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El país sin duelo

Por: Catalina Baeza | Publicado: 17.07.2018
El país sin duelo duelo |
El silencio y la obligación de callar es otra forma de tortura que nos imponen y es, al final de cuentas lo gran desaparecido. La desaparecida que no pudimos enterrar porque no se nos dio el derecho al duelo, el derecho a hablar. Obligaron a callar para poder continuar vivas con una herida abierta que al no sanarla la reciben de herencia las hijas y las nietas de las que sufrieron tortura y así, este dolor se transforma en un sufrimiento transgeneracional.

Qué es un desaparecido, se pregunta una de los personajes de la obra «El país sin duelo» y no obtiene respuesta. Porque al dolor de la pérdida y al dolor de la tortura se le suma el dolor del silencio. Silencio por vergüenza, silencio por dolor, silencio impuesto porque nadie quiere escuchar.

Escuchar, ese acto que tanto nos cuesta y que viene de la mano del acto de hablar.

¿Pero para qué hablar si sentimos que no seremos escuchadas? ¿Para qué contar nuestra historia si imaginamos que al hacerlo será un monólogo sin respuestas? ¿Para qué hablar si cuando lo hacemos, en vez de ser escuchadas, somos juzgadas?

El silencio y la obligación de callar es otra forma de tortura que nos imponen y es, al final de cuentas lo gran desaparecido. La desaparecida que no pudimos enterrar porque no se nos dio el derecho al duelo, el derecho a hablar. Obligaron a callar para poder continuar vivas con una herida abierta que al no sanarla la reciben de herencia las hijas y las nietas de las que sufrieron tortura y así, este dolor se transforma en un sufrimiento transgeneracional.

Hijas y nietas lo llevan. Lo llevan sin saber que lo cargan y, sin entender por qué les duele, buscan explicaciones que no encuentran. Buscan un sentido para su sufrimiento, buscan encontrar a quien está desaparecido, aunque la desaparecida en silencio, sigue a su lado. La violencia sexual como modo de tortura duele más allá del dolor físico. Duele la vergüenza, duele la culpa, duele el silencio.

El dolor que provoca un sufrimiento en silencio no solo lo lleva quien fue mártir. El silencio enferma, daña y deja secuelas en quien calla y también en quien, por herencia, aprendió a sobrevivir sin esa memoria pero con la certeza de que algo falta; algo no fue dicho, algo está oculto como en una pieza oscura por la cual transitamos sin poder ver lo que hay en nuestro alrededor.

Recuerdos que no nos pertenecen porque para protegernos, los escondieron en baúles dentro de esta pieza oscura. Recuerdos que un día encontramos al abrir los baúles, que nos dicen poco porque nadie nos contó su origen, su historia o el motivo por el que prefirieron guardarlos. Memorias que no nos relataron, conversaciones que no tuvimos, explicaciones que no nos dieron y que al no hacerlo, nos dejan con el vacío de no haber vivido el duelo de una memoria sin recuerdos.

Escuchar ese dolor, ese secreto que se mantuvo como una forma de sobrevivir, es un acto de amor que sana. Sana nuestras propias heridas, nuestros propios miedos, sufrimientos y nos permite vivir el duelo. “El país sin duelo» es una obra de teatro que nos invita a escuchar, nos convoca a reencontrar nuestra memoria y a vivir el duelo.

*Las funciones de  la obra de teatro “El País sin Duelo” se extenderán desde este 12 de julio hasta el 29 del mismo mes, con exhibiciones todos los jueves, viernes, sábado y domingo a las 20:00 horas en la Sala de Teatro de la Universidad Mayor.

Catalina Baeza