestión para la cual se solicitaría al municipio el comodato. Por eso, llegado el momento, se presentó el proyecto ante el concejo municipal que lo celebró hasta con aplausos.

Por eso, con posterioridad se realizó una reunión con el alcalde donde se llegó a algunos acuerdos y se generó una comisión bipartita con gabinete, para afinar los términos del modelo de administración, dado que todos y cada uno de esos acuerdos se habían cumplido. Sin embargo, el municipio, que en un principio se mostró dispuesto y colaborador, de pronto cambió de opinión, de trato y fue desconociendo acuerdos lo que fue generando una crisis. En esto también han tenido que ver quienes desde otras veredas, sin disposición de diálogo ni querer comprender el proceso que se está dando, han insistido descalificar lo que en el Quintil está ocurriendo. Y esto que era un proceso para construir el camino para fortalecer el destino de un parque comunitario, se redujo a la disputa primero por la casa restaurada para instalar oficinas de emergencias y luego agudizando la crisis hasta llegar ahora al absurdo del reclamo por la devolución de las llaves.

Mucho se ha distorsionado con la información “facilitada” por detractores en las redes sociales que ingresan como gotas de veneno directo a la vena, con reacción inmediata, sin posibilidad de pensarlo dos veces y la bola se va engrosando de “me gusta”, de “compartir” la mala onda, para  hacerla viral e infectar el sistema, sumando otro desequilibrio a todos los que hay, e inventando un problema con el que podemos perder todos.

Por si alguien tiene duda: otorgar el comodato a una Corporación no es privatización, como se ha insistido en afirmar. Es dejar que la ciudadanía sea parte de una gestión eficiente, (como lo ha demostrado), en un espacio que rescató desde el abandono. Tal como ha ocurrido con otras experiencias como el Parque Violeta Parra, la Carpa azul y otras entidades de la sociedad civil que han recibido comodatos desde entidades públicas. En esos casos, nadie ha dicho que sea una privatización. ¿Por qué ahora y en esto sí?

Es de esperar que la comisión mixta aprobada por el concejo el miércoles recién pasado, pueda generar condiciones de acercamiento y comprensión de este proceso, para que el conflicto se transforme en desafío y exista la voluntad política de las autoridades y la ciudadanía de convertir esta crisis en una oportunidad,  de sostener en conjunto un parque comunitario. De este modo, no terminar todos nosotros, como deja Cortázar al protagonista del cuento: sentadas/os, rígidos en nuestras posiciones, “en un sillón de terciopelo verde de alto respaldo -sin hacer nada- sabiendo que viene entrando un traidor con un puñal latiendo en la mano, a clavarse en su espalda.  Partamos por reconocer el trabajo desarrollado en el Parque El Quintil, gracias  a lo cual ha salido -por fin-a la luz pública.

Patricia Mix Jiménez