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«Apóstoles de la violencia» de Camilo Rovira: Que se queme todo

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 19.07.2018
«Apóstoles de la violencia» de Camilo Rovira: Que se queme todo gaza |
A lo largo del libro, Rovira persiste en la idea del fuego purificador. Existe una urgencia en que esta realidad mediocre –culpa nuestra y de nuestros padres– arda. Ya sea por terremotos, genios demoníacos o terroristas anarcoambientalistas, esta realidad debe arder.

Apóstoles de la violencia, primer libro del escritor Camilo Rovira, comienza con un epígrafe de Severino di Giovani, periodista y poeta anarquista italiano. Dice: “Las horas corren velozmente, cada segundo debe ser una catapulta lanzada violentamente contra la fortaleza de la reacción burguesa. No perdamos tiempo en discutir cómo y cuándo debemos actuar. Todo es bueno, cada momento es propicio (…) ¡ACTUAR, ACTUAR, ACTUAR, como el rayo, fuerte como el ciclón, potente como un cataclismo!”. Con este epígrafe, el autor nos pone en aviso de lo que encontraremos en las posteriores páginas, casi como un preview de sus relatos: el gesto urgente del violento es el germen de este libro. Apóstoles, “pescadores de hombres”, que en este caso reclutan a sus seguidores para el fuego.

En su primer relato, Fotográfico, Rovira nos muestra mediante una sucesión de imágenes, a un autor muerto frente a su escritorio. Son oraciones cortas, secas. Cada oración muestra una parte de la habitación antes de llegar al cuerpo mismo. No es Camilo Rovira quien lo mató, fue Barthes mucho antes. Bella forma de ilustrar el pensamiento del francés, que entre su numerosa bibliografía cuenta con bastantes textos acerca de la fotografía. No es casual entonces que la portada de este libro, obra de José Miguel Torres, se base en este primer relato. Es una puerta de entrada, una carta de presentación.

Camilo Rovira no tiene miedo de cambiarse de continente para mostrar el horror, porque la violencia la viven todos y todas. Y no tiene miedo de reescribir la historia, ni de suponer el futuro, porque un escritor que se precie de tal no tiene miedo, escribe. Y en este caso, además, escribe bien. Escapismos, segundo cuento del libro, nos presenta a Gonzalo, Keled y Munir, quienes se ven presos de la violencia en distintos grados. Diferentes contextos, disímiles países. Chile, Palestina y Afganistán como realidades simultáneas, donde cada uno sueña al otro y su dolor. Cada uno toma un camino, y cuando uno decide vengarse, los venga a todos.

¿De quién proviene la violencia? Los cuentos que nos presenta Rovira no son inocentes ante la violencia de los medios de comunicación y su complicidad con la ejercida a diario por el empresariado. Está consciente del rol que ambos poderes cumplen en el control que se ejerce sobre nuestros cuerpos día a día. Es así como mediante la elección de sus protagonistas, logra construir y parodiar el foco en el que los mismos medios de comunicación sitúan al justiciero. Los protagonistas de estas historias son los que responden a la violencia con violencia. Son los que decidieron hacer justicia por sus manos ante un sistema que los obligó a la radicalidad. Eso huele a parafina, y nos gusta.

A lo largo del libro, Rovira persiste en la idea del fuego purificador. Existe una urgencia en que esta realidad mediocre –culpa nuestra y de nuestros padres– arda. Ya sea por terremotos, genios demoníacos o terroristas anarcoambientalistas, esta realidad debe arder. Y recuerdo al Borges de Las ruinas circulares y a sus seres inmunes al fuego. Los protagonistas de los relatos de Camilo quieren el fuego a su alrededor, porque saben que el fuego, a ellos, no los tocará. Que se queme todo: catedrales, monumentos, cerros completos con vírgenes negras escupiendo lava. El fuego solo les lamerá las plantas de los pies, porque ellos lo iniciaron.

En el cuento Tras bambalinas, se nos presentan tres relatos independientes, pero unidos por esta idea del fuego. Leemos en el tercero: “Dos noticias dominan la portada. En una, se describe la conmoción aún reinante en la comunidad internacional y el temor que se apoderó de los estadounidenses luego del atentado contra el Pentágono ocurrido el día de ayer, que dejó tantos muertos y heridos y tantos millones en pérdidas; un golpe al poderío militar y a la capacidad logística de la superpotencia como nunca se había dado en la historia. Lo sorprendente, es que al parecer el autor de la tragedia fue uno de los mismos oficiales que trabajaba en el recinto y que eligió morir en la explosión, como revela la carta que mandó a la redacción del Washington Post esa misma mañana. La otra noticia habla sobre un dictador loco de Latinoamérica, que en su delirio quemó la capital de su país para impedir que cayera en manos de sus adversarios políticos. Confuso, afligido, sin ganas de continuar, pasa el resto de las noticias internacionales; estos infieles no saben más que destruirse entre sí y destruir a los demás”. Quien lee está a punto de explotar, y las noticias que aparecen son los dos primeros relatos. Así es como el autor (muerto en el relato que abre el libro) logra construir en sus narraciones los engranajes simbólicos que los emparentan. La rabia como motor, el fuego como un hilo de combustible dirigido a su objetivo.

Volvamos al título de este libro, Apóstoles de la violencia. No es casualidad que Camilo Rovira, en su cuento Apocalíptico, nos presente a un Dios pusilánime, un león escondido en un clóset, aterrorizado por su propia creación. No es Narnia y el león no ruge. Es nuestro planeta y su gente se hace mierda. Y a Dios no lo mataron, porque estaba escondido. Una niña y un niño lo encuentran. Aquí nacen los apóstoles. Eso es violencia, ahí donde esos niños pierden la inocencia, al encontrar al rey de la selva temblando, iluminado apenas por unos rayos de luz, mientras las bombas caen a su alrededor.

En definitiva, un prometedor debut de este narrador chileno cubano, por la urgencia de su temática, por su manejo del relato breve y por el imaginario que plantea. Un libro que logra dejar atrás sus puntos débiles para erigirse con la cabeza en alto y con el fuego de su lado.

Apóstoles de la violencia

Camilo Rovira

Cerrojo Ediciones

98 páginas

Precio de referencia: $7.000

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