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La Alcaldía Ciudadana y los Pueblos Originarios: Municipalizar el convenio 169 es una necesidad

Por: Andrés Carvajal | Publicado: 29.06.2018
La Alcaldía Ciudadana y los Pueblos Originarios: Municipalizar el convenio 169 es una necesidad alcaldia pueblos originarios |
Izar las banderas de los Pueblos es reconocer la plurinacionalidad real y existente, reconstruir las relaciones entre pueblos, imaginar, hay todo un nuevo año para ello, un territorio, una ciudad, una comuna dónde pueblos y personas y comunidades viven mejor, más felices y más autonomas.

Esta narración se desarrolla en el marco de una experiencia inédita para una naciente articulación político-social llamada Frente Amplio: El Gobierno Local.

Establecida la Alcaldía Ciudadana frenteamplista en la comuna de Valparaíso, se definió crear la Oficina Comunal de Pueblos Originarios, en correspondencia con las demandas de los Pueblos Originarios y el Programa de Tod@s, elaborado colectivamente, en el marco de las últimas elecciones presidenciales.

La implementación de la Oficina ha tenido dificultades objetivas y subjetivas.  Entre las primeras, vale mencionar la mirada colonial institucional, que permea todo el aparato del Estado, especialmente los gobiernos locales, quienes llegan tardíamente a procesos de reconocimiento y pertinencia indígena. De las segundas, el colonialismo interno, social y personal, que nos hace pensar en los Pueblos Originarios como distantes, en el tiempo o en el espacio o en ambos a la vez; mientras que pensamos que lo que hay es un solo pueblo y punto.

Sin embargo, conocimiento obliga y las municipalidades, como órganos administrativos del Estado deben comenzar procesos de aterrizaje del Convenio 169 de la OIT, firmado por el Gobierno de Chile hace diez años y que tiene rango constitucional, aunque haya sido intervenido mañosamente para “simplificar” sistemas de consulta (como el decreto n°66), que son un intento por restar poder político a la herramienta.

En coherencia con esta mirada enfocada en el ejercicio de los Derechos Humanos, de respeto a la Autodeterminación y de reconocimiento de los Pueblos, hemos comenzado un proceso, un nuevo desafío: la municipalización del Convenio 169 y de un sistema de consulta aplicable al diseño de la ciudad, la comuna y el territorio que habitan las personas indígenas, dado que la urbanidad es el territorio habitado por la mayoría de las personas de los Pueblos Originarios.

Municipalizar el Convenio 169 es una necesidad imperativa. Es el hecho casi “natural” de abrir espacios de participación y diseño del territorio donde habitamos. Es una herramienta que sirve a toda la humanidad que habita este pedazo de tierra y mar, y que se diferencia, que tiene el derecho a la diferencia, a pertenecer al Pueblo que ha pertenecido desde innumerables vidas, pertenencia antigua, tanto como el ciclo de la vida que por estos días se renueva y florece.

Cierto es que hay mucho de desconocimiento e incertidumbre, incluso del viejo temor colonial a la venganza de los vencidos (o que creímos vencer). Sin embargo hay más posibilidades de aprendizaje, de comenzar un nuevo camino entre pueblos. Al mismo tiempo, el ejercicio de la Consulta Indígena permitirá, al frenteamplismo y a la Alcaldía Ciudadana, recorrer senderos nuevos, donde podremos ampliar nuestros conceptos y prácticas de participación, saliendo de los estrechos márgenes de la política chilena de los últimos doscientos años, instalando nuevos sentidos y procedimientos, aprendiendo en una nueva relación entre pueblos y entre instituciones y pueblos.

Más de veinte mil personas en la comuna esperan que la Alcaldía Ciudadana avance en el ejercicio de los derechos colectivos de los Pueblos Originarios, que se les consulte y que, mejor aún, puedan contribuir con su conocimiento de los territorios, a la construcción de otra comuna, donde quepan todos los Pueblos. Más de un siete por ciento de la población comunal espera, paciente e impaciente, con desconfianza larga y esperanza inagotable, que esta parte de la humanidad, este pueblo chileno los vea, los reconozca, les quite las manos de encima.
No podemos olvidar, por último, que el pueblo chileno, toda esa hermosa unidad y diferencia de voces y sabores y paisajes vividos, que también tiene el Derecho a la Autodeterminación, no lo ejerce. Su libertad está encadenada al dinero plástico, a la usurpación de los territorios, a la destrucción de la naturaleza y a la explotación capitalista de millones de hombres y mujeres.

Quizás en este proceso de reconocer, de aprender a convivir entre pueblos aprendamos también el camino de nuestra propia libre determinación, quizás este nuevo ciclo nos traiga el sol y esta urgencia.

Esta acción de la Alcaldía Ciudadana, el izamiento de las banderas de los Pueblos, busca reconocer la plurinacionalidad real y existente, reconstruir las relaciones entre pueblos, imaginar, hay todo un nuevo año para ello, un territorio, una ciudad, una comuna dónde pueblos y personas y comunidades viven mejor, más felices y más autonomas.

Andrés Carvajal